Mostrando entradas con la etiqueta Inventos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Inventos. Mostrar todas las entradas

19 junio, 2015

En antena.

Ciertamente, subir a las alturas de cierta azotea próxima a la Catedral nos deparó la sorpresa de hallar una extraordinaria vista de la misma y de su famosa Giralda, llamada Giganta por Don Quijote y excelsa construcción que supone amalgama de estilos artísticos diversos nunca lo suficientemente ponderados. 


Conmovidos por la excelente perspectiva, que permitíanos otear el horizonte hispalense en sus cuatro puntos cardinales tuvimos que esforzarnos para distinguir algunos de los más hermosos edificios, pues aparecían rodeados de extraños y numerosísimos aparejos y de hierro con formas confusas a semenjanza de parrillas como la que sirvió para martirio de San Lorenzo. Lástima que tales mamotretos obstaculicen apreciar nuestra ciudad desde arriba.



Además, nos sentimos ciertamente bajo vigilancia en algún momento, temiendo ser requeridos quizá por algún miembro de la Santa Hermandad o de los alguaciles del Cabildo de la Ciudad, aunque no hubo nada a la postre salvo el disfrute de tan soberanas visiones en un atardecer ciertamente memorable.

28 octubre, 2013

Al aire.-


 


 Quede dicho por anticipado que la veleta por excelencia en nuestra amada ciudad, Giraldilla, es conocida por común de los mortales, mas no es menos cierto que existen otras muchas en nuestra ciudad coronando torres y azoteas, y ahora que parece que mudan los calores por fríos y lluvias bien útiles resultan para amantes de meteorología.


 
Tienen como uso indicar dirección de vientos y aires, volanderos elementos que caprichosamente viran según Eolo trayendo consigo nubes o lluvias, siendo antiguo suorigen al decir de los estudiosos, pues bien podrían ser nacidas en la antigua Atenas, en peculiar torre de los Vientos que marcaba los ocho rumbos en forma de Rosa de los Vientos con un tritón en su cúspide a manera de veleta primera. 



Tampoco faltan quienes atribuyen al Papa Gregorio que, en recuerdo de las Negaciones de San Pedro, todas las veletas tuvieran forma de gallo, aunque como se puede apreciar, en Sevilla abundan de todo tipo, con formas heráldicas y hasta con figuras que más que atraer vientos podrían repelerlos…


28 enero, 2013

Al por menor.-

Créanme quienes siguen aquestos pliegos que si ya en anteriores peripecias sufrimos feroces terrores, como cuando descubrimos escaleras que subían y bajaban por sí solas o cuando dimos cuenta de cómo es agora necesario hablarle a paredes para franquear puertas, en aquesta ocasión, por tratarse de aventura digna de ser narrada por célebre Manco de Lepanto, autor del Ingenioso Hidalgo, comprenderán que nuestros pavores hayan alcanzado cotas inimaginables. Mas vayamos por partes.

 Conocimos no ha mucho competente maestro relojero en la collación de Santa Catalina, que frente a su templo parroquial (que dicho sea de paso, prosigue infelizmenete clausurado), asentaba sus reales y ejercía su noble oficio entre péndulos, manecillas y ruedas dentadas. Exigua tiendecilla, acceder a ella suponía escuchar una perpetua melodía de tic-tacs que agradaba no poco a parroquianos.

 Desapareció relojería sin saber motivos, y bien que lo lamentamos cuando no ha mucho acudimos a ella y encontramos en su lugar extraño cubículo vivamente iluminado y repleto de curiosos anaqueles o estanterías tras cuyos cristales, protegidos de manos codiciosas, exponíanse no pocos alimentos y bebidas.


Apenas entrados en tal sitio, apreciamos total ausencia de tendero o mozo que atendiera clientela, sin que existiera mesa o banco en que poner mercancías y menos aún puerta a almacén o cosa similar. Si todo ello nos resultó cuanto menos sorprendente, más aún fue, rayano en paroxismo, escuchar como  una voz, femenina sin duda y no exenta de aterciopelado eco, nos daba bienvenida a aquel lugar; y vive Dios que intentamos sin éxito trabar conversación con dicha fémina, que sin embargo sólo repetía, incesante, misma frase y tono, ignorando de dónde procedía.

 Resignados a nuestra suerte, procuramos adquirir algunos de los bocados que aparecían dibujados con vivos colores en las antedichas repisas, incluyendo extraños panes y no menos curiosas tortas que nos dicen proceder de Italia y se prodigan muchos en estas calendas, hasta que finalmente colegimos que era menester introducir algunos maravedís en dichos artilugios y aguardar a que brotasen, como por ensalmo, de ciertos orificios practicados en ellas.

Añadir leyenda
Quede para otra ocasión relatar otro tipo de curiosísimos aparejos y enseres que también exponíanse, pues por apariencia y aspecto no dudamos que han de procurarse para ocasiones ciertamente de alcoba, mas como dicen gentes de farándula, mejor hagamos "mutis por el foro" en este tenor, que no es aqueste lugar para disquisiciones sobre tales aperos.

11 octubre, 2012

Vías.-


     Elemento asaz sobrecogedor nos resultó, cuando resolvimos retornar a aqueste mundo, hallar poderosas máquinas que transportaban en sus vientres no pocos viajeros sin que fuera menester concurso de bestias de carga, pues movíanse por extraños y sorprendentes resortes o engranajes y alimentábanse no de alfalfa o pienso, sino de extraño líquido traído de tierras infieles y cuyo precio mídese en barriles cual mosto del Aljarafe.

 Aturdidos, alguna que otra mañana, al toque de maitines, hemos hecho de tripas corazón y subido a alguno de esos espantosos engendros, todos fechos en hierro y vidrio y siendo precisa curiosa cedulilla en forma de tarjeta que hubimos de adquirir tras comprobar, contritos, que sin aquella imposible resultaba poner nuestras posaderas en tan modernos asientos.


Item más, en aquestos días hemos hallado en Plaza de San Francisco, carruaje de similar aspecto a otros, sólo que más antiguo y colocado sobre férreos raíles, con escaso o nulo recorrido, todo sea dicho, sin que supiésemos a ciencia cierta motivo de su colocación en tal lugar hasta que piadoso conciudadano aclarónos que trátase de máquina construida allá por 1936, conocidas por el vulgo como "teleras" y que prestaba servicio llegando incluso a Alcalá de los Panaderos y San Juan del Aznalfarache.


Todo ello resulta en loor y homenaje a CXXV aniversario de público transporte en Hispalis, siendo por tanto motivo de regocijo, plácemes y albricias; que centuria y media llevando gentes de un lado a otro no resulta cosa baladí, por más que precios aumenten y horarios cúmplanse en modo regular, de ahí que prefiramos montar en nuestro humilde jumento y movernos por verde carril.


Post scriptum: si hace escasos días deseábamos mejoría a mílite refulgente de San Gil, quede ahora constancia de su recuperación milagrosa y de cómo aguardamos esperanzados su total restablecimiento.

05 junio, 2012

A ojo.-


Viviendo estado de mocedad, uno de nuestras más placenteras ocupaciones constituía  concurrir puntualmente a muelles del río. Contemplar navíos, observar descarga de fletes y percibir olores a mar e Indias era todo uno, mas si algo agradábanos sobre manera era escuchar patrañas de marineros o historietas navales, en que abundaban monstruos y criaturas fantásticas que engullían galeones y tripulantes como si tratárase de chicharrones de la Feria.



Exaltada nuestra imaginación por relatos tales, no bien tuvimos edad adulta proseguimos recabando relatos de este tenor, no tanto sucedidos en alta mar (pues confesémonos de secano) como en aquesta ciudad que amamos, cultivando amistad con quienes conocían no poco sobre antedichos seres e incluso solazándonos en pos de búsqueda de sierpes, tritones, arpías y demás, comprobando cómo siempre estaban vigilantes o atentos, observándonos.  


Tornados a questa vigésimo primera centuria, cuando pensábamos que sin duda aquellos entes maléficos habrían perecido, hemos acertado a comprobar como aún perduran restos de aquellos, más convertidos en férrea certeza y sin causar ya más que, todo hay que decirlo, desasosiego cierto.


Afirmábase antaño que hasta tabiques poseían orejas, por que era cosa asaz frecuente que chismes y habladurías tomaran calles no bien surgiera suceso de casa, palacio, templo o navío (en caso del río), y que fueren de público dominio querellas familiares, chismorreos de sacristía, reyertas por cuernos, lanzes de espada por un quítame allá esas pajas y hasta cruentas pendencias con muertes, todo era conoscido a poco de suceder por mor de lenguaraces de triple filo, mordaces comentarios e incluso algún que otro pliego de cordel que narraba sucedidos.


Si extraordinario es cómo esta caterva de aparatos, descendiente de célebre Polifemo,  ha asentado sus reales en fachadas y esquinas, mayor es conocer su utilidad, pues afírmannos que son agora a modo de ojos avizores sin necesidad de centinela ni guardián, y que en sus entreñas poseen don de no sólo ver, sino de guardar en sus retinas metálicas cuánto a su alrededor sucede, siendo cosa digna de prodigio (o de maleficio, según algunos) cómo engranajes tales gozan de antedicha habilidad sin que haya mano humana en ello.



22 mayo, 2012

Al final de la escalera.-

Pavorosa y diabólica aventura hubimos de padecer no hace pocas fechas, desfallecemos incluso al recordarla; necesitando adquirir ciertos artículos, aconsejados por buen amigo, resolvimos concurrir a enorme comercio, mas no indicaremos nada sobre su inglesa denominación por mor de evitar funesta publicidad. Franquear sus puertas constituyó enorme confusión, tanto por ser de transparente vidrio como por abrirse “motu propio”, sin que necesario fuere empujarlas, bastó acercarnos a ellas para que, como movidas por invisibles resortes, se nos dejara libre paso al interior.

Ello supuso pasmo y admiración, pues no alcanzamos a colegir qué fuerzas prodigiosas movían tales batientes, ni que oculto portero era quien daba órdenes de cerrar o separar dichos portones. Ingentes cantidades de individuos accedían o salían del dicho comercio, los más ayunos de bolsas, que parecía acudían más por gozar de grata temperatura en su interior que por avituallarse de artículos allí expuestos.

Mas no seremos nosotros quienes alabemos o denigremos tal comercio, sino que yendo a meollo del asunto, habremos de decir, sin menoscabo de nuestra hombría, probada en mil lances, cien sucesos y peripecias a docenas, que en pocas ocasiones habremos sentido mayor y aterradora conmoción cuando hubimos de tomar cierta escalinata que a la sazón resultó causa de nuestro más colosal sobresalto.



No bien tomamos pie en ella, carecimos de oportunidad de adelantar zancada para de esta manera seguir elevándonos, sino que aquellos malignos peldaños, ligeros y raudos, cobraron vida propia y determinaron subir por sí mismos, sin que a nuestra vista distinguiéramos aparejo, engranaje o mecanismo que accionara tales, ni esforzados mozos que girasen manivelas, antes bien, todo era silencioso transitar hacia piso de arriba. Asidos fuertemente a pasamanos (que movíase también por sí solo), estuvimos a punto de caer finalmente, perdimos equilibro y compostura, cuando al rematar la escalera los peldaños eran devorados uno a uno, temiéndonos ser igualmente pasto de tan maligna maquinaria.


Concluyó ascensión sin más resultado que corazón acelerado, formidable sofoco y firme resolución de denunciar tales escalinatas a Santo Oficio, pues no vemos en ellas sino obra del Maligno, amén de decidir descender por cristiana y normal escalera, que no estaba nuestro ánimo para probar de nuevo tamaño engendro.