El día 6 de enero, la Iglesia Católica conmemora la festividad en la que, como cuenta el evangelista Mateo, el Niño Jesús es adorado por unos magos llegados expresamente desde Oriente siguiendo una Estrella y como prueba de esa adoración obsequian al Niño tres elementos muy concretos: oro, incienso y mirra, símbolos de la triple categoría de Jesús como Rey, Sacerdote y Profeta. Por tanto, Epifanía significa "manifestación" y supone que Jesús se da a conocer al mundo en esta fecha. Tampoco faltan teorías que establecen que los tres reyes simbolizan o bien las tres edades del ser humano (juventud, madurez y vejez) o bien los tres continentes conocidos hasta aquel momento (Europa, Asia y África).
Ni que decir tiene que con el tiempo la celebración se ha convertido en el momento perfecto para que en muchos países, sobre todo de habla hispana o de tradición católica, los niños reciban sus regalos de manos de los Tres Reyes y que sea una jornada llena de alegría, sin olvidar la víspera con la celebración de las Cabalgatas (marcadas este año por la inevitable situación en la que nos encontramos) y los nervios de los más pequeños en una noche llena de esperanza e ilusión
A pocas hora de la llegada de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, no está de más hacer un pequeño recorrido por algunas de sus representaciones en nuestra ciudad de Sevilla. ¿Comenzamos?
Quizá por su monumentalidad, y por encontrarse a la misma sombra de la Giralda, habría que comenzar por la llamada Puerta de los Palos, sí, esa por la que salen las cofradías en Semana Santa tras hacer Estación de Penitencia a la Catedral. Los expertos no se ponen de acuerdo en el por qué del nombre, unos afirman que se debe a las rejas de madera que la separaban del llamado Corral de los Olmos, situado entonces en la actual Plaza de la Virgen de los Reyes; otros, en cambio, sostienen que el nombre se debe a que en torno a esa puerta se almacenaba la madera necesaria para la construcción de la propia catedral. De lo que no cabe duda es de que la escena representada en el tímpano de la puerta es una Epifanía en toda regla, realizada en torno a 1520 por el escultor francés afincado en Sevilla Miguel Perrin.
La composición puede leerse de izquierda a derecha, como un libro, con Baltasar en el extremo, seguido de Gaspar, tocado con sombrero, mientras que Melchor, descubierta la cabeza, se arrodilla admirado ante el Niño que aparece en brazos de María. Los tres monarcas aparecen ataviados con ropas que podrían ser viaje, incluso Gaspar va armado con una espada y Baltasar porta turbante. En actitud sorprendida, no lo olvidemos, San José contempla la escena, mientras al fondo, abigarrado, se distingue al séquito de los Magos de Oriente, en el que no falta ni un camello.
En este caso, la composición parece descender de arriba a abajo y con dos ejes verticales, como si fuesen dos columas, el primero nos llevaría desde Baltasar, Gaspar a Melchor, ya arrodillado, y el segundo desde San José (con un enorme parecido con Nuestro Padre Jesús de la Pasión, ahora que se preparan sus cultos solemnes) hasta el Niño, pasando por la Virgen María.Todo un acierto por parte del llamado "dios de la madera". El tratamiento de los ropajes, el estudio de los rostros y la actitud de los personajes nos dan idea de la capacidad creativa del autor, así como de cómo contó con la ayuda de artistas tan importantes como el pintor sanluqueño Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, en la labor de policromar las esculturas.
Para finalizar, regresamos a Sevilla y como curiosidad, accederemos al Conjunto Monumental de San Luis de los Franceses, antiguo noviciado jesuita. Dejando a un lado la magnífica iglesia principal con su interesante cripta visitable tras reciente restauración, encontraremos a Sus Majestades en la Capilla Doméstica, recinto plenamente barroco, con abundancia de reliquias, en el que intervinieron figuras tan importantes del panorama artístico sevillano del siglo XVIII como Duque Cornejo, Domingo Martínez o Lucas Valdés.
Sin embargo, desconocemos el autor de la serie de pinturas sobre cobre relativas a la vida de la Virgen, de origen flamenco y que a modo de catequesis rodean todo el recinto. En esta ocasión la escena tiene lugar al aire libre, con unas ruinas clásicas a la derecha, aunque vuelve a darse el detalle de cómo puede leerse a manera de libro, de izquierda a derecha como comentamos antes. Llama la atención el rojo del manto con armiño del rey Gaspar, escoltado por un paje, así como la luminosidad que brota del conjunto de la Virgen con el Niño.
Como siempre.muy didáctico y estudio detallado. Gracias por la serie de srticuños que publicas.
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