El 8 de diciembre de 1918 pasó a la pequeña historia de Sevilla por ser una fecha dedicada la Inmaculada, como marca la tradición, y además, por la inauguración de un momumento que poco a poco supo hacerse un sitio entre los demás de la ciudad. Pero como siempre, vayamos por partes.
Anuncio comercial en prensa local. Diciembre de 1918. |
Un año más, la ciudad se disponía a celebrar la festividad de la Inmaculada Concepción, vinculada tradicionalmente al Dogma de la Inmaculada proclamado en 1854 por el Papa Pío IX, aunque en nuestra ciudad existía la creencia popular desde mucho antes, siendo abanderada en la defensa de dicho dogma con innumerables ejemplos tanto a nivel individual como de entidades o hermandades que juraron incluso defenderlo hasta la última gota de su sangre si preciso fuera, como es el caso de la de El Silencio. Tampoco podemos olvidar el patronazgo de la Inmaculada sobre el Arma de Infantería, circunstancia promovida tras el llamado "Milagro de Empel" que narramos no hace mucho al relatar la estancia del Conde de Puñonrrostro en Sevilla.
Sin embargo, no es hasta el verano de 1917 cuando a través de una iniciativa privada, promovida por el joven sacerdote José Sebastián y Bandarán y por Ramón Ybarra y González en unión de otros personajes de la vida pública sevillana se solicitaba licencia al Ayuntamiento para instalar un monumento a María Inmaculada. Como ha recogido Mercedes Espiau, ello se hacía "interpretando el sentir de muchos sevillanos, amantes de las tradiciones de ésta nuestra ciudad, y más amantes aún del honor y la gloria que puedan dar a la santísima Virgen en el Misterio de su Concepción Inmaculada".
La idea no cayó en esta ocasión en saco roto, pues aprovechando la reforma urbanística realizada a la Plaza del Triunfo por Juan Talavera se decidió colocar el monumento en la misma, abriéndose una suscripción popular para costearlo, y que alcanzó la cantidad de 102.952,52 pesetas de la época, logradas con los donativos de más de mil setecientas personas que engrosaron una lista que quedó depositada en la primera piedra del monumento colocada en agosto de 1918, y todo ello pese a los informes desfavorables de la Academia de Bellas Artes de Sevilla, presidida por Joaquín Bilbao, que lograron paralizar las obras por un breve espacio de tiempo.
Foto: Reyes de Escalona. |
La estructura del monumento debe sus trazas al arquitecto José Espiau y Muñoz, quien le proporcionó un basamento octogonal sobre el que colocó una plataforma del mismo tipo. En la cúspide, sobre cuatro fustes de columnas con capiteles jónicos, se colocó la imagen de María Inmaculada realizada en mármol blanco por el escultor y discípulo de Antonio Susillo Lorenzo Coullant Valera, inspirada en los modelos de Murillo, mientras que en el basamento se añadieron cuatro esculturas representando otros tantos personajes vinculados a la defensa sevillana del Dogma de la Inmaculada en el siglo XVII, a saber: el escultor Juan Martínez Montañés, el sacerdote y teólogo jesuita Juan de Pineda, el propio pintor Bartolomé Esteban Murillo y el poeta Miguel Cid, autor de las populares coplas de 1614:
Todo el mundo en general
a voces reina escogida
Diga que sois concebida
sin pecado original.
Para recabar datos sobre cómo fue la inauguración de este monumento bastará con recurrir a las fuentes periodísticas de la época, como El Correo de Andalucía, que lanzó una portada al día siguiente con gran alarde tipográfico o El Liberal, que publicó una extensa crónica de lo sucedido en aquella fría mañana del 8 de diciembre de 1918.
Así describía la escena "El Liberal":
"La Plaza del Triunfo se hallaba totalmente ocupada por el público, así como todas las calles adyacentes. Alrededor de la plaza se había instalado un cordón para que en aquella sólo penetrasen las Comisiones que formaban la procesión y las autoridades.
En lugar próximo al monumento se había colocado una mesa, para firmar el acta de la entrega y varios sillones para las autoridades. El aspecto que presentaba la plaza y sus alrededores era verdaderamente hermoso. Todos los balcones de las casas se hallaban completamente llenos, así como las azoteas de la Lonja, del Alcázar y de la Catedral."
A la solemne bendición del monumento por el Cardenal siguió toda una serie de emocionados discursos por parte de los promotores del monumento, en cuyo nombre habló el diputado en Cortes Rojas Marcos como vicepresidente de la comisión gestora y que fue contestado por el alcalde de la ciudad, tras lo cual se firmó la pertinente acta de entrega por parte de todas las dignas autoridades asistentes, dándose por inaugurado el conjunto en un ambiente de día grande.
Como curiosidad, la Real Sociedad Colombófila de Andalucía procedió a soltar cuentrocientas dos palomas mensajeras y el Orfeón Sevillano interpretó las famosas coplas inmaculistas de Miguel Cid, mientras que las bandas militares allí congregadas (Regimientos de Granada y Soria) interpretaron la Marcha Real acompañada del jubiloso repique de primera clase por las campanas de la Giralda. Para recordar tan destacada fecha para la religiosidad sevillana, se repartieron cientos de estampas con la imagen de María Inmaculada, en cuyo reverso podía leerse la siguiente oración:
"Recibid, Madre, esta ofrenda de vuestros hijos los Sevillanos; ayudadnos a cumplir nuestros propósitos, y alcanzadnos la gracia de imitar vuestras virtudes, a fin de que nuestras obras, palabras y pensamientos sean dignos de unos hijos vuestros, y que merezcamos veros y alabaros por toda la eternidad en el Cielo. Amén."
Fantástico, como siempre.
ResponderEliminarMuchas gracias
Fenomenal la reseña de dicho acto. Muchas gracias por recordarlo aquí.
ResponderEliminarFenomenalmente reseñado dicho acto. Muchas gracias por haber suministrado tantos datos y anécdotas. Estupendo todo.
ResponderEliminarMil gracias por vuestros comentarios, un lujazo tener lectores así.
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