Había nacido en Sevilla, alrededor de 1590. Su padre ejercía el oficio de grabador en cobre y pintor iluminador, de modo que no es de extrañar que sus hijos Francisco y Juan entraran en el taller familiar a edad temprana. Debió tener buena mano ante el caballete desde jovencito, pues en 1616 el gremio de pintores entablará pleito con él por haber aceptado un encargo del convento Casa Grande de San Francisco sin siquiera haberse aún examinado para ingresar en dicha corporación; dicen que se le agrió el carácter tras este encontronazo inicial e inesperado con sus "colegas" de profesión y que aquél empeoró tras nuevas querellas y litigios. Nada se sabe con certeza, pero no es menos interesante mencionar de Francisco de Herrera el Viejo que destacase tanto como para ser elogiado, asumiendo destacados encargos, como criticado por su áspera forma de ser; curiosamente, la calle que lleva su nombre queda muy cerca del Museo de Bellas Artes de Sevilla, de modo que, para variar, vamos a lo que vamos.
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Foto Reyes de Escalona. |
Entre las calles Monsalves y San Roque, no lejos del Museo, como decíamos, la calle de Herrera el Viejo pasó a denominarse de este modo en 1875, en sustitución del anterior "Herrera" a secas, puesto en honor al poeta Fernando de Herrera (1534-1597) pero que en aquel referido año recibió una nueva calle en la zona de San Andrés, de ahí la modificación. Estrecha y con no mucho trayecto, fue conocida como "callejón de San Roque" o como una bocacalle que llegaba hasta la llamada Cruz de la Parra (parra que dio nombre tanto a un corral de vecinos como a un horno, muy conocido por la calidad de sus productos panaderos). Se tienen noticias del empedrado de la calle allá por 1619 y de su adoquinado en 1919, siendo primordial el uso residencial de la mayoría de los edificios, aunque no siempre fue así.
Volvamos a Herrera el Viejo. Pintor barroco, destacado grabador, autor de un extenso catálogo de obras de temática religiosa y profana, tuvo en su contra, como decíamos, un "mal pronto" del que fue víctima incluso un joven Diego Velázquez, aprendiz suyo, que pronto preferirá cambiar de maestro y continuar su formación con quien a la postre será su suegro: Francisco Pacheco, con taller en la calle del Puerco, ahora Trajano. En los muros del Museo sevillano cuelga la increíble Apoteosis de San Hermegildo, una creación llena de colorido, movimiento y energía, rompimiento de gloria incluido con la presencia de los grandes personajes de la Sevilla visigoda: San Isidoro, San Leandro, Recaredo y Leovigildo. La pintura fue realizada para el retablo mayor del jesuita colegio de San Hermenegildo, ahora en restauración, junto a la Plaza del Duque, y dio lugar a un singular episodio.
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Apoteosis de San Hermenegildo, sobre 1620-1624. Museo de Bellas Artes de Sevilla. |
Sobre 1619, lo cuenta Chaves Rey, el maestro Herrera fue incriminado judicialmente, acusado de fabricación de moneda falsa, lo que podía llevar a severa condena; temeroso de ser apresado y llevado a la Cárcel Real, se acogió a sagrado en el convento de San Hermenegildo, donde pintó el antes referido cuadro. Durante la estancia de la corte del rey Felipe IV en Sevilla en 1624, éste visitó el colegio jesuita y quedó profundamente conmovido por la belleza de la Apoteosis de San Hermenegildo; su majestad, interesada, preguntó por el autor del lienzo, siendo llevado a su presencia el propio Herrera el Viejo, quien humildemente explicó al monarca los pormenores y composición del cuadro, además de su situación de prófugo ante los tribunales. Se dice que Felipe IV, admirado, ordenó sin demora archivar la causa contra el pintor y que quedase libre de toda acusación, ya que, afirmó solemnemente, "quien sabía ejecutar obras como ésa no había menester el oro ni la plata".
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San Buenaventura recibe el hábito de San Francisco. 1628. Museo del Prado. |
"Colegio de instrucción primaria para señoritas, bajo la dirección de doña Dolores de los Ríos. En él se inculcan a las alumnas los más rectos principios religiosos y sociales y una esmerada instrucción en lectura, escritura, labores, etc."
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Foto Reyes de Escalona. |
"En la calle Herrera el Viejo hubo ayer por la mañana un escándalo terrible. Parece que una "paloma" cambió de nido y las dueñas del palomar que echaron de menos el ave salieron a la calle y armaron tal marimorena que el público que pasaba estuvo entretenido durante dos horas largas.Las frases más obscenas y más asquerosas salieron a relucir y hubo aquello de querer entrar en la casa derribando la cancela y otros excesos. Durante todo el tiempo de la repugnante escena no acertó a pasar por allí ningún guardia, a pesar de estar dicha calle al lado del Museo, sitio donde creemos que hay pareja.Mentira parece que en una población culta suceda esto. De seguir esta lenidad y este abandono respecto a ciertas industrias que debieran estar relegadas a determinados sitios, las personas honradas tendrán que formar fuerte liga y elegir sus viviendas en las afueras de la capital, toda vez que en la mayoría de las calles del centro hay infinidad de "nidos", cuyas "palomas" no pueden rozarse con las personas decentes".
Se nos quedaba en el tintero; indicando que vivía en la madrileña plazuela de los Herradores, la partida de defunción del maestro Herrera el Viejo se conserva en la parroquia de San Ginés, precisamente el mismo templo en el que contrajo matrimonio Lope de Vega en 1588 o en la que fue enterrado el músico Tomás Luis de Victoria en 1611, pero esa, esa ya es harina de otro costal...
1 comentario:
Como siempre atrayente
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