01 diciembre, 2025

Socorro.

Sede de un inactivo convento de clausura femenino y de un, en cambio, más que activo centro educativo, en esta ocasión nos vamos a descubrir lo que encierra una calle que siempre ha servido para unir dos de las más clásicas parroquias de Sevilla; pero, para variar, vamos a lo que vamos. 

Entre las plazas de San Marcos y la de San Román, la calle Socorro ha llevado este nombre desde muy antiguo, pues se tienen referencias de dicha denominación ya en pleno siglo XVII. El nombre de la calle, como supondrán los lectores, tiene mucho que ver con el convento del mismo nombre, fundado en 1522, en unas casas de la calle Bustos Tavera por doña Juana de Ayala, hija de don Gonzalo Gómez de Cervantes, caballero veinticuatro de la Ciudad y sobrina del cardenal don Juan de Cervantes; La familia de la fundadora gozaba de un más que holgado patrimonio acumulado a lo largo de generaciones, ocupando toda una manzana entre las calles Bustos Tavera y Socorro; además, a todo esto se añadió la compra de otras propiedades como la casa de las almenas de don Alonso de Mendoza.

La calle Socorro en el Plano de Olavide. 1771.

Hay que recordar que la Orden Concepcionista, creada por Santa Beatriz de Silva en 1489, llegó a tener otros tres conventos en Sevilla: el de San Miguel, en la calle del mismo nombre, desaparecido con la Desamortización de Mendizábal y del que se conserva su artesonado en madera en el salón de actos del Colegio Notarial, el de las Santas Justa y Rufina, situado en la calle Vírgenes, desaparecido por idénticas razones y, por último, el de la Concepción. Junto a San Juan de la Palma, fue derribado tras la Revolución de 1868.

La primera comunidad quedó conformada por siete monjas, cuatro del Monasterio de Santa María de las Dueñas y tres del de Santa Paula, aumentando después hasta veinte que en palabras de su fundadora eran “pobres doncellas honestas de buena vida y fama, o viudas que viven honestamente en servicio de Dios”. Aunque siempre se ha dicho que existió un criterio selectivo a la hora de escoger las monjas que integrarían la comunidad, ya que no debían sobrepasar el número de veinte y pertenecer a familias aristocráticas, parece ser que los estatutos nada de esto afirman, de hecho el monasterio sobrepasó esa cantidad y admitió con el tiempo a monjas que no eran nobles.

Fue la propia fundadora la que diseñó la estructura interna inicial de la comunidad, compuesta por una abadesa, vicaria, dos sacristanas, dos porteras, una mayordoma, una sillerera y doce monjas para el oficio divino.

Convento del Socorro. Interior de la iglesia. Año 2014.

La iglesia, cerrada tristemente al culto tras la marcha de las religiosas en 2018 a otro convento radicado en el Aljarafe sevillano, data de 1524-1525, siendo el autor de la traza Alonso Ortiz, cuya capilla mayor presenta dos tramos, uno recto y otro poligonal con nervaduras góticas. Bendecida en 1529, tiene una única nave, se cubre con buen artesonado mudéjar, estaba decorado con un interesante zócalo de azulejería de Pickman de 1904 y posee un retablo mayor obra de Felipe de Ribas, sin olvidar el magnífico retablo de Martínez Montañés dedicado  a San Juan Bautista y que fue llevado a la iglesia de la Anunciación, donde hace poco fue restaurado.

Convento del Socorro. Claustro. Foto de 2014. 

La otra institución a destacar en la calle, con permiso de la casa hermandad de Los Gitanos, bendecida en 1978 y ahora usada como almacén para sus pasos, es el Colegio Luisa de Marillac, perteneciente a la Congregación de las Hijas de la Caridad, nacida en 1638 y establecida en Sevilla doscientos años después, cuando se hicieron cargo de los niños de la Casa Cuna y de los Hospitales de las Cinco Llagas y de la Santa Caridad. Aunque constituido en 1878, no será a comienzos del siglo XX cuando se traslade a la calle que comentamos, contando ya en 1932 con cuarenta internas y cuatro clases de pequeños con entre sesenta y ciento veinte alumnos; en 1971 se convirtió en Centro Concertado con 16 unidades de EGB. Sobra decir que la labor de las Hijas de la Caridad en lo docente y lo caritativo es digna siempre de encomio, no en vano, además de este centro educativo, gestionan otros en nuestra ciudad y sobre todo, los dos comedores benéficos de Triana y el Pumarejo, ambos ejemplo de solidaridad y entrega a los desfavorecidos siguiendo la estela de de los santos fundadores de la congregación: Vicente de Paul y Luisa de Marillac. 

Foto Reyes de Escalona. 

No faltaron casas nobles en la calle, ya que Félix González de León mencionaba alguna que otra en una de sus obras, allá en 1844, en estos términos, quizá sea éste el escudo nobiliario que aún puede verse en el edificio del colegio Luisa de Marillac: 

"Frente de esta iglesia (del Socorro) está la casa principal de mayorazgo de Don Luis de Guzmán, casa del mismo tono que las de su clase. Portal de caballerías y viviendas de lacayos, gran patio claustrado con hermosas e iguales columnas, número crecido de cómodas habitaciones y fresco y divertido jardín".

Por cierto, Joaquín Hazañas y La Rúa, en su obra La Casa Sevillana (1930) aludía a que sobre el dintel de la puerta de cierto edificio de la calle que comentamos existía una lápida con esta curiosa inscripción: "Magna aliena, parva; parva propia, magna", o lo que es lo mismo, "Lo pequeño, siendo propio, es grande; lo grande, siendo ajeno, es pequeño". 

Terminamos. Enladrillada en 1573, empedrada en varios momentos del siglo XVII, fueron constantes las quejas de sus vecinos por el deterioro de su pavimentación, adoquinada por primera vez en 1898 y en 1921, dotada de alumbrado eléctrico. Dada su ubicación, en el sector norte de la ciudad, donde a finales del XIX y comienzos del XX existía una abundante población obrera, en el número 11 de esta calle tuvo su sede el llamado Centro de Oficios, donde celebraban sus reuniones los miembros de sindicatos relacionados con la tipografía y la panadería, mientras que también se sabe de la existencia en esos años de una taberna, un polvero o una casa de empeños, pero esa, esa es harina de otro costal. 

Foto Reyes de Escalona.