Disculparán nuestra pertinaz ausencia por aquestos lares, mas ocupaciones diarias nos tienen sorbido el tiempo que desearíamos emplear en relatar asuntos hispalenses en estas páginas.
Sin embargo, valga la siguiente instantánea para reflejar nuestro estupor y sorpresa al contemplar estos productos del cerdo secándose tras matanza en céntrica plaza. Ignoramos si se trata de ingenioso recurso de avispado comerciante, de trampa para atrapar amigos de lo ajeno o simplemente ardid del Santo Oficio con que descubrir criptojudaizantes o a quienes no guardan la pertinente abstinencia carnal (alimenticia, nos referimos) ahora que andamos en tiempo de Adviento.
Si algún avezado lector de estas páginas pasare por dicha instalación, no dude en acudir provisto de afilado cuchillo y hogaza de buen pan, pues es algo que sinceramente echamos en falta en el momento en que hallamos tan suculento simulacro digno de veneración sin duda alguna...
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