No hace escasas fechas (mientras la ciudad se sumergía en los grandiosos fastos macarenos a los que acudimos en muy buena compañía, dicho sea de paso) encaminamos nuestros pasos a señalado Monasterio, fundado allá por los años de 1300 a pié de la ruta jacobea llamada de la Plata y que albergó en sus muros a cistercienses, jerónimos, Guzmanes y hasta algún que otro heterodoxo que terminó por ser quemado en efigie por el Santo Oficio o por huir a tierras protestantes.
Lugar de silencios y monumentalidad preclara, disfrutamos de lo allí conservado, pálido reflejo de un pasado sin duda magnificente.
Disculparán vuesas mercedes la falta de color en las instantáneas, mas por esta ocasión decidimos ejecutarlas de modo diferente al habitual, más acorde a la solemnidad del edificio que recorrimos.