En esta ocasión no vamos a recorrer una plaza repleta de monumentos o edificios dignos de visitar, o una avenida llena de hitos históricos que merezca la pena recordar, sino que dedicaremos este espacio, con permiso de los oyentes y/o lectores a una calle sin nombre hasta el siglo XVII, que pasó de ser peligrosamente estrecha a espaciosamente amplia, en detrimento, quizá, de su propia estética; pero como siempre, vayamos por partes.
Si en pleno siglo XVI hubiésemos preguntado a un sevillano de aquel tiempo por la calle que va desde San Pedro a la Encarnación, probablemente, nos habría mirado con extrañeza y no nos habría dicho nombre alguno, al ser calle de corto trayecto y con apenas anchura. Sin embargo, ya en 1684 comienza a recibir su nombre actual, Imagen, debido a la existencia en ella de un retablo dedicado a la Virgen que recibía culto en plena calle. Como detalle curioso, en la cercana calle dedicada a Sor Ángela subsiste un interesante retablo en el zaguán de entrada al Colegio de San Francisco de Paula en el que se puede contemplar una imagen de la Virgen con el Niño Jesús en brazos de cierto mérito dentro de la estética sevillana del siglo XVIII.
Por testimonios gráficos antiguos, como el conocido plano de Olavide de 1771, puede comprobarse que se trató siempre de una vía rectilínea y muy estrecha, nada que ver con la actual, con el añadido de que a partir de la creación del Mercado de la Encarnación se convertirá en arteria por la que accederán carros y carromatos con productos alimenticios para dicho mercado, lo que hará que el tráfico "rodado" (incluso con el peligroso transitar de tranvías) se incremente generando las inevitables protestas de los vecinos por ruidos y suciedades; el 22 de junio de 1910 el Diario El Liberal publicaba:
"Vecinos de la calle Imagen nos remiten una carta protestando de las molestias que sufren a diario a causa de los desaforados gritos de los vendedores ambulantes que allí se sitúan desde el amanecer y que quitan toda tranquilidad y sosiego a los pacíficos moradores de aquellas casas.
También se nos quejan en la citada carta de que los tales vendedores apenas dejan pasar a los transeúntes, ofreciéndoles sus mercancías con tal insistencia que se hacen harto fatigosos. Convendría que los guardias municipales hicieran cumplir las Ordenanzas a estos vendedores, en beneficio del público."
Y todavía en 1957, el escritor y periodista Fausto Botello lo resumía así:
"Mucho comercio, pero mucho comercio baratillero, de ganga y diez de últimas. Allí se vendía de todo. Desde unas gafas graduadas que no recetaba el oculista hasta media docena de vasos baratos y en buen uso, pasando por la menudencia esperanzada del perejil y la hierbabuena... Había vida, mucha vida, en la tortuosa estrechez del lugar, entre casas vacilantes en imposible sostén de puro viejas, entre escaparates arañados por dedos y ojos deseosos, entre tenderetes de poca monta que ofrecían, por nada y menos, unos crisantemos con que recordar a los muertos o una estrella de papel de chocolate con que alumbrar el nacimiento de Cristo".
Durante el siglo XIX, recibirá en 1848 el nombre de Almirante Valdés, nacido en el número 4 de esta calle y bautizado en la parroquia de San Pedro, almirante de la Armada española, quien participó en la expedición Malaspina que dio la vuelta al mundo en un denominado "Viaje político y científico alrededor del mundo" (1789-1794) y protagonizó numerosos hechos heroicos a borde de buques de guerra españoles, combatiendo en San Vicente o Trafalgar y asumiendo con posterioridad importantes cargos en el organigrama de la Armada hasta su fallecimiento en 1835.
Poco durará el recuerdo al belicoso almirante. Entre 1868 y 1875 la calle se llamará Calvo Asencio, en esta ocasión, en recuerdo al fundador del periódico Iberia y prócer político del periodo revolucionario en Sevilla en torno a 1854. Por fin, en 1875, recuperará su nombre primitivo, Imagen, para no volver a ser modificado hasta nuestros días.
Un año clave, en principio, para Imagen será 1911, cuando el Ayuntamiento decida acometer un ambicioso plan de ensanches que traerá consigo la apertura de la Avenida de la Constitución y la creación de un eje desde la Campana a la Puerta Osario, lo que traerá consigo la actual configuración de calles como Martín Villa o Laraña e incluso, en su momento, la demolición del Mercado de la Encarnación. Papel decisivo en estas reformas urbanísticas ostentará el entonces alcalde Antonio Halcón, a quien los sevillanos pondrán el apodo de "Alcalde Palanqueta" por los derribos y reformas que sufrieron determinadas zonas de la ciudad bajo sus diferentes mandatos al frente del consistorio de la Plaza de San Francisco.
¿Qué ocurrirá con Imagen? No será hasta 1956 cuando comiencen las demoliciones, desapareciendo una barreduela en su mitad, y a comienzos de los sesenta se irán construyendo las nuevas y modernas edificaciones que harán desaparecer todo su carácter decimonónico. Con construcciones como la del número 2, obra de los arquitectos Arévalo Camacho y Costa Valls, lo contemporáneo se abría paso en el corazón de la ciudad. Oficinas y bajos comerciales con soportales serán desde entonces la seña de identidad de esta calle, muchos recordarán aquello de quedar en la esquina de Cortefiel, los cafés de madrugada para noctámbulos en el Spala (el bar que nunca cerraba) o incluso la anécdota de la tienda de colchones junto al monumento a Sor Ángela donde en una ocasión un cliente se quedó profundamente dormido al probar uno.
Amplio escenario para procesiones y cofradías, refugio en días de ansiada lluvia, la torre inclinada de San Pedro se asoma en su extremo, mientras el tráfico rodado que nunca cesa se adueña de sus calzadas, mientras que al fondo se distingue la estructura de madera las Setas de la Encarnación, pero esa, esa ya es otra historia...