Puede que los lectores más veteranos anden ya elucubrando sobre el tema de esta nueva publicación tras la lectura de su título en la cabecera, sobre todo, porque alude a un curioso detalle que tiene que ver no poco con cierta calle relacionada con los caballos, la orfebrería y el diablo. Pero como siempre, vayamos por partes.
"El detalle de que dejamos heche mérito, dio margen a que los vecinos del barrio dieran en nombrar al huerto por el de Mata-Hacas, como pudieron haberlo hecho de Sana-Hacas o de Cuida-Hacas, pues sabido es que en aquellos tiempos bastaba el detalle más insignificante para que el vulgo, haciéndose cargo de él, bautizase una calle, una casa o cualquier otro lugar público, según hemos demostrado y seguiremos demostrando en estas históricas descripciones."
Entre 1899 y 1926 sufrió diversas reformas buscando la alienación como calle, conservándose aún una pequeña barreduela que se llamó en su tiempo del Diablo, cerrada finalmente, y cuya historia "paranormal" dejaremos para el final. Se conoce que fue calle empedrada en 1586 y 1888 y que en 1899 se le añadió pavimentación de cemento, para ser adoquinada en 1915 y asfaltada como hasta hoy. No siempre estuvo esta vía en perfecto estado, en el diario "El Liberal" del 4 de octubre de 1913 puede leerse en una sección llamada "Del Vecindario. Quejas y peticiones":
"Ya nos hemos hecho eco en otras ocasión de la queja de los vecinos de la calle Matahacas, sobre el estado de esta vía, y hoy volvemos a repetir la queja en vista de que nada se ha conseguido.
Las aguas llovedizas se encuentran estancadas en varios hoyos, el pavimento está falto de adoquines en diversos trozos, un fango negro y pestilente abunda por todas partes y los charcos son innumerables.
Vecinos y transeúntes sufren no pocas molestias con esta suciedad de la calle, y durante las noches no es posible pasar por allí sin llenarse de agua y fango.
Es urgente proceder a la limpieza y recomposición del pavimento de la calle Matahacas, llamando nuevamente sobre esto la atención del teniente de alcalde del distrito."
Ya que estamos con aspectos periodísticos, a comienzos del siglo XX fue famoso el caso de un hombre que cayó al pozo de una de las casas de la calle. Alertados los vecino del fatal, en principio, accidente, acudió la autoridad, quien no sólo constató que no había habido accidente alguno, sino que el pozo era el conducto por el que acceder a un habitáculo subterráneo donde existía un taller de falsificación de moneda, cayendo en manos de la justicia toda la organización de maleantes.
Foto: Reyes de Escalona |
En cuanto a aspectos reseñables, merecerá siempre la pena destacar la vivienda número 14, en la actualidad, por fortuna o por desgracia, apartamento turístico reformado y que desde 1922 hasta 2014 acogió el taller de orfebrería de la familia Seco-Velasco, sin la cuál sería complicado comprender el auge de este oficio en la Semana Santa andaluza; de sus buriles salieron piezas como el paso de palio de la Virgen de Loreto, ángeles de plata portando faroles de entrevaral para el palio de la Amargura, las coronas de las dolorosas de las hermandades de San Bernardo y la Hiniesta o, como obra cumbre en Sevilla, los respiraderos en plata de ley para la Virgen de la Esperanza de la Hermandad de la Trinidad, que sirvieron para que Manuel Seco Velasco fuera merecedor de la Cruz de Alfonso el Sabio o la Medalla al Mérito en el Trabajo.
En la literatura popular, habría que reseñar que en la calle Matahacas habría vivido en la ficción el matador de toros "Riverita", personaje de la novela costumbrista "Currito de la Cruz" (1921) de Alejandro Pérez Lugin, llevada al cine en dos ocasiones y tampoco podría quedar en el tintero el dicho popular de que la calle Matahacas era la más larga de Sevilla, al estar entre Sol y Luna (nombre anterior de la actual calle Escuelas Pías).
Foto: Reyes de Escalona |
Detalle curioso, no podemos olvidar al nazareno "Manolito" que da la bienvenida a los visitantes en un establecimiento de confección de túnicas de nazarenos situado en la calle desde 1979 y tampoco a los bares de la calle, cada uno en su estilo, desde el Urbano o el Matakas hasta la Bodeguita "El Acerao", pasando por un cariñoso recuerdo para el gran Antonio Abela, enamorado de Sevilla y sus cosas.
Para finalizar, y para los que gusten de historias de misterio, el antes citado Álvarez Benavides narra en sus "Curiosidades Sevillanas" cómo durante los días de carnaval de 1548 se produjo en la calle Matahacas un extraño suceso provocado por un grupo de jóvenes aristócratas algo pasados de alcohol y de desvergüenza. Tras una noche jaranera llena de tropelías y desmanes por toda la ciudad, no lejos de la Puerta Osario, pusieron sus miras en a una joven y bella damisela que se hacía acompañar por un anciano sirviente. Desgraciadamente, de poco sirvió la débil defensa de éste, pues los envalentonados señoritos estaban dispuestos a forzar a la aterrada joven allí mismo, de no ser por la misteriosa aparición de un extraña y fantasmagórica sombra de ojos muy luminosos que inusitadamente tomó forma humana y que acometió ferozmente a estocadas a los nobles, dejando malheridos a varios e incluso matando a otro de ellos, sin que apareciera el cadáver del mismo con posterioridad pese a las pesquisas de autoridades y familiares. Como si se lo hubiera tragado la tierra. La gente de San Román, temerosa e impresionada por lo sucedido tras escuchar el relato de la joven, divulgó que habría sido el mismo Diablo el que habría salvado a la dama, llevándose consigo el cuerpo del inmoral aristócrata a los infiernos y no tardando aquella barreduela en tomar ese nombre "infernal" hasta su desaparición en torno a 1845...