A medio camino entre la Alameda y Feria, calle popular, cofradiera y cabalgatera, en esta ocasión nos vamos a conocer un lugar lleno de ajetreo y ciertamente afectado por el tráfico rodado. Pero como siempre, vayamos por partes.
Foto Reyes de Escalona. |
Entre las confluencias de Feria y Guadiana y la de Quintana, Torrejón, Barco y Joaquín Costa, la calle Correduría poseía dicho nombre desde tiempos inmemoriales, aunque los arqueólogos que han realizado diversas prospecciones en esa zona han comprobado que la cercanía del río y la antigua zona pantanosa de la actual Alameda habría provocado que hasta el siglo XV no se hallan encontrado restos de construcciones. En aquel sentido, durante años fue zona víctima de las inundaciones, llegándose a alcanzar en algunas ocasiones el metro sesenta de altura en cuanto a nivel del agua.
Por su parte, los historiadores no se ponen de acuerdo en el por qué de dicha denominación de Correduría; algunos estiman que se debería a la presencia en dicha vía de algunos miembros del gremio de Corredores de Lonja (aunque radicarían algo alejados de su zona de influencia en el centro de la ciudad), mientras otros, como Santiago Montoto apuntan a que el término sea una corrupción de otra palabra, "Correeros", ya que en 1310 hay noticia de hallarse aquí la corporación de los fabricantes de correas. Este mismo autor, como curiosidad, constató que ya el 2 de marzo de 1416 el maestro armero Gil Martínez hizo donación mediante escritura otorgada ante el escribano público Bernal Fernández, de una casas en la Correduría al hospital de Santa María.
Con este nombre se ha mantenido durante largo tiempo, aunque entre 1916 y el año 2000 modificó su apelativo por el de Doctor Letamendi, en honor al catedrático de patología José de Letamendi y de Manjarrés, atendiendo con ello a una petición formulada por la Facultad de Medicina de Sevilla. Ingenioso y entusiasta, el Doctor Letamendi se caracterizó por sus amplios conocimientos no sólo en medicina, sino también en poesía, periodismo, economía e incluso música, ya que llegó a componer una Misa de Réquiem. Todo ello, unido a su carácter humilde y poco dado a honores, hizo de él un personaje admirado y prestigioso, falleciendo en Barcelona en 1897 tras haber ocupado diversas cátedras médicas y puestos políticos de importancia.
En torno a mediados del siglo XIX la Correduría amplió su nombre al absorber la zona conocida como Plaza de Nuestra Señora de la Europa, Pasaderas de la Europa, o lisa y llanamente, la Europa, erigida así en honor a una imagen de la Virgen con el Niño en brazos que figuró durante años en un retablo dentro de una pequeña capilla pública en dicho sector, contando con Hermandad propia desde el siglo XVII y que con posterioridad pasó a recibir culto en la parroquia de San Marín, donde aún permanece.
No sería el único aspecto devocional en esta calle, ya que un azulejo colocado en 1999 en el número 59 recuerda la piadosa tradición sobre la fundación, en estos terrenos del llamado Hospital de la Expectación o de la O, por parte del rey Fernando III el Santo, luego en manos del gremio de pellejeros, germen de la devoción a la Esperanza Divina Enfermera. Casualidades del destino, poseyó importante hermandad propia a la que perteneció el cronista Diego Ortiz de Zúñiga y que tras pasar diversas vicisitudes quedó fusionada en 1981 con la cofradía de la Sagrada Lanzada, quien celebre solemnes cultos y procesión anual en su honor cada mes de octubre.
Su cercanía a la Alameda le ha supuesto ventajas e inconvenientes a lo largo de su historia, ya que a comienzos del siglo XX se benefició del ambiente popular y castizo de aquel sector, con numerosas tabernas (como la cercana y desaparecida de Las Siete Puertas) en las que incluso floreció la afición carnavalera y las conocidas Murgas de los años veinte y treinta, formadas por personajes populares llenos de gracejo y guasa como Carabolso, Regaera, Manolín, Escalera o Panseco, por citar a algunos de los más conocidos en aquellos años.
Aparte de tabernas, en Correduría abundó el comercio tradicional, con diversos establecimientos como por ejemplo la zapatería La Colmena, Calzados Elda (donde después estuvo La Ilustre Víctima), la Farmacia de José Sánchez o Rodríguez y Martínez, en el número 11, abierto en abril de 1922 y cuya publicidad indicaba en la prensa local que:
"Habrá un surtido tan extenso como variado y elegante, no solamente en trajes y blusas para señoras y niñas, sino tambien en géneros para primavera, jerseys y echarpes de seda, gran moda, géneros de punto y medias de seda para señoras y calcetines de seda para caballeros, cuyos precios, por sus cualidades han de llamar poderosamente la atención."
En 1906 los vecinos de la calle comenzaron una campaña en la prensa local para lograr que se les colocase alumbrado eléctrico, a semejanza de lo que había ocurrido en la cercana calle Amor de Dios, sin olvidar que, como comentamos antes, dada su situación como conexión entre Feria y Alameda, el tranvía fuera un viejo conocido, fuente además de algún que otro susto para conductores y viandantes, como ocurrió en marzo de 1958 y recogió el periódico Sevilla: diario de la tarde:
"Don Juan Sánchez, conductor del auto matrícula de Huesca núm. 2.930 ha denunciado que al partir con su coche hacia la calle Doctor Letamendi, no obstante haber hecho la oportuna indicación la persona que le acompañaba, fue arrollado por el tranvía de la línea núm. 1, coche motor 128, que enganchándolo por una de las aletas, le arrastró unos cincuenta metros, causándole al coche desperfectos de consideración. Por fortuna no hubo que lamentar desgracias personales."
Ni que decir tiene que en fechas navideñas o semanasanteras, la calle Correduría cobra especial protagonismo, al pasar por ella la Cabalgata de Reyes Magos y casi todas las cofradías del sector de la calle Feria, San Julián o San Gil, resultando un lugar más que apropiado para disfrutar del paso de estos cortejos, pero esa, esa ya es otra historia.
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