Creánme si les digo que aquesta tarde, tras placentera sobremesa y no mejor paseo por calles que parecen desperezarse del frío invernal, por un momento creímos haber topado con comercio dedicado a la venta de instrumentos para el Santo Oficio, pues era tal la abundancia de capuces, o capirotes, que por un momento creímos que en breve habría Auto de Fe en la Plaza y que en él serían ajusticiados cientos de herejes, sobre todo por el inmenso número de conos de cartón (y hasta de rejilla, fabricados con gran pericia), que exponía el dicho comercio.
Echamos en falta, eso sí, los correspondientes Sambenitos, las corozas y demás otros elementos necesarios para pergeñar tan tremenda ceremonia, pero convenimos, equivocadamente, que hubiera tal vez otros comercios dedicados a tal menester.
Atendidos solícitamente por experimentada tendera, nos dijo que eran capirotes para cofrades, que no en vano ya había principiado la Cuaresma y que ahora muchos de ellos se aprestaban a adquirirlos, siendo elemento de gran antiguedad en la Semana Santa, pues según cuentan, fue la Cofradía de la Hiniesta quien implantó tal artilugio para alzar la punta de los antifaces de sus nazarenos, allá por el siglo XV o XVI, no recordaba bien la dicha tendera.
Colgados como racimos, a buen seguro serán señal de gozo para no pocos que ansían la llegada de fechas cofradieras...
P.d.: el último Auto de Fe tuvo lugar en Sevilla en 1780, siendo María Dolores López, acusada de trato con el diablo, sometida a tratamiento de sambenito, coroza, garrote vil y hoguera.
Desde 2011. Venturas y aflicciones de Don Alonso de Escalona, un sevillano del siglo XVII en la Hispalis del XXI.
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18 febrero, 2015
08 abril, 2011
Vísperas
VISPERAS
Anda la ciudad entrada en fechas cuaresmales, mas no por ello parece que aquestas calendas supongan para ella penitencias excesivas, ayunos o vigilias, antes bien, quien busque aflicción o flagelación nada de ello encontrará, pues cosa notable es cómo muchos parescen disfrutar de las jornadas que se avecinan y acuden con presteza a cultos solemnes y otras devotas prácticas, aunque es justo decir que agora éstas se acompañan de actos que en mis tiempos serían extraños.
En los más principales templos las Cofradías se aprestan a ornar sus andas, a aprestar sus enseres, a otorgar cédulas a los cofrades y a vestir sus Imágenes con tal magnificencia que ello causa sorpresa en no pocos, mas a favor dello es honroso añadir que tales muestras de compostura y respeto no creemos que vayan en detrimento de nada y que no son pocos los que veneran a sus Imágenes Sagradas de tal modo.
Llévanse las andas al interior de los templos, como decíamos, portadas por esforzados mozos que sobre sus cabezas las portan a las órdenes de un capataz, y generoso vigor supone tal oficio, y aunque me dicen que es menospreciado por unos y alabado en exceso por otros ha de considerarse que hacen tal trabajo sin percibir ducados ni maravedís por ello, abonando sus limosnas a la cofradía como hermano más.
No escasean incluso letreros que aluden a las jornadas que se aproximan y que por su forma e constitución parecen impedir el paso de carruajes y literas en los días de la Semana Santa.
Item más, habida cuenta las medidas de tales andas, no es de extrañar en algunas iglesias débanse colocar aparejos de madera que faciliten la salida de tales Pasos (así les llaman) y que algunas de estos aparejos o “rampas” tengan justa fama por el lucimiento que supone el tránsito por ellos de cortejos y andas.
Mas llámanos la atención cómo no son pocos los hispalenses que se aprestan a vestir sus hábitos nazarenos, aunque agora no son las túnicas de angeo o de presilla, ni de lienzo basto, ni cubren sus cabezas con cabelleras o caperuzas como antaño, ya que los tiempos han variado tales costumbres por lujosos tejidos y curiosas estructuras cónicas llamadas “capirotes” que a nos parescen más cosa del Santo Oficio que de Cofradía devota.
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