19 marzo, 2013

En posición.-




Si pasan por esta plaza, no lo duden, disipen temores y remonten la rampa (aunque preferimos el término “tablao” con que la denominan los Mendoza, sus montadores y custodios), escálenla y contemplen, como no hace mucho hicimos en inmejorable compañía, la visión de la Plaza desde ese privilegiado otero de madera.

 Desciéndanla despacio, sin premuras, ojo avizor con inoportunos resbalones, saboreando cada zancada como hacen quienes la pasan Domingo de Ramos y Jueves Santo, asumiendo que esa bajada es desnivel o declive que conduce a inicio de recorrido ansiado durante semanas, y que cuando se alcanzan los adoquines de la plaza parece como si cada nazareno o penitente se sumergiera en mar de multitudes.

 Muchos aqueste año cruzaránla por vez primera, va para ellos nuestro recuerdo y para quienes inculcan amores y cariños a devotos Titulares a los que orar en toda ocasión. 


Elevamos súplicas a la Virgen de las Aguas que recibe culto en la Colegial del Salvador para que aplaque nubes y merme temporales, pues es cosa sabida lo poco lucidos que resultan estos días que se avecinan empapados en lluvias. Disfrútenlos hasta el hartazgo, que por ello es llamada Semana Mayor la que nos disponemos a vivir con gozo. 





12 marzo, 2013

Balcones.-



Era público y notorio, antaño, cómo altos estamentos sociales, gentes de acomodado vivir y pueblo llano rivlizaban por lograr privilegiados lugares desde donde participar o cotemplar desfiles, cortejos o procesiones, gozando para ello de plateas en balaustradas, triforios o tribunas, bien fuera en templos, teatros o plazas.


Para mi sorpresa, observamos que mantiénese dicha costumbre, pues no menos curioso resulta comprobar en aquestos cuaresmales días que numerosos vecinos ponen en renta sus balconadas, bien en casas próximas a carrera oficial, bien en edificios por las que ésta pasa, con fin crematístico para que gentes ajenas accedan, previo abono de unos maravedís, a tales alturas y puedan disfrutar de preferente visión en las estaciones penitenciales que en breve, si el tiempo no lo impide, acaecerán en esta Hispalis nuestra.


Empero, no es menos curioso comprobar como no hace mucho, visitando cierto lugar, muy cartujano por otra parte, encontramos solución de lo más acertada y compuesta para quienes posean exigua faltriquera, y a fe que aunque sea cubículo reducido y hasta incómodo, debidamente instalado podría suponer extraordinaria atalaya desde la que disfrutar de tránsito de cofradías, y que a buen seguro en cierto comercio de impronunciable nombre y nórdica procedencia venderíanse como rosquillas de Santa Inés. 


Todo ello sin menoscabo de la baratura que supondría hacer acopio de colgaduras y reposteros con que ornar tales balcones. 

04 marzo, 2013

Vísperas de vísperas.-


Casi a hurtadillas, entrando en cualquier templo, hemos apreciado no sin cierta alegría, cómo prodíganse o brotan en no pocos sitios ciertos esqueletos hechos de pesado hierro.

Para cualquier profano en materia, quizá resulten confusas estructuras o inexplicables artilugios, pero es bien sabido que soportarán, en cuestión de jornadas, terciopelos, maderas, orfebrerías, y lo que es más notorio, a benditas Imágenes de singular devoción prestas y dispuestas a su anual veneración por las calles de la ciudad. 


Item más, en San Francisco comienzan a erguirse plateas o andamios desde donde contemplar desfiles procesionales (discúlpesenos por tal expresión), o mejor dicho, cofradías, desde privilegiada atalaya reservada a escaso número de conciudadanos.

Todo parece conjugarse un año más, en fin, para que sobre osamentas de hierro (o madera, según casos) se revista la ciudad de mejores galas en espera de sus más ansiadas fechas.