13 mayo, 2016

En guardia.-


Cuando pensábamos a ciencia cierta que era práctica en desuso y que apenas sucedían estos lances, hete aquí que la otra mañana, mientras disfrutábamos de soleado paseo (sí, antes de que las lluvias casi nos anegasen y mojasen), apreciamos cómo mozos y mozas (lo cual nos sorpredió no poco), ataviados con extrañas máscaras se dedicaban con bastante soltura a administrarse unos  a otros estocadas y mandobles, además, con acierto, pues se les veía diestros en arte de Esgrima. 

Sables, floretes o espadas entrechocaban sus aceros con peligrosa violencia, de modo que de no ser por estar vallado el campo de armas no hubéramos llevado alguna cuchillada. Creímos que en cualquier momento acudirían con presteza alguaciles y corchetes para sofocar tales desmanes, antes bien, los transeúntes parecían disfrutar como si fueran juegos de cañas o mero simulacro, pero a fe que se batían con denuedo y violencia. 
Mientras allí estuvimos no llegó sangre al río, al menos, aunque no dimos un real porque tras alguna finta fallida hubiera estocada y heridos, por no hablar de la pena de Excomunión que pesará sobre tales duelistas…