Mostrando entradas con la etiqueta Mateo Alemán. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mateo Alemán. Mostrar todas las entradas

11 diciembre, 2023

Redes.

No, no vamos a hablar en esta ocasión de cuestiones relacionadas con el ciberespacio o las redes sociales, sino que nos vamos a trasladar a un antiguo barrio de Sevilla, para conocer mejor una calle que sólo con su propio nombre nos indica quienes eran sus habitantes, y que incluso, con el paso de los años, fue sede de una supuesta congregación religiosa que se declaró contraria al Vaticano; pero como siempre, vayamos por partes.

Entre las calles Alfonso XII y Baños, cruzada por la de Alfaqueque, no lejos de la Puerta Real y del barrio de los Humeros, la calle Redes, larga, recta y no muy ancha, parece que no ha cambiado de nombre en ningún momento, pues ya a comienzos del siglo XV recibía ese apelativo, relacionado sin duda con las gentes del río y sus aparejos de pesca, no en vano muy cerca de allí estaba el barrio de los Humeros, habitado por población dedicada a vivir de todo aquello que podía extraerse del Guadalquivir.

Curiosamente, el nombre de la calle fue poco a poco abreviándose. "corrompiéndose" afirma el Diccionario de las Calles de Sevilla, hasta quedar convertida en la calle Res o Rez, tal como queda recogida en el conocido plano de Olavide en 1771 y como aparece todavía en 1932 en la publicidad de cierta Guía Nocturna, donde se recoge que existían "Camas Lujosas, todo confort en el número 13 de la calle Res, muy recomendadas por su distinción absoluta, agua corriente y todo confort". Sobran las palabras. 

Con posterioridad, en torno a 1930, la calle se llamó del Marqués de Valencina, para recuperar su nombre original, Redes, en 1946. En el siglo XVI contó con una callejuela hoy desaparecida, cercana a la Puerta Real y en el siglo XIX se conformó la plaza o plazuela del Carmen, actual del Duque de Veragua, en honor al descendiente de Cristóbal Colón que hizo posible el traslado de los restos del Almirante a la Catedral de Sevilla hasta su actual sepultura. 

José Gestoso indica que en esta calle vivió en 1444 Pedro García, de profesión músico intérprete de cítola, o lo que es lo mismo, citolero, y también el pintor Pedro González en 1484, en casas del cabildo de la catedral, aunque con posterioridad se mudó a la collación de San Nicolás. 

Ilustre vecino de la calle, según el escritor, cervantista e investigador ursaonense Francisco Rodríguez Marín habría sido el escritor Mateo Alemán, autor de la célebre novela picaresca Guzmán de Alfarache; en concreto, el nombre de esta calle aparece en un documento notarial por el cual el novelista bautizado en la Colegial del Salvador da poder a Domingo García y a las doncellas Gregoria Bolante y María Calderón para que puedan alquilar en su nombre unas casas que poseía de por vida en dicha calle; la fecha del protocolo, junio de 1607, tiene la particularidad de ser inmediatamente anterior a la marcha del escritor (y Hermano Mayor de la cofradía del Silencio) a Nueva España, donde buscará mejor fortuna y donde le sorprenderá la muerte en 1614 y en la más absoluta indigencia, tal como comentamos en otra ocasión.

No tan famoso ni reconocido será otro vecino de la calle, éste apodado "Balazo", que a comienzos del siglo XIX se significó como firme partidario de las tropas napoleónicas asentadas en Sevilla, traicionando a quienes se posicionaban dentro del movimiento de resistencia contra la ocupación gala; junto a otro compinche de similar ralea, de apellido Ariza, pudieron huir por la Puerta Real durante la expulsión de las fuerzas francesas en agosto de 1812, aunque finalmente "Balazo" fue capturado y fusilado por traidor a su patria en el sitio conocido como el Salitre, no lejos de la Puerta Osario. 

Adoquinada en 1898 y de carácter eminentemente popular por la zona en la que estuvo y está enclavada, la calle Redes poseyó un cuartel (vinculado quizá al cercano del Carmen), fábricas con hornos de ladrillos, algún negocio relacionado con la prostitución (como ya hemos visto) y en el número 37 el llamado Corral de las Armas, sin olvidar que durante cierto tiempo y en el número 20 de la calle tuvieron sus casas los miembros de la controvertida Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, fundada a raíz de las supuestas apariciones marianas registradas en el Palmar de Troya (nunca reconocidas por la Diócesis Hispalense entonces en manos del cardenal Bueno Monreal)  y que tuvo en sus inicios como cabeza visible a Clemente Domínguez, quien en 1978, tras la muerte de Pablo VI se autoproclamó Papa con el nombre de Gregorio XVII; pero esa, esa ya es otra historia. 

14 marzo, 2022

Hermano Mayor.

 

Una de las calles más transitadas en las fechas semanasanteras, sobre todo por servir para cortar camino entre la zona de Plaza Nueva y la Magdalena, es la dedicada a un célebre sevillano, escritor de novela picaresca, y cofrade por más señas, aunque el nombre original de la calle hubo de cambiarse para evitar equívocos groseros; pero como siempre, vayamos por partes.


 

Entre las calles Carlos Cañal (casi al lado del desaparecido Horno de San Buenaventura) y San Pablo, trancurrió, y transcurre, una estrecha y serpenteante callejuela que en su tiempo se denominó con nombres tan peregrinos como Lechera o Nabo, sin que se sepa a ciencia cierta el por qué de ambos topónimos. Lo cierto es que con esos nombres aparece reflejada en los planos de Olavide de 1777, hasta que en 1845 se le concede el nombre de Navas, bien en recuerdo de la Batalla de las Navas de Tolosa (1212) o bien por "maquillar" de modo amable el vocablo original de la calle, que sin lugar a dudas podría dar lugar a todo tipo de chanzas y guasas, especialmente contra quienes dijeran vivir en una calle con tan poco edificante nombre. 

En cualquier caso, merced a las gestiones del sacerdote y cofrade José Sebastián y Bandarán, en 1915 el nombre de calle de Las Navas será definitivamente sustituido por el actual, dedicado al escritor sevillano Mateo Alemán, quien es conocido literariamente como el autor de la novela picaresca Guzmán de Alfarache, o lo que es lo mismo, uno de los más importantes testimonios (junto los cervantinos Rinconete y Cortadillo) sobre cómo era la vida en los bajos fondos de esa Sevilla del siglo XVI.

Bautizado en la Iglesia Colegial del Salvador en el año 1547, el mismo en el que nace Miguel de Cervantes, era hijo de Hernando Alemán, médico cirujano de la famosa Cárcel Real de Sevilla, y descendiente de una familia con antecedentes judeoconversos. Algunos datos mencionan sus estudios de gramática con Juan de Mal Lara y su graduación como bachiller en Artes y Teología en el colegio de Maese Rodrigo en 1564, la actual universidad hispalense, así como ciertos conocimientos en leyes y derecho.


Acuciado por las deudas tras morir su padre, Mateo Alemán hubo de realizar un infeliz matrimonio de conveniencia para no dar con sus huesos en la cárcel, recorriendo media España ejerciendo el oficio de recaudador y juez visitador, pero de resultas de su agitada vida (tendrá buena relación de amistad con Lope de Vega durante su estancia en Sevilla) y de su mala gestión en negocios propios, permaneció preso en Sevilla durante dos años y medio, tiempo más que suficiente para captar las costumbres y modos de vida de la población reclusa sevillana, algo que le sería muy útil al escribir su novela Guzmán de Alfarache, publicada su primera parte en Madrid en 1599 y que alcanzó gran éxito en España y Europa.

Pese a todo, y pese a proseguir su labor como eficiente funcionario de la Corona, volverá a ser encarcelado a su vuelta de Madrid de nuevo en Sevilla; cansado de la vida en España, decide pasar a Indias, embarcando en 1608 y llegando a México, donde entrará a formar parte del personal del arzobispo García Guerra. La suerte, sin embargo, no le acompañó en sus últimos años de estancia americana, ya que fallecerá en la más absoluta indigencia en 1614.

Como cofrade, desde los veinte años Mateo Alemán formará parte de la nómina de hermanos de la antigua Hermandad de la Santa Cruz en Jerusalén ("El Silencio"), y ostentará el cargo de Hermano Mayor entre  1574 y 1595. Durante esa etapa, logrará el importante cambio de sede canónica de la cofradía, abandonando en 1579 el llamado Hospital de la Santa Cruz en Jerusalén, o de los Convalecientes, en la actual calle Rioja y adquiriendo la capilla del Santo Crucifijo y parte del Hospital y Casa de San Antonio Abad, en la entonces calle de las Armas, ahora de Alfonso XII. Se estableció un ventajoso convenio con la Orden de Vienne, propietaria hasta entonces, por el cual habría de recibir de la corporación nazarena seis mil maravedíes anuales.

Además, en 1578, Mateo Alemán recibirá el importante encargo de su Hermandad de redactar nuevas Reglas, en las que, además de establecer la celebración de cultos, estación de penitencia, cabildos y demás cuestiones (como la aparición por primera vez del cargo de Hermano Mayor) se hace especial hincapié en la labor caritativa de la corporación, centrada, como no podía ser de otro modo, en la atención a los presos, aunque dando prioridad por este orden: primero a los que lo fueran por deudas y por supuesto con preferencia hacia los miembros de la Hermandad y sus familiares antes que a cualquier otra persona. 

Como curiosidad, por aquellas fechas los hábitos de los nazarenos eran: "túnicas de color morado, que lleguen hasta el suelo, los rostros cubiertos con capirotes bajos; una soga ceñida a la cintura: en el pecho un escudo de cuero u hoja de Milán, pintado en él la Cruz de Jerusalén, y los pies descalzos". La hoja de Milán, aludía a una hoja de lata, mientras que a los hermanos más antiguos o de mayor edad se les permitía el uso de alpargatas. La cofradía salía en la mañana del Viernes Santo y visitaba cinco iglesias, cercanas a su sede. 


 Las Reglas de Mateo Alemán, de las que se conserva una copia de 1642, restaurada en 2002 por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, fueron copiadas por otras hermandades, como la de Jesús Nazareno de Utrera y además, durante cierto tiempo, se sostuvo incluso que la cruz de carey que porta Jesús Nazareno en la Madrugada habría sido enviada desde México por el propio Mateo Alemán, algo desmentido luego por la investigación histórica, ya que fue donada a comienzos del siglo XVII por la familia Cervantes, residentes en Nueva España. 

No obstante, ¿Por qué no iba a mantener el contacto con sus hermanos de Sevilla? A buen seguro, Mateo Alemán, allá en tierras indianas, nunca olvidaría los ecos penitenciales de su cofradía cada mañana de Viernes Santo... 

Fotos: Marina de Gades.

25 noviembre, 2019

El "Monstruo de la Naturaleza" y Sevilla.


           


Hoy lunes, 25 de noviembre se cumplen 457 años del nacimiento, allá en el Madrid de los Austrias, del llamado Fénix de los Ingenios o también Monstruo de la Naturaleza (así lo calificó Miguel de Cervantes). Autor de innumerables obras literarias, pasará a la historia por su ingente capacidad para crear piezas teatrales, comedias, con las que se consagrá en una etapa, la barroca, en la que tendrá como antagonistas a escritores de la talla de Calderón de la Barca o Tirso de Molina, en una etapa en la que el teatro barroco se convierte en un auténtico fenómeno de masas, aún contando con la oposición de la jerarquía eclesiástica que veía en los corrales de comedias, auténticos lugares de pecado. 

          El teatro cobra un tremendo auge, hay rivalidad, pendencias, grupos de espectadores que van a abuchear y reventar los estrenos del autor rival, todo ello mezclado con el estruendoso ambiente de los corrales de comedias, donde por un precio irrisorio se podía, comer, beber, gritar, abuchear, silbar, lanzar objetos y disfrutar del espectáculo (como el fútbol, vamos). La situación será tal, que el Consejo de Castilla habrá de regular los corrales de comedias, mediante un decreto, en el que incluía la presencia de un alguacil, con el objetivo de vigilar que: "...no haya ruidos, ni alborotos, ni escandalos, y que los hombres y mujeres estén apartados, así en los asientos, como en las entradas y salidas, para que no hagan cosas deshonestas y para que no consientan entrar en los baños a persona alguna fuera de los actores."  

           Mil disculpas, con tanto corral y tanta comedia hemos dejado abandonado a quien hoy habría celebrado su cumpleaños, nada más y nada menos que Don Lope de Vega y Carpio, un genio del siglo de oro español y cuya vida, rodeada de mil andanzas, merece hoy, en su cumpleaños, una modesta reseña. De familia modesta, hijo de padre bordador y madre de quien poco se conoce, Lope manifestó de niño una gran inteligencia y habilidad para el latín, ya que se sabe que con apenas cinco años lo leía con enorme soltura y que con 12 años era capaz de escribir comedias con singular estilo, lo que se dice un niño prodigio, vamos. 

       El poeta y músico Vicente Espinel será su maestro y protector, entrando a estudiar en el colegio jesuita madrileño de los teatinos y también en el llamado Colegio de los Manriques de Alcalá de Henares, pero se sabe que no logró título alguno, quizá por que ya en aquellas fechas había entrado en escena, nunca mejor dicho, otra de las grandes pasiones de Lope de Vega y por cuya culpa se vería metido en no pocos sinsabores y desdichas, aunque también en gozos y alegrías: las mujeres. ¡con 18 años ya estaba “amancebado” esto es, conviviendo sin contraer matrimonio canónico con María de Aragón, con quien tendrá su primera hija!                 

       Fino bigote, recortada perilla y aires de galán, apasionado, atribulado, sensible, impetuoso, él mismo parece un personaje sacado de sus propios dramas, todo un seductor con indudable capacidad para el galanteo. 

       Es evidente que con estos antecedentes no era firme candidato para el sacerdocio, de modo que hubo de buscar fortuna haciendo lo que mejor sabía: escribir. Prosiguió con sus estudios con regular éxito, pero de todas estas ocupaciones le distraían las continuas relaciones amorosas. 

       Elena Osorio, a la que conoció en 1583, fue su primer gran amor, la «Filis» de sus versos, separada entonces de su marido, el actor Cristóbal Calderón; Lope estuvo cuatro años con ella y pagaba sus favores con comedias para la compañía del padre de su amada, el empresario teatral o autor Jerónimo Velázquez. En 1587 Elena aceptó, por conveniencia, entablar una relación con el noble Francisco Perrenot Granvela, sobrino del poderoso cardenal Granvela. Un despechado Lope de Vega hizo entonces circular contra ella y su familia unos libelos: 

Una dama se vende 
a quien la quiera. 
En almoneda está. 
¿Quieren comprarla? 
Su padre es quien la vende, 
que aunque calla, 
su madre la sirvió de pregonera... 

    Su vida será a partir de entonces un constante ir y venir, lleno de inquietudes y dificultades, pero siempre llevado por el corazón, siempre alentado por el amor a una mujer… 

           Podríamos seguir con la novelesca vida del autor de Fuenteovejuna, pero en esta mañana de lunes, si te parece Antonio, nos centraremos en su relación con nuestra ciudad, con Sevilla. Presente en sus obras, ahora lo comentaremos, no podemos olvidar que vivió en aquella Sevilla puerto y puerta de Indias, por la que entraban innumerables riquezas y que atraía a gentes de toda condición social y económica en busca de la “aventura americana”.

        Estudios como los de García baquero o Serrera contreras ponen de manifiesto que en su niñez, cuando era ya un experto en latines, vivió en nuestra ciudad, en concreto en la casa de su tío Miguel de Carpio, entonces inquisidor de Sevilla, y que tenía su residencia al parecer en el barrio de Triana, lo cual no es de extrañar habida cuenta la proximidad al Castillo de San Jorge, la siniestra fortaleza sede del Santo Oficio. Lope de Vega le dedicará palabras de agradecimiento en la dedicatoria de su comedia La hermosa Ester (1621) : "de noble y santa memoria, en cuya casa pasé algunos de los primeros días de mi vida" y en donde el poeta recuerda con agrado que se crió y que con él "aprendió las primeras letras latinas". Debió ser duro e intransigente en su inquisitorial oficio don Miguel, ya que por entonces era considerado "hombre por quien hoy dicen en Sevilla cuando una cosa está caliente: 'quema como Carpio'"

      Como curiosidad, Miguel del Carpio será uno de los inquisidores que investiguen a Teresa de Ávila tras ser denunciada por una dama sevillana que no fue aceptada en la comunidad carmelita descalza, siendo imputada de practicar una doctrina nueva y supersticiosa, llena de embustes y semejante a la de los alumbrados de Extremadura. Los inquisidores investigan sobre el «Libro de la Vida»; están seguros de que contiene engaños muy graves para la fe cristiana. El documento está fechado en Triana, en el castillo de San Jorge, el 23 de enero de 1576. Finalmente, los propios inquisidores comprobarán las patrañas de la dama denunciante y la Santa de Ávila saldrá airosa de un proceso que a punto está de llevarla a las cárceles trianeras. 

      Como puede atisbarse, vive Dios, de nuevo nos estamos yendo por las ramas... 

      Ya en el siglo XVII, está completamente comprobado que entre 1600 y 1604 Lope de Vega residirá en Sevilla. ¿Concidió con Cervantes? Quizá, aunque no hay pruebas documentales. Se sabe que por aquel entonces Lope de Vega se hallaba ya casado en segunda nupcias (su primera esposa falleció de sobreparto) con Juana de Guardo, hija de un rico abastecedor de carne madrileño, con quien tendrá tres hijos. 

      Sin embargo, Juana se encuentra en Madrid, mientras que Lope pasea por las calles hispalenses llevando del brazo a otra mujer, ¿quién? Micaela de Luján. Actriz de gran belleza, su marido había cruzado el Atlántico y se hallaba por aquel entonces en el Perú, falleciendo allí en 1603. 

     Ignorando una vez más las convenciones sociales de la época Lope y Micaela vivirán juntos desde 1599, en una vivienda alquilada en la collación de San Vicente. Se sabe que en su iglesia parroquial serán bautizados algunos de los cinco hijos que engendrará la pareja en sus años de relación, en la que Lope convertirá a Micaela en Camila Lucinda o Lucinda y la hará protagonista de encendidos sonetos de amor dedicados a ella y de al menos dos comedias que transcurren en nuestra ciudad: El Arenal de Sevilla, ejemplo claro de comedia de capa y espada, y El ruiseñor de Sevilla. 

       Trasladada la pareja a Madrid, Lope se verá en la obligación de hacer frente a dos hogares a la vez, ya que su esposa Juana vivía por aquel entonces en Toledo, con lo cual podemos imaginar la situación, Antonio... 

       En Sevilla, Lope de Vega frecuentará la famosa tertulia literaria del noble y poeta sevillano Juan de Arguijo, cuya casa palacio aún se conserva en la calle del mismo nombre, convertida ahora en el colegio Itálica, junto a la calle Laraña. Arguijo, excelente vihuelista y mecenas, será merecedor de varias dedicatorias de Lope, entre ellas sus Rimas o su comedia “La Hermosura de Angélica”, compuesta en su mayor parte en Sevilla aunque publicada en Madrid. 

        Además, por no extendernos mucho, hay que dejar constancia de la estrecha relación de amistad que Lope de Vega mantuvo con el escritor Mateo Alemán, autor del pícaro Guzman de Alfarache y que llegó a ser Hermano Mayor de la Hermandad de la Santa Cruz en Jerusalén, el Silencio. 

      Sevilla, la Sevilla de nobles, pícaros, canónigos, damas, mercaderes, caballeros, mendigos, prostitutas, artesanos, espadachines, matones, religiosas, esa es la Sevilla que pisó Lope de Vega. La de las entradas reales, terremotos, procesiones, riadas, autos de fe, riñas, mercados, epidemias, esa fue también la ciudad que disfrutó y sufrió. 

       Dos fragmentos sobre el Arenal bastarán para dejar dicho lo que él vió allí en aquellos años felices junto a Micaela de Luján: 

Famoso está el Arenal, 
¿cuándo lo dejó de ser? 
No tiene, a mi parecer, 
todo el mundo vista igual. 
 Cuánta galera y navío 
mucho al Betis engrandece. 

Otra Sevilla parece 
que está fundada en el río. 
Eso hay en el Arenal, 
¡oh, gran máquina Sevilla! 
¿Esto sólo os maravilla? 
Es a Babilonia igual. 
Pues aguardad una flota 
y veréis toda esta arena 
de carros de plata llena, 
que imaginarlo alborota. 

          Viudo, al fin de sus días, Lope de Vega experimentó una fuerte crisis existencial que le llevó a ordenarse sacerdote (había sufrido incluso un intento de asesinato) y a cuestionarse una vida hecha para escribir pero necesitada siempre del amor, pero esa, esa ya es otra historia…