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09 marzo, 2015

Con nocturnidad.-

En las frías noches cuaresmales, causábanos cierto estupor contemplar extrañas mesas de gran tamaño portadas en su interior por esforzados jóvenes (y no tan jóvenes) cubiertas las testas con costales y fajados con gruesos lienzos como los que usaban los mozos de cuerda antaño. 



Cierto es que en principio pensamos, en nuestra habitual ignorancia, que se trataba de condenados por la justicia y que era su castigo portar tremendos pesos sobre sus cervices, preguntándonos, incluso, si no habría sido más útil para el Rey, nuestro Señor, que sirvieran como galeotes en la Armada.

Sin embargo, escuchar que de tales estructuras salen melodías similares a marchas militares nos indujo a pensar si no se trataría de algo a modo de ensayo para algún fin castrense. 

Tal sería nuestra sorpresa al contemplar tales maniobras en plena madrugada, que uno de los mozos, inquirido por nosotros, nos ilustró sobre tal pormenor, indicándonos que tratábase de entrenamientos para las andas de Semana Santa y que tales parihuelas iban o bien cargadas con pesados fardos, o con macizos bloques de piedra o incluso con algunas de las esculturas que luego procesionarán, Dios mediante, a partir del próximo Domingo de Ramos. 

 
Quedamos sobrecogidos por la destreza de capataces y contraguías, que así se denominan quienes comandan tales ingenios de madera y metal, e hicimos votos por apreciar, en lo sucesivo, el oficio y trabajo del que los dichos costaleros hacen gala.


04 febrero, 2012

En frío.-

En febrero, siete capas y un sombrero.


Que amenaza gran helada,
avísannos con denuedo,
Que bajarán los mercurios
hasta niveles extremos,
que abriguémonos en demasía
para que ateridos no estemos,
que procuremos cobijo
cuándo preséntense vientos.


Habrá que prepararse, pues,
y disponerse al evento
siendo que prevenir habrá
coleto, hopalanda y chambergo,
jubón, calzas y albornoz
borceguíes y sombrero,
y aprestarnos a sufrir
embates de aqueste invierno
que a dentelladas acude,
como siempre, traicionero,
a maltratar nuestros ánimos
y zaherir nuestros cuerpos;

Que no faltará quien afirme
en duros tiempos aquestos
(en los que el frío atenaza
los ánimos más dispuestos
y el termómetro amenaza
aunque se tengan arrestos),
que aquestas temperaturas
muy bajas son, en efeto,
mas auguran grandes cosas
cuando agonice febrero,
y siempre habrá quien recuerde,
con seso sagaz y vivo,
con gesto y con mucho empeño,
calores cuando verano
o tórrido mes agosteño,
quien rememore sudores
y malas noches sin sueño.

Mas gélidas noches son
para sentarse al brasero,
para disfrutar de un libro,
deleitarse en vino bueno,
para rezar el rosario,
con devoto sentimiento.
Y sin parecer grosero
para que cada cual faga
lo que quieran sus deseos.

De modo y manera que
aquestos fríos tremendos
sean por siempre bienvenidos
que cuando calores ciertos
nos martiricen, empero,
recordemos con nostalgia
este frío de febrero.