27 abril, 2011

Días Feriados.


Han tocado a su fin los días de la Semana Mayor en Hispalense, mas no por ello ha mermado el fervor de los habitantes de aquesta tierra por sus cofradías pese al temporal de lluvias que ha azotado sin piedad la Ciudad; que aunque en mis tiempos conoscí graues inundaciones y desgracias por ello, he de decir que agora la inundación se ha visto en las lágrimas y lloros de no pocos y la desgracia en los rostros de muchos al ver frustrada su salida en cofradía acompañando a sus Titulares.



No han faltado voces aludiendo a castigo divino, ni quienes se lucraron con tamaña desgracia en lo meteorológico, especialmente tabernas y bodegas.


Grandes multitudes se agolparon en las calles tanto en los días propicios como en los nefastos e sin temor al aguacero pudiéronse contar por miles los que vistieron su hábito nazareno aún con la certeza que su cofradía no podría hacer Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral.




Hubo cientos de visitas para contemplar los Pasos que no pudieron salir. Cuando el tiempo fue bueno sonaron cornetas lastimeras y roncos tambores, vióse el esfuerzo de los mozos bajo las andas; incluso hubo hasta quién aprovechó estas manifestaciones de piedad para orar.



Durante el Tríduo Sacro las iglesias y templos principales acogieron solemnes ceremonias litúrgicas y fueron dignos de ver los Monumentos Eucarísticos montados con sumo esmero y compuestos con numeroso aparato de cera y flores.



Hánse retirado las estructuras de hierro de la Plaza de San Francisco, no queda rastro de la cera derramada sobre las calzadas, ni tampoco de las colgaduras y reposteros que adornaban fachadas y balconadas.



Como en súbito cambio de decorado teatral, la ciudad cambia de escenario y se dispone a vivir, al parecer, nueva etapa mas esta vez sin espíritu penitencial ni austeros sacrificios.



Ello no obsta para que el incienso se haga dueño de calles y avenidas, siendo cosa curiosa por ende.  



Curioso y atrayente de aquesta Sevilla resulta en estas fechas atisbar cómo en cuestión de siete jornadas el paisaje parece transformarse y cobrar otro tipo de vida, cómo de las túnicas se ha pasado a hablar de ciertos vestidos femeninos, que a tenor de lo visto, poco distan del que antaño lucían las mujeres de la etnia egipcíaca, aunque justo será decir que aguardamos verlo con nuestro propio entendimiento pues más parecen prendas ajustadas y sugerentes que vestidura regional como dicen apelarla.



Heredera de lucidas fiestas de Cañas y Toros, de ingrata memoria habría sido esta ciudad si en estos días no se celebrasen festejos en el coso del Baratillo y que en él se corran morlacos de las más preclaras ganaderías, con juego regular, y que los diestros se afanen en alardear de su valor frente a bestias de muchas arrobas.



Y cómo colofón de atracciones, acuden a la Ciudad malabaristas, saltimbanquis, domadores, polichinelas, acróbatas y magos.







En mis habituales paseos matutinos topé no ha mucho con cierta zona de la Ciudad en la que supuse levantábase enorme campamento habida cuenta la cantidad ingente de tiendas del más variado tamaño y disposición, alineadas en perfecto orden y, lo que más no llamó la atención fue que pese a la movilización de carruajes y la concentración de vituallas, hierros, toldos, flores de papel y demás, aquellas tiendas o pabellones hallábanse desiertos.





Y lo que más nos sorprendió fue ver erigido poderoso arco de triunfo en zona principal de aquel real lo que nos llevó a pensar si Su Majestad no tendrá pensado acudir a aquellos predios y honrarlos con su visita y el Consistorio ha decidido ornar de tal manera el dicho campamento a fin de hacer regocijo de tan regia visita.



Quienes saben de esto dicen se trata de la Feria, más debo reconocer que la única que conozco así llamada es la Heria de los Jueves en la collación de San Juan de la Palma y que en la antedicha sólo se hace mercado y venta de utensilios, viandas y demás y por ello quédome asaz confuso, constituyendo estado de ánimo habitual en nos, porque nuestras luces y entendimiento no alcanzan más allá.



Aguardamos con desazón acudir a tal Real, haremos sacrificio en pro de nuestra misión en esta Ciudad y daremos cuenta de lo que allá se cuece.

15 abril, 2011

Cera




Pergeño aquestas torpes palabras. Mis sentidos andan nublados, extraña contradicción, por un sol blando y perezoso. La Ciudad parece haberse adentrado en también extraña contradicción.


Quienes me aprecian me han contado y narrado las maravillas de aquesta vigésimo primera centuria, de la milagrosa y casi mágica electricidad que arriba a los hogares por finos hilos y alumbra y proporciona energía a curiosos engranajes y aparatos que muévense a su albur y mejoran no poco la humana existencia: lavan ropajes, calientan viandas, enfrían y hasta hacen de hielo pescados y carne o hacen funcionar extraños mecanismos de los que salen melodías y voces humanas que ignoro de dónde proceden mas me maravillan en grado sumo.



Sin embargo, en estas jornadas previas al Tríduo Sacro, observo cómo, pese tanto adelanto los hispalenses parecen retornar a mis fechas, y aunque desconocen las virtudes de los candiles y bujías de aceite, empero, se han lanzado sin freno a adquirir cera de a dos, de a cuatro y hasta de a ocho libras, con el indudable fin de suministrar lucimiento a las calendas que se avecinan.



Perviven obradores en los que la cera de los panales se convierte en cirios, codales, hachas, hachones, lamparillas, mariposas, velas, y demás, y con colorido vario y aspecto novedoso para nos como es en forma de flores de cera que quedan ornando las andas de la Santísima Virgen bajo palio.



Y no faltan candeleros, blandones, candelabros, lámparas, faroles, guardabrisas o fanales en los que campee triunfadora la cera como venida de mi época a dar prestancia y luminosidad a cultos, procesiones y esperas.


Item más, hay profusión della en templos, capillas, iglesias y colegiales, en balcones y fachadas, aunque no sean palacios ni mansiones nobiliarias.


Ya lo dijo nuestro Criador: “Fiat Lux”. Y en aquesta tierra tómanselo al pie de la letra. Doy fe dello.

08 abril, 2011

Vísperas


VISPERAS

Anda la ciudad entrada en fechas cuaresmales, mas no por ello parece que aquestas calendas supongan para ella penitencias excesivas, ayunos o vigilias, antes bien, quien busque aflicción o flagelación nada de ello encontrará, pues cosa notable es cómo muchos parescen disfrutar de las jornadas que se avecinan y acuden con presteza a cultos solemnes y otras devotas prácticas, aunque es justo decir que agora éstas se acompañan de actos que en mis tiempos serían extraños.








En los más principales templos las Cofradías se aprestan a ornar sus andas, a aprestar sus enseres, a otorgar cédulas a los cofrades y a vestir sus Imágenes con tal magnificencia que ello causa sorpresa en no pocos, mas a favor dello es honroso añadir que tales muestras de compostura y respeto no creemos que vayan en detrimento de nada y que no son pocos los que veneran a sus Imágenes Sagradas de tal modo.








Llévanse las andas al interior de los templos, como decíamos, portadas por esforzados mozos que sobre sus cabezas las portan a las órdenes de un capataz, y generoso vigor supone tal oficio, y aunque me dicen que es menospreciado por unos y alabado en exceso por otros ha de considerarse que hacen tal trabajo sin percibir ducados ni maravedís por ello, abonando sus limosnas a la cofradía como hermano más.


No escasean incluso letreros que aluden a las jornadas que se aproximan y que por su forma e constitución parecen impedir el paso de carruajes y literas en los días de la Semana Santa.



Item más, habida cuenta las medidas de tales andas, no es de extrañar en algunas iglesias débanse colocar aparejos de madera que faciliten la salida de tales Pasos (así les llaman) y que algunas de estos aparejos o “rampas” tengan justa fama por el lucimiento que supone el tránsito por ellos de cortejos y andas.








Mas llámanos la atención cómo no son pocos los hispalenses que se aprestan a vestir sus hábitos nazarenos, aunque agora no son las túnicas de angeo o de presilla, ni de lienzo basto, ni cubren sus cabezas con cabelleras o caperuzas como antaño, ya que los tiempos han variado tales costumbres por lujosos tejidos y curiosas estructuras cónicas llamadas “capirotes” que a nos parescen más cosa del Santo Oficio que de Cofradía devota.