09 septiembre, 2024

La calle del Tocino o el maestro de la Resolana.

Es 30 de mayo, festividad del santo patrón de Sevilla. La ciudad sigue conmocionada, no se habla de otra cosa que del entierro, el día anterior y en el cementerio, precisamente de San Fernando, del joven matador de toros Manuel García, "El Espartero", muerto trágicamente en la madrileña plaza de las Ventas a manos del toro "Perdigón" de la afamada ganadería de Miura. Sin embargo, y pese a todo, es día de fiesta en el barrio. Las nuevas escuelas, patrocinadas y construidas por la Real Maestranza de Caballería han terminado sus obras y acude a su inauguración y bendición por el arzobispo Sanz y Forés lo más granado de la alta sociedad sevillana, amén de las principales autoridades de la ciudad. Don Faustino, el director la escuela, vestido de punta en blanco, procura, junto con los demás maestros, que todo esté en perfecto estado de revista para el acontecimiento. Corre el año 1894 y con la apertura de este colegio en la Resolana (o mejor, "Los Altos Colegios") se inicia una trayectoria educativa a cuyo frente se sitúa un maestro sevillano que hasta bautizará, con merecimiento, una calle con su propio nombre; pero, para variar, vamos a lo que vamos.

Entre las calles Relator y Bécquer se encuentra una antigua calle, que desde, como mínimo, el siglo XV recibió un nombre cuando menos, peculiar: la calle Tocinos. Poco se sabe del origen de este apelativo, lo que es cierto es que en 1845 fue sustituido por el de Paloma, se ve que los munícipes hispalenses no pecaban de originalidad precisamente a la hora de nombrar calles. 

Félix González de León, allá por el año 1839 escribía sobre la calle Tocinos:

"Ignoro su origen, es larga y ancha, pero de muchos solares y malas casas. Pasa desde la calle Honda al muro de puerta de la Macarena. En ella hay una casa en cuya pared está pintado el purgatorio (o retablo de Ánimas) recuerdo continuado de que aquella casa fue hospital, en que se curó y se enterraron muchos cadáveres el año de la Peste de 1649.

Esta calle era más larga, principiaba en la del Peso del Carbón, pero por no tener casas en este primer tercio, y ser escusada, hace algunos años se cubrió con paredes y en la boca que salía a la calle Honda ha labrado un almacén para guardar sus parihuelas la cofradía de la Cena Sacramental".

Plano de Olavide. 1771.

Indicar que al aludir a la calle Honda Don Félix se refiere a Relator, al igual que Peso del Carbón alude a la cercana calle de Peris Mencheta. La Hermandad de la Cena radicó, por su parte, en la cercana parroquia de Omnium Sanctorum desde el siglo XVI hasta 1936, tras ser incendiada su sede el 18 de julio de aquel año. 

Tocinos, Paloma, eran nombres poco apropiados, sin duda, de manera que en 1916, a petición de la Asociación de Maestros de Primera Enseñanza de San Casiano se le cambió a su nombre actual: Faustino Álvarez. Pero, ¿De quién hablamos en este caso?

Como han estudiado las profesoras universitarias Felicidad Loscertales y Rosario Navarro y como queda reflejado en el muy buen resumen histórico de los Altos Colegios realizado por sus propios maestros Luis Medina y Vicente Callejo, Faustino Álvarez y Sáenz habría nacido en Sevilla en 1848, y estudiado Magisterio en la llamada Escuela Normal que por aquel entonces tenía su sede en la calle Alfonso XII, logrando la titulación de Magisterio con apenas veinte años. Su primer destino, con la oposición recién aprobada, fue Castilleja de la Cuesta y de ahí pasó a una escuela en la iglesia de San Esteban y a continuación a la denominada Cuarta Escuela de Párvulos de Sevilla, la que sería y sigue siendo conocida como los "Altos Colegios".

El mismo año de su inauguración (1894) el periodista Torcuato Luca de Tena alababa ya a las Escuelas de la Macarena en las páginas del número 190 de la Revista Blanco y Negro de Madrid:

"De este estímulo entre la Maestranza y el Ayuntamiento, de esta combinación entusiasta entre las personas que a su cargo tomaron la pronta y perfecta realización de una idea generosa y buena, ha salido, como no podía menos de suceder, una obra completa, una obra artística, una obra útil: las Escuelas de la Macarena.

Colocadas en un barrio muy típico, eso sí, pero abandonado y poco favorecido hasta ahora, serán desde hoy fuente de educación y de cultura para la infancia del pueblo sevillano; construidas sin mezquindad y adornadas con todo lujo, la enseñanza se dará en ellas con arreglo a los últimos adelantos de Froebel, Pestaloizi, Spencer, Montesinos y otros ilustres pedagogos; siendo las primeras escuelas que con tal riqueza de detalles se han abierto en España, será muy honrosa y muy larga la gloria de los que en su construcción y arreglo han intervenido."

Práctico en lo didáctico, innovador en lo pedagógico, Faustino Álvarez llegó a publicar una obra, que dedicó a sus hijas, con el título de "Apuntes pedagógicos referentes a la educación de los párvulos en España" y prueba de su trayectoria docente fue ser galardonado con la Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica, condecoración poco frecuente por entonces entre el gremio de educadores. Los Altos Colegios contaron en principio con aulas para párvulos y niños y niñas de hasta 9 años, y pronto consiguieron hacerse un hueco en el corazón de la gente del barrio, además, Faustino Álvarez, en torno a 1899, también promovió la creación de un Aula de Música, dirigida por el maestro José Osuna, que dio pie a la formación de la Banda Infantil de las Escuelas de la Macarena, contando con cuarenta componentes uniformados y que se prodigará durante algunos años en actos y procesiones en Sevilla hasta su desaparición en torno a 1910. 


Predominan en la calle que comentamos las casas de pisos modernos de tres plantas, alguna vivienda del siglo XIX y algún ejemplo de vivienda unifamiliar de una planta, aunque, como en otros barrios, comienza  a dejarse sentir la presencia de apartamentos turísticos. Incardinada en el barrio y feligresía de Omnium Sanctorum, merece la pena destacarse el ambiente de fiesta y devoción que transmitía la tarde de la salida procesional de la Virgen Reina de Todos los Santos, engalanándose fachadas y colocándose gallardetes, colgaduras y focos para iluminar el paso del cortejo, rematado por las hermosas andas de la Virgen con sus oscilantes y altos candelabros. 


Foto Reyes de Escalona.

Como recuerdo permanente de esa vinculación popular queda aún un precioso azulejo, colocado por petición popular, bendecido en 1973 por el cardenal Bueno Monreal situado en una barreduela a la mitad de la calle y que se instaló allí con motivo del XXV aniversario de la Escuela de Liturgia de la Parroquia, llegando a pasar por allí expresamente la procesión en un 4 de noviembre que sería recordado por la inestabilidad meteorológica. Por cierto, debemos y agradecemos estos datos a Joaquín de la Peña, actual Hermano Mayor de la Hermandad de la Reina de Todos los Santos y auténtico depositario de la Historia de aquella querida corporación de la calle Feria. 

Foto: Reyes de Escalona.

El director Faustino Álvarez fallece el 18  de abril de 1910 tras toda una vida entregada entre pupitres y pizarras y dejando un legado indudable en cuanto a compromiso y entrega con su alumnado; a título de curiosidad, exactamente entre esos mismos pupitres comenzará su formación como músico, tocando el bombardino, un niño del barrio de apenas once años llamado Manuel Pérez Tejera, quien, con los años, formará su propia Banda, la conocida y admirada del "Maestro Tejera", vinculada a la Virgen de Todos los Santos desde hace décadas, pero eso, eso ya es harina de otro costal. 

Recorte de "El Noticiario Sevillano" del 30 de mayo de 1894 en el que comparten espacio el entierro de "El Espartero" y la inauguración de los Altos Colegios



02 septiembre, 2024

Entre el Caballo y el Costurero.

En este recién estrenado mes de septiembre de 2024, zarpamos para nueva travesía con Hispalensia, esta vez con un recuerdo especial para el amigo Antonio Bejarano, con quien hasta no hace mucho hemos tenido la suerte y el privilegio de colaborar, y al que deseamos la mejor de las suertes en todos sus proyectos. Siguiendo sabios consejos, proseguiremos como hasta ahora, acudiendo a la cita de los lunes para que, quienes lo deseen, puedan atesorar, semanalmente, un poquito de Sevilla. 

Avenida llena de tráfico, especialmente cuando llega la Feria de Abril, contrasta el ir y venir de automóviles, viandantes y muchos, muchos turistas, con la belleza de la arboleda que la rodea y la prestancia de sus diferentes edificios, sin contar con que, como muchos ya habrán adivinado, tanto esta avenida como el frondoso parque que se halla a su vera llevan el nombre de una mujer fundamental para entender este sector de la ciudad, testigo sobre todo del paso del tiempo en los siglos XIX y XX; pero, para variar, vamos a lo que vamos.

Entre la Glorieta de San Diego y la de los Marineros Voluntarios, o lo que es lo mismo, entre el popular "Caballo del Cid" y el "Costurero de la Reina", la Avenida de María Luisa toma el nombre de Su Alteza Real Doña María Luisa Fernanda de Borbón y Borbón, hermana de la Reina Isabel II, esposa de Antonio de Orleans, Duque de Montpensier y madre de María de las Mercedes, esposa de Alfonso XII. Aunque nacida en la corte madrileña allá por enero de 1832, muy joven marchará a Francia tras su matrimonio con el Duque de Montpensier (eterno conspirador y frustrado rey de Ecuador y España) con el que tendrá nueve hijos, entre ellos la mencionada María de las Mercedes, fallecida con apenas dieciocho años y cuya historia de amor con el monarca español pasó a la cultura popular y de ahí a la copla y el cine.

El matrimonio Orleans-Borbón se traslada precipitadamente a España tras la proclamación de la Segunda República Francesa en 1848, estableciéndose en Sevilla a la postre, creando en el adquirido Palacio de San Telmo la conocida como "Corte Chica", hacia la que supieron atraer a lo más destacado de las élites andaluzas y de los literatos y artistas hispalenses de aquel momento. La influencia de la pareja en la ciudad, que apodará al Duque de Montpensier como Don Antonio "El Naranjero" por sus extensas propiedades agrarias de cítricos, o la se hará sentir de muchas formas, pero cobrará especial importancia tras la muerte de éste en 1890, cuando el consistorio sevillano le solicite a María Luisa de Borbón una serie de terrenos anexos al Palacio de San Telmo para abrir una avenida que uniera la actual de Menéndez Pelayo con los Jardines de las Delicias, lugar habitual de diversión para muchos. 


Un año después, la Duquesa viuda accedió y se iniciaron los trabajos de apertura, consistentes sobre todo en la demolición de diversas construcciones correspondientes al personal de servicio de los Montpensier, sin olvidar de la creación del Parque de María Luisa con sus 34 hectáreas de superficie, a uno de los lados de la nueva vía, inicialmente creado en principio como jardín por el propio Antonio de Orleans auxiliado por el paisajista Claudio Boutelou y en 1912 reformado por el francés Jean Claude Forestier con vistas a la Exposición Iberoamericana. Con una anchura inicial de 27 metros, curiosamente nunca fue adoquinada, pese a que con ella se tenía la idea de unir el Puerto con la estación de ferrocarril de Cádiz.


A lo largo de la propia Avenida de María Luisa se levantan diversos edificios vinculados a la gran cita de 1929, como el Casino de la Exposición, el Teatro Lope de Vega, o pabellones como los de Perú salido de los planos del arquitecto Manuel Piqueras Cotolí (ahora Casa de la Ciencia) y Estados Unidos, diseñado por el norteamericano William Templeton Johnson en 1928 (actual sede de la Fundación Valentín de Madariaga), sin olvidar el denominado Costurero de la Reina, y que fue construido por orden del Duque de Montpensier bajo planos de Juan Talavera y de la Vega, padre del también arquitecto Juan Talavera y Heredia. Viendo la fecha de realización, es fácil deducir que la leyenda del pequeño y coqueto edificio, al parecer el primero en estilo neomudéjar en Sevilla, al que acudía María de las Mercedes para sus labores de costura y para ser cortejada por el futuro rey Alfonso no deja de ser una más de las leyendas populares que tanto gustan en nuestra ciudad y que, por mucho que queden desmentidas, sean prácticamente imposibles de diluir. 



Fallecida en Sevilla en 1897, el recuerdo de María Luisa de Borbón quedó, como hemos dicho, en el Parque que lleva su nombre, y en una bonita escultura de cuerpo entero colocada en la Glorieta de los Lotos, no lejos de la avenida que comentamos. Rodeada de pérgolas y de una variada vegetación que comprende un plátano de sombras, jazmines o bignonias, la efigie, que fue inicialmente realizada en piedra por el escultor Enrique Pérez Comendador en 1929 y colocada en otra ubicación diferente, muestra a una María Luisa en edad avanzada, en actitud pensativa, mirada perdida, libro en su regazo y una rosa en su mano derecha, quizá en alusión simbólica a su hija fallecida María de las Mercedes. 

Sin embargo, la actual imagen está realizada en bronce, sustituyendo a la primera, la cual pasó a los almacenes municipales para ser donada a la ciudad de Sanlúcar de Barrameda en 1972, colocándose en la plaza de los Cisnes y, finalmente, concluir su periplo en el primitivo palacio sanluqueño de los Montpensier, ahora sede municipal, donde todavía permanece como testigo de un tiempo pasado de esplendores, pero, mejor, dejémoslo ahí para otra ocasión.