24 abril, 2013

Valladares

Entre las trianeras calles de San Jacinto y Fabié, se encuentra un callejón poco transitado, y durante mucho tiempo sin salida, que alberga en su interior una entrañable muestra de devoción a la Reina de las Marismas; pero como siempre, vayamos por partes.

Desde el Altozano, y tomando por la antes referida San Jacinto, bastará con tomar la primera calle a la izquierda, encontrarnos con la calle Valladares. En 1665, ya aparecía con el nombre de Balladares, al parecer en honor a un vecino de Aznalcóllar que en el siglo XVI se estableció como ollero en esa zona. Hay que tener en cuenta que el gremio de olleros y ceramistas tuvo carta de naturaleza en Triana

 Tuvo este antiguo callejón nombres tan curiosos como “Del Turco” o “Pastelería”, hasta que por los años de 1868 (siguiendo siempre a trianeros cronistas como Manuel Macías) tomó el nombre por Juan de Valladares, natural de Aznalcázar y que vivió entre los años de 1533-1615; personaje dedicado al oficio de ollero (hogaño, ceramista) y cuya fama al parecer radicó en su labor artesana, proseguida por su hijo Hernando, autor, por ejemplo de azulejos que decoraron no pocos cenobios y templos hispalenses y hasta peruanos.

 Sin embargo, y con todo, lo que más nos ha llamado la atención es la presencia de monumento a la imagen de la Virgen del Rocío en tan recoleto lugar (ahora que se acerca su fervorosa Romería en almonteñas tierras), costeado el dicho por grupo de fieles devotos en 1997, aunque la escultura fuera ejecutada antes, en 1973, por el catedrático Francisco Maireles, piadoso rociero y cofrade de quien se guarda gran memoria en esta ciudad y en otras como Sanlúcar de Barrameda.

 
Quede constancia de tan recóndita calleja en pleno corazón trianero, invitando a quien desee descubrirla que lo haga sin demora. 


No hay comentarios: