Deambulando por Triana, y en muy
buena compañía, topamos no hace mucho con cierta calle que por desconocida para
nosotros supuso toda una sorpresa. Si tomáis camino por el Altozano en pos de
San Jacinto, la encontraréis a mano izquierda apenas comenzada dicha vía.
Tuvo este antiguo callejón
nombres tan curiosos como “Del Turco” o “Pastelería”, hasta que por los años de
1868 (siguiendo siempre a trianeros cronistas como Manuel Macías) tomó el
nombre por Juan de Valladares, natural de Aznalcázar y que vivió entre los años
de 1533-1615; personaje dedicado al oficio de ollero (hogaño, ceramista) y cuya fama al parecer radicó en su labor artesana, proseguida por su hijo Hernando, autor, por ejemplo de azulejos que decoraron no pocos cenobios y templos hispalenses y hasta peruanos.
Sin embargo, y con todo, lo que
más nos ha llamado la atención es la presencia de monumento a la imagen de la Virgen del Rocío en tan
recoleto lugar (ahora que se acerca su fervorosa Romería en almonteñas tierras),
costeado el dicho por grupo de fieles devotos en 1997, aunque la escultura
fuera ejecutada antes, en 1973, por el catedrático Francisco Maireles, piadoso
rociero y cofrade de quien se guarda gran memoria en esta ciudad y en otras
como Sanlúcar de Barrameda.
Quede constancia de tan recóndita
calleja en pleno corazón trianero, invitando a quien desee descubrirla que lo
haga sin demora.
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