28 octubre, 2013

Al aire.-


 


 Quede dicho por anticipado que la veleta por excelencia en nuestra amada ciudad, Giraldilla, es conocida por común de los mortales, mas no es menos cierto que existen otras muchas en nuestra ciudad coronando torres y azoteas, y ahora que parece que mudan los calores por fríos y lluvias bien útiles resultan para amantes de meteorología.


 
Tienen como uso indicar dirección de vientos y aires, volanderos elementos que caprichosamente viran según Eolo trayendo consigo nubes o lluvias, siendo antiguo suorigen al decir de los estudiosos, pues bien podrían ser nacidas en la antigua Atenas, en peculiar torre de los Vientos que marcaba los ocho rumbos en forma de Rosa de los Vientos con un tritón en su cúspide a manera de veleta primera. 



Tampoco faltan quienes atribuyen al Papa Gregorio que, en recuerdo de las Negaciones de San Pedro, todas las veletas tuvieran forma de gallo, aunque como se puede apreciar, en Sevilla abundan de todo tipo, con formas heráldicas y hasta con figuras que más que atraer vientos podrían repelerlos…


13 octubre, 2013

En el aire.-


Paseábamos plácidamente y en inmejorable compañía por paraje próximo a Prado de San Sebastián cuando, de súbito, divisamos cómo en lontananza un extraño objeto pugnaba por desafiar a los vientos y a la poderosa atracción gravitatoria de nuestro planeta.


 
Tras acercarnos a su proximidad, (con suma cautela, todo hay que decirlo, no fuera a ser cosa del Maligno), comprobamos con gran pasmo que aquel objeto de llamativo color y enorme tamaño, se elevaba con individuos a bordo suya, pues poseía barquilla en la que los pasajeros subían y bajaban sin que por ello sufrieran mareos o desmayos. 

 Como quiera que se hubiera formado cierta fila para poder acceder a dicho artilugio, decidimos colocarnos en ella y aguardar nuestro turno, llegando el momento de poner nuestros pies en su interior y disponernos a subir a los cielos (valga la expresión sin ánimo jocoso, Dios nos libre). 

 
Durante la ascensión el mozo que manejaba los resortes de aquel armatoste nos explicó que aquel “Globo” (pues tal era el nombre del ingenio) podía alzarse merced al calentamiento del aire que se situaba en el interior de su forma, y que por ello, gracias a leyes de la Física nosotros podíamos alcanzar respetable altura y aún más, de no ser por oportunas sogas que impedían tal cosa. 

 
 
Descendimos de modo suave y lento, gratamente sorprendidos por la experiencia, y un poco temerosos porque el Santo Oficio viera en este vuelo asunto de nigromantes o brujas, más nos afirmaron que tal levitación era asunto legal y hasta muy usado para variados menesteres, sin que por ello se fuera en contra de lo establecido.
 
Más globos en Hispalensia, aquí.