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04 mayo, 2015

Para enmarcar.-



Ahí la tienen vuesas mercedes, la Torre. Campanario, veleta y ladrillo. Creada por mahometanos, y rematada en mis tiempos, cuando oros y platas comenzaban a arribar de Indias en forma de caudaloso cauce. En este pliego la contemplamos en un lienzo un tanto gastado, mas no teman nuestros lectores, que trátase de mera ilusión creada por complicados mecanismos eléctronicos que capaces son de envejecer lo nuevo y renovar lo antiguo.

Nunca nos cansaremos de perseguirla entre calles y plazas, ni de atisbarla en alturas, como si fuera faro que nos alumbra en nuestro diario devenir...


28 octubre, 2013

Al aire.-


 


 Quede dicho por anticipado que la veleta por excelencia en nuestra amada ciudad, Giraldilla, es conocida por común de los mortales, mas no es menos cierto que existen otras muchas en nuestra ciudad coronando torres y azoteas, y ahora que parece que mudan los calores por fríos y lluvias bien útiles resultan para amantes de meteorología.


 
Tienen como uso indicar dirección de vientos y aires, volanderos elementos que caprichosamente viran según Eolo trayendo consigo nubes o lluvias, siendo antiguo suorigen al decir de los estudiosos, pues bien podrían ser nacidas en la antigua Atenas, en peculiar torre de los Vientos que marcaba los ocho rumbos en forma de Rosa de los Vientos con un tritón en su cúspide a manera de veleta primera. 



Tampoco faltan quienes atribuyen al Papa Gregorio que, en recuerdo de las Negaciones de San Pedro, todas las veletas tuvieran forma de gallo, aunque como se puede apreciar, en Sevilla abundan de todo tipo, con formas heráldicas y hasta con figuras que más que atraer vientos podrían repelerlos…


17 octubre, 2011

Turris Horribilis



Retornábamos a la ciudad que nos vio nacer tras breve estancia en la Villa y Corte por razones que al caso no vienen. Cruzando la llanura castellana, la senda nos había traído sinsabores y satisfacciones, mas llegando a su conclusión, en atardecida otoñal, gozamos de la debida recompensa de contemplar el caserío hispalense en lontananza, y recortándose y destacándose sobre él, la torre de la Iglesia Mayor, que aunque su basa sea mahometana el Maestro Hernán Ruiz rematóla con airoso cuerpo de campanas y coronóla con donosa veleta fundida por Morel.


Para el que llegaba a su Hispalis natal tras cierta estancia fuera della, distinguir abigarrado conjunto de torres y espadañas fue gozosa y sosegada experiencia, como regresar de Indias tras penosa travesía.



Rememorábamos aquel viaje cuando no ha mucho pudimos gozar de actual visión de la ciudad desde privilegiado otero. Enterradas entre edificios, sepultadas entre casas de elevada altura, cercadas hasta por cabrestantes de metal, apenas pudimos distinguir más que cuatro o cinco de aquellas torres con sus campanarios y eso aguzando no poco la vista pues no teníamos catalejo ni anteojos. Poco quedaba ya de aquel perfil erizado de espadañas, cúpulas y torres que oportunamente quedó reflejado en grabados y estampas de mi época.







El sonar de sus bronces, que llamaban a oración, doblaban a entierro, repicaban en días de fiesta o alertaban por fuego, queda agora enmudecido por molesto tronar  callejero y ruidoso transitar de carruajes, de tal manera que el oficio de campanero ha prácticamente desaparecido y sido cambiado por máquinas que tañen las dichas campanas, excepción hecha de la Colegial del Salvador donde se mantiene esclarecida familia de campaneros de preclaro apellido desde hace generaciones.





Cuéntannos que no lejos del Monasterio de las Cuevas edifícase en estos tiempos otra torre, y que esta rebasará en muchas varas la altura de la Giralda, que carecerá de campanas, que tendrá extravagante apariencia y que está siendo erigida según planos de un tal Maestre Pelli, sin emplear apenas aparejo de ladrillos o argamasa, sino hierro y vidrio, que aunque será cosa digna de ver, no menos mueve a escándalo lo gravoso de tal obra, los miles de ducados que costará y la función de la misma.




Item más mueve a escándalo que ni regidores de la ciudad ni habitantes de la misma haýanse opuesto a tamaño dislate e insensato despropósito. Cosa sorprendente será el no ver concluida dicha la construcción, y que desde ese momento el viajero que alcance la ciudad la tenga como primera vista en menoscabo y perjuicio de nuestras amadas y antiguas...