25 marzo, 2020

Calles para recordar en confinamiento (II)




Aunque ya en cierta ocasión relatábamos pormenores sobre esta vía que nos ocupa, no lo es menos que en aquel momento dejamos en el tintero narrar detalles sobre uno de los edificios más preclaros que adornaron la antigua calle del Carmen, actual de Baños: El Convento Casa Grande del Carmen. Al decir del cronista: 

“Tiene Sevilla y toda su comarca a este real convento en gran aprecio y estimación tanto por la virtud y religiosa observancia que en él han reconocido cuanto por la grande literatura que en sus hijos han admirado, los que en todo tiempo han servido de gran consuelo y alivio al pueblo cristiano”.


Erigido en 1358, gozó de merecida fama por la santidad y bien hacer de sus monjes, carmelitas descalzos, y por ocupar casi una completa manzada dentro del caserío de la collación de San Vicente, por no hablar de los innumerables bienes que atesoró a lo largo de su historia, con obras artísticas singulares y sin igual biblioteca con cuantiosos volúmenes. Obras de Murillo, Alonso Cano y otros artistas ornaban sus muros. 

Baste decir que poseyó huerto propio, dos claustros, espaciosa iglesia, presidida por devota Virgen del Carmen ejecutada en alabastro (ahora en la parroquial de San Lorenzo) y que es tenida por la más antigua imagen de tal advocación que se conserva en nuestra ciudad; con adecuada sacristía, así como amplios dormitorios y celdas, por no hablar del refectorio, que daba a la calle Hondonada, actual de Pascual de Gayangos. 

Tampoco podríamos olvidar que en ese Convento tuvieron su sede insignes cofradías, labrando capillas propias corporaciones como la Quinta Angustia o las Siete Palabras, ésta última fruto de la unión de varias hermandades que radicaron en este enclave y que gozó de adornada capilla junto a la cabecera del templo, cerca de la aludida sacristía. 

Otro tanto sucedió a la Hermandad de la Soledad, considerada entonces como la más rica y devota de todas las hispalenses, tanto por lo fervoroso de sus cultos o las ingentes alhajas de plata, como por la elevada condición social de muchos de sus integrantes, pues formaban parte de la aristocracia local, como Miguel de Mañara o los Bucarelli, y además formar parte de la Soledad era marchamo de limpieza de sangre y de pertenencia a superior estamento social (quede constancia que en nuestros tiempos intentamos pertenecer como cofrades, pero envidias y celos de otros hidalgos dieron al traste con nuestras pretensiones, decidiendo ingresar en otra Cofradía de Viernes Santo, imaginarán vuesas mercedes cuál...) 

La Capilla de la Soledad, estudiada por los doctores Pastor y Cañizares, era de lo mejor de la Ciudad, labrada con más de cuarenta metros de largo ycon magnificente retablo dorado y tallado y ensamblado por Bernardo Simón de Pineda y el no menos insigne Pedró Roldán. Capilla que ocupaba todo un testero del convento y de la que ahora no queda sino un triste solar y una placa de mármolo colacada por su cofradia como recuerdo de su glorioso pasado en tal lugar. 

Mas arribaron los invasores franceses y la Desamortización de Mendizábal en el malhadado siglo XIX, cebándose con los muros carmelitanos, despojándolo de sus bienes y repartiéndolos por pinacotecas de medio mundo como Los Desposorios de la Virgen de Murillo, procedente del Carmen, hoy en The Wallace Collection de Londres. 


A partir de 1841, y hasta 1878, el convento pasó a cuartel, la tropa de infantería sustituyó a la comunidad carmelitana, ocurriéndole lo mismo a la Iglesia y a la casa rectoral. Alojóse allí el Regimiento Granada número XXXIV, de cuya afamada Banda de Música fue director Manuel López Farfán, (autor de marchas cofradieras como "Pasan los campanilleros" o "Estrella Sublime") antes de serlo del Soria 9.


La presencia del cuartel provocaba también lógicas pendencias y ruidos, entre las quejas de unos vecinos que además soportaban afligidos también los humos de bodegas y freidurías y en general las molestias del comercio popular allí ubicado, por no mencionar establecimientos de mala nota frecuentes cerca de acuartelamientos...
 

Curioso suceso, fruto quizá de las habladurías locales, fue que una madre tenía la siniestra costumbre de decapitar a sus hijos al nacer, arrojando las cabezas al husillo que transcurría por la calle Baños, y así llegó a matar a siete de ellos. Un día desapareció la madre y posteriormente se pudo ver en la noche cómo los siete niños sin cabezas -las "terneras descabezadas"- la buscaban con denuedo maldiciéndola.


Allá por 1984 el edificio fue adquirido por el Cabildo de la ciudad, con la intención de en él la Gerencia de Urbanismo, idea desechada al poco; al fin, en 1990, el conjunto fue comprado por la Junta de Andalucía, que lo rehabilitó. ​En 2002 pasó a ser la sede del Conservatorio Superior de Música y de la Escuela Superior de Arte Dramático, donde hogaño músicos y actores se forman para deleitarnos con sus interpretaciones.

De no hace muchas fechas son estas imágenes que tomamos antes del pertinaz confinamiento en el que nos hallamos sometidos, lleven con paciencia el enclaustramiento y oren al Creador por el restablecimiento de los enfermos y la salud de todos, en buenas manos de sanitarios.
 











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