30 mayo, 2022

El cuarto de los milagros.

Cercanos ya a su romería, cuando ya tenemos a la Virgen en su aldea tras ser trasladada desde Almonte, cuando ya hay hermandades en camino, cuando ya para muchos se agotan los días de ilusionada espera, en esta ocasión vamos a hablar de unos objetos a medio camino entre lo sagrado y lo popular, entre lo devoto y lo antropológico; pero como siempre, vayamos por partes.

 Desde los tiempos más remotos, el ser humano ha buscado relacionarse con la divinidad, estableciendo lazos de unión con ella mediante ritos, liturgias, ceremonias y demás modos con los que acercarse a lo trascendental; llegado el momento de rogar o suplicar el favor divino, fue práctica más que habitual el realizar sacrificios u ofrendas de todo tipo, sin olvidar tampoco, si se obtenía el ansiado don implorado, el dejar como recuerdo algún tipo de donativo o testimonio. Es ahí donde entran en escena los llamados "exvotos",  referidos (como afirma el profesor Rodríguez Becerra, en el caso de la religión cristiana) a objetos ofrecidos a Dios, la Virgen o a los santos como consecuencia de una promesa.

El exvoto por tanto viene a ser un pequeño recuerdo de un hecho milagroso, narrado en primera persona por quien se ha visto favorecido por la intervención sagrada. En muchas ocasiones, viene a ser fruto de una promesa anterior, por lo que no es de extrañar que en numerosas ocasiones se realizasen ofrendas en forma de cera, flores o limosnas, costumbres que aún perviven en numerosas muestras de nuestra religiosidad popular.

Uno de los tipos de exvoto más frecuentes en su tiempo fue el simbólico, esto es, aquel que buscaba representar el elemento sobre el cual se realizaba la acción de gracias, de ahí que en muchas ermitas e iglesias abundasen pequeñas representaciones, realizadas en cera u hojalata, de ojos, piernas, brazos, corazones o cabezas humanas, aludiendo a la curación de estar partes de la anatomía, o bien objetos personales como trenzas, vestidos de novia, prendas militares, e incluso artículos ortopédicos como muletas o prótesis, en lo que sería un conjunto peculiar por un lado y de gran interés etnográfico por otro. Templos y santuarios como los de Consolación en Utrera, Cabeza en Andújar, San Benito en Castilblanco de los Arroyos y la propia ermita almonteña serían buenos ejemplos.


Quizá el más interesante de estos exvotos sea el que mediante una sencilla representación pictórica (o fotográfica), pretendía narrar un suceso desgraciado o peligroso para el donante, seguido de la súplica a la imagen sagrada y de la posterior resolución milagrosa, para finalizar habitualmente con una acción de gracias por los favores conseguidos. Es aquí donde podría tener perfectamente cabida en concreto la devoción a la Virgen del Rocío, pues se sabe que hasta julio de 1963 existió en la ermita almonteña el llamado Cuarto de los Milagros, en el que tendría cabida todo el conjunto de exvotos acumulados a lo largo de los siglos. Como sala, poseía una entrada directa desde el exterior y otra desde el interior del propio templo, y en ella se acumulaban, literalmente, todo tipo de exvotos en un abigarrado y ancestral desorden.

Derribado dicho cuarto para las obras del nuevo santuario, los nuevo aires litúrgicos del Concilio Vaticano II fueron poco propicios para la práctica de la entrega de exvotos, muchos de los cuales, a nivel andaluz, terminaron como piezas de anticuario o incluso en museos, de ahí que en el nuevo templo para la Virgen del Rocío no se dedicase un espacio a ellos, salvo el consabido cuarto de las velas que ocupó el mismo lugar que el cuarto de los milagros a partir de los años setenta del pasado siglo XX y que en la actualidad ha sido sustituido por la cercana Capilla Votiva, junto a la Casa Hermandad de Huévar.

Por fortuna, aunque muchos han desaparecido, la Hermandad Matriz de Almonte ha conseguido conservar unos cuarenta de estos exvotos pictóricos, habiéndolos expuesto no hace mucho en el Museo habilitado en Almonte y siendo estudiados por expertos como el antes aludido antropólogo Salvador Rodríguez Becerra o el historiador almonteño Manuel Galán Cruz en 2010, cuya tesis doctoral ha tratado sobre el patrimonio del santuario del Rocío . 

 Sería prácticamente imposible enumerar el contenido y la vertiente devocional de todos estos exvotos, como curiosidad, según las pesquisas realizadas por estos investigadores, la mayoría de ellos carecen de firma o autor, tratándose de ingenuas pinturas de no mucha calidad, cercanas al estilo "naif", aunque se sabe por ejemplo, que en torno a 1819 (lo narra Fray Juan de Armilla) acudía a la romería del Rocío un modesto pintor sevillano, trianero por más señas, apodado "Tacón" que se dedicaba, por encargo, a plasmar los milagros que los romeros y devotos le narraban, usando como soporte pequeñas tablas de madera, de las que se conservan algunas todavía. 

Aparte de su importancia indudable en el ámbito de la piedad popular, los exvotos pictóricos son fuente útil para conocer muchos detalles sobre la vida cotidiana, desde mobiliario a entornos urbanos o rurales, pasando por vestuario, vajillas, muebles, aperos de labranza, vehículos hasta, por supuesto, conocer la evolución de la iconografía de la propia Virgen del Rocío, baste decir que en todos ellos aparece representada  como Reina, salvo en muy pocos casos en los que puede vérsela revestida con sus galas de Pastora.

Algunos textos conservados en los exvotos narran escuetamente el hecho milagroso: 

"Jugando en el corral de su casa Isabel Coronel con su hermana, se cayó ésta en el pozo y su hermana se encomendó a Nuestra Señora del Rocío, salvándose milagrosamente. Almonte 2 de marzo de 1883".
Otros, en cambio, aportan detalles de gran dramatismo, como este otro de mediados del pasado siglo:

"El día 28 de septiembre de 1952 y encontrándose dentro de la cocina existente en la conocida venta del "Mellizo" de Coria del Río, construida de madera, el niño Tomás Gallete Ruiz, de 8 años de edad, vertió gasolina en la hornilla, incendiándose al arrojar la botella al suelo. El propietario Tomás Sosa "El Mellizo" se encomendó a la Santísima Virgen del Rocío siendo sacado el niño por varios clientes, sin que sufriera la más leve quemadura".

Para no cansar en exceso con esta relación de favores, milagros y acciones de gracias, indicar para finalizar que se conserva también un exvoto muy curioso en el que aparece un encendedor de bolsillo con una abolladura en su parte inferior insertado en una placa metálica con este texto: 

"Estando de cacería en el Coto la Rocina del término de Almonte varios amigos, al tirarle uno de ellos a una res, la bala vino a dar en el mechero que un bolsillo llevaba D. Antonio Sánchez Palencia, de Sanlúcar la Mayor, cuyo milagro lo atribuimos a la Santísima Virgen del Rocío, por ser este lugar el de su aparición. 7 de junio de 1936".

Ni que decir tiene que nunca vino tan bien el hecho de ser fumador, pero esa, esa ya es otra historia...

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