22 abril, 2024

A todo gas.

En esta ocasión, terminadas ya las jornadas festivas en el Real de la Feria, vamos a ocuparnos de un elemento mecánico indispensable siempre para llegar hasta aquel lugar, bueno, y a cualquier otro, una máquina fruto de distintos descubrimientos a lo largo de los siglos, que forma parte de la sociedad moderna con derecho propio y que comenzó a emplearse en Sevilla hace ya casi ciento veinticinco años; pero como siempre, vayamos por partes.

Mencionar apellidos como Benz, Ford o Renault, harán que inevitablemente nos acordemos del automóvil, definido por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española como: "vehículo que puede ser guiado para marchar por una vía ordinaria sin necesidad de carriles y lleva un motor, generalmente de combustión interna o eléctrico, que lo propulsa". Históricamente, como decíamos, el automóvil es fruto de la inventiva de países como Alemania, Inglaterra o Francia, en donde a lo largo del siglo XIX se irán perfeccionando sucesivos prototipos que aunque en principio aprovechaban la energía del vapor de agua, llegará un momento en el que se logrará mucha más autonomía y velocidad con la introducción del motor de explosión de gasolina y las ruedas con neumáticos, sin olvidar que a comienzos ya del siglo XX, Richard Ford comenzará la producción en serie de automóviles en Estados Unidos para convertir al coche en un símbolo de progreso y riqueza, de ahí que lo que en principio era una idea conducida por cuatro "iluminados" a los que la gente temía por sus excentricidades, no tardará en convertirse en una necesidad social para muchos. 


 ¿Y en España? Cuentas las antiguas crónicas madrileñas que ya en 1898 los vecinos de Madrid contemplaron atónitos el primer automóvil por sus calles, conducido por el conde de Peñalver, aunque hay que añadir que la  Dirección General de Tráfico conserva en sus archivos la lista de vehículos matriculados a lo largo de los primeros años del siglo XX, y ello nos permite saber que allá por el año 1900, concretamente en octubre y en Palma de Mallorca José Sureda Fuentes (maquinista de la Armada jubilado) recibió la primera matrícula española de la historia con la inscripción PM-1 y que colocó en su modelo marca Clement de origen francés, tipo triciclo y peso estimado de cien kilos. A partir de ahí, la matriculación de vehículos a motor en nuestro país se verá incrementada progresivamente, desde los 268 entre 1901 y 1905 hasta los 24.110 de 1936 a 1939, siempre según los datos de la propia DGT. 

¿Y en Sevilla? al parecer, el primer automóvil que rodó por nuestras tierras no lo hizo en la capital, sino en la localidad de Alcalá del Río, estando al volante el famoso matador de toros Antonio Reverte, entonces en la cumbre de su carrera en la tauromaquia, quien lo habría traído desde la Exposición Universal de París de 1900 y que alcanzaba, dicen, la "increíble" velocidad de 15 Km/hora. En los antes referido archivos de la DGT se menciona, al fin, que en 1905 Vicente Turmo Romera consigue la matrícula SE-1 para su vehículo o turismo Renault. Es el primer automóvil del que se tienen datos. 


Poco se sabe de Vicente Turmo, salvo que era oficial del Cuerpo de Artillería, abogado y propietario, nacido en Carmona y que por aquellos años era considerado todo un "sportman", o sea, un habitual practicante de todo tipo de deportes o actividades al aire libre. En efecto, en la prensa de la época aparece su nombre en eventos relacionados con el Tiro de Pichón, Carreras de Caballos, Monterías o, también hay que decirlo, los palcos de la Plaza de San Francisco para contemplar el paso de las cofradías en Semana Santa, lo que indica que formaba parte de los círculos selectos de la alta sociedad hispalense y no se perdía ni un evento o "sarao".

Como curiosidad, el 5 de abril de 1908 el Diario Sevilla publicaba un suelto con este texto, que nos da idea de cómo los automóviles comenzaban a convertirse en signo de distinción, prueba de ello es que se mencionan los modelos empleados a la hora de que un grupo de aficionados a la cinegética acuda una cacería: 

"Cacería. Ayer verificóse una cacería de avutardas en las Alcantarillas que indiscutiblemente ha sido en la que más piezas se han cobrado desde hace muchos años. Entre los tiradores no iba nadie... ¡casi nadie!: don Manuel Camino, don Clemente Camino, don Vicente Turmo, don Rafael Osborne, don Félix Pérez Machuca, don Manuel Flores, don Carlos M. Mora y don José Piñar, la flor y nata de los tiradores sevillanos. 

Dichos señores salieron en los automóviles Berlit 60 H. P., propiedad de don Vicente Turmo; Renault 30 H.P., de don Rafael Osborne y Berliet 22 H.P. de los señores Camino, a las seis de la mañana, llegando a las Alcantarillas antes de las siete".

Un inciso, aclaremos que las siglas "H.P." aluden al término inglés "Horse Power" o "Caballo de Fuerza", medida empleada para indicar la potencia de un motor, equivalente casi al "Caballo de Vapor" (C. V.) y como puede apreciarse, Vicente Turmo tuvo, al menos, dos automóviles por aquellos años, se ve que era aficionado a la "velocidad". A todo ello hay que sumar un detalle: la Reglamentación que obligaba a los automovilistas a matricular sus vehículos sentó poco o nada bien entre este colectivo, que pensaba, no sin razón, que estas matriculaciones tenían una finalidad eminentemente fiscal para con el Estado, de ahí la tardanza de muchos en realizar el trámite burocrático. Ese mismo año 1905, el de la matrícula SE-1, unos meses antes, en febrero, se había fundado el Automóvil Club de Andalucía, al que Alfonso XIII concedería el título de Real poco tiempo después, tal como consignó la prensa sevillana allá por febrero de aquel año:

"Para el mes de abril proyecta el Real Automóvil Club de Andalucía una expedición a Madrid, con objeto de entregar a Su Majestad el Rey, el nombramiento de Socio Honorario de tan distinguida Sociedad"

En unos tiempos en los que los caminos estaban, por supuesto, sin asfaltar, en los que semáforos o señales de tráfico eran algo impensable y en los que el propio suministro de gasolina era complicado, estos primeros coches, rudimentarios y primitivos, fueron el prólogo a todo lo que vendría después y que, aún hoy, ha hecho del automóvil un elemento cotidiano e indispensable en nuestra sociedad, con sus pros y sus contras. En marzo de 1915, el rey Alfonso XIII y su familia utilizarán automóviles para desplazarse por Sevilla durante su visita a la ciudad, con lo cual quedaba claro su apoyo hacia este medio de transporte.

Prueba de la creciente importancia de este vehículo será el progresivo aumento de su presencia publicitaria en prensa y cartelería, destacando cómo en 1924 se instala un precioso azulejo en la calle Tetuán dedicado a promocionar la marca de automóviles "Studebaker" y realizado por Enrique Orce Mármol, artista vinculado a la Fábrica Viuda e Hijos de Manuel Ramos Rejano; de manera divertida y durante años, se dijo que iba en contramano, por aparecer orientado hacia la Plaza Nueva, desde donde venía el tráfico rodado durante un tiempo, antes de la peatonalización de la calle Tetuán en el año 1991.


Por cierto, un apunte para finalizar, entre los integrantes del mencionado Club Automovilista sevillano estaban los más fervientes aficionados a la utilización del automóvil como medio de transporte y diversión, industriales, ganaderos y propietarios agrícolas, destacando la figura de Carlos Piñar Pickman (1886-1972) como Subsecretario y fundador. Piñar será presidente del Sevilla F. C. entre 1921 y 1924, logrando el club tres campeonatos de Andalucía durante su mandato, pero esa, esa ya es otra historia.

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