Finiquitados los descansos estivales, en esta ocasión Hispalensia dirige su mirada hacia la zona de la Anunciación, para intentar dar una visión sobre una calle de las que gustan, estrecha, adoquinada, poco transitada, usada en fechas semanasanteras para acortar recorridos en busca de cofradías y, sobre todo, con su poquito de historia. Pero, para variar, vamos a lo que vamos.
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Plano de Olavide. 1771. La calle de la Sopa, entre la Casa Profesa de los Jesuitas y la Casa Cuna. |
Como decíamos, entre las calles Cuna y Puente y Pellón se encuentra una vía que posee la particularidad carecer prácticamente de circulación rodada. Poseyó varios nombres a lo largo de los siglos, el mas antiguo el de Tajador, para luego ser llamada Mal Lavado, Almona del Jabón y más adelante, ya en el XVI, de la Sopa, ya que al estar en la parte trasera de la antigua Casa Profesa de la Compañía de Jesús (iglesia de la Anunciación incluida) por esa zona precisamente se distribuía tal alimento entre los desfavorecidos del momento, también José Gestoso localizó en esta calle el taller del "Maestro de hacer coches" Francisco Bruno, funcionando allá por 1714; fruto de la presencia jesuita en este sector es la calle Compañía, cercana a ésta que comentamos. Con este peculiar apelativo de La Sopa se mantendrá hasta el año 1864, cuando el consistorio de la ciudad decida darle un nombre tan peculiar que hasta el célebre escritor Antonio Gala, recordando sus años mozos como estudiante recién llegado a Sevilla desde Córdoba, allá por 1950, la recordó en su Cuaderno de la Dama de Otoño:
"Al mercado de la Encarnación, en Sevilla, iba, entre clase y clase de la antigua universidad, a ver las flores. A veces me comía una clase y me alargaba hasta El Jueves. Con un dinero ahorrado me compré una mañana un crucifijo viejo, de ébano y plata. (Lo perdí no sé dónde. Sí sé dónde, pero no te lo digo...) A ver las flores iba. En primavera, toda Sevilla flores. Y un olor a café, que salía del tostadero de la antigua calle Goyeneta. (Nunca supe por qué ese extraño nombre...)".
Para sacar de dudas al gran escritor, indicar que Goyeneta hace alusión a Manuel de Goyeneta, vecino de esta misma calle y fallecido en 1864, año en el que el consistorio hispalense acordó rotular la calle de la Sopa con el apellido de este señor por "consagrar sus días de ejercicio de la piedad más ferviente y de las prácticas más cristianas, como también los relevantes servicios que en circunstancias dificilísimas prestó a este pueblo su no menos esclarecido padre". En honor a la verdad, apenas se conocen pormenores sobre su biografía, salvo que fue hijo del Procurador Mayor de la Ciudad Joaquín de Goyeneta, conocido por su papel durante la invasión napoleónica en Sevilla, sobre todo por la legendaria anécdota con el mariscal Soult tras entrar en Sevilla con sus tropas y solicitar unas exageradas exigencias económicas para sus soldados, alegando tener a sus favor "veinticinco mil bayonetas" a lo que Goyeneta respondió "pues yo tengo veinticinco campanas", en relación a las de la Giralda y su capacidad de convocar a todo el pueblo sevillano contra el invasor con sus repiques; además, Joaquín de Goyeneta ostentó el cargo de Hermano Mayor en la del Gran Poder y mantuvo estrechos vínculos con la cercana ciudad de Dos Hermanas, donde curiosamente existe otra calle con el mismo nombre en honor a esta familia. Perteneciente al estamento militar, sabemos que Manuel de Goyeneta y Clarebout alcanzó el grado de coronel, sirviendo en diversos destinos y regimientos.
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Foto: Reyes de Escalona. |
Como detalló Álvarez Benavides en 1874, en la calle Goyeneta tuvo lugar un sangriento suceso acaecido en 1867, cuando un agente de la ley solicitó la documentación a un sospechoso:
"El interpelado hace ademán de sacar del bolsillo la cédula de vecindad que le fue exigida por el dicho agente, y con la rapidez del rayo desenvaina un cuchillo y lanza una terrible puñalada a su interlocutor, que se hallaba muy lejos de saber la clase de criminal con el que se trataba. Sin embargo de lo solitario del sitio, una casualidad hizo que fuese perseguido el asesino, debiéndose sin duda su captura a que en la precipitación de su carrera, al intentarse por la calle de la Ballestilla tropezó con un poste, y gravemente contuso y maltratado no tuvo fuerzas para proseguir y se ocultó en un zaguán en el cual fue reducido a prisión.
Identificada la persona resultó ser el célebre ladrón y asesino conocido por el apodo de "Sisí", hombre que por sus crímenes, astucia y audacia se distinguía entre los más perversos de su clase. "Sisí" había recorrido todos los presidios y de todos ellos había encontrado medios de fugarse; su historia es una serie no interrumpida de maldades. El agente falleció en breves momentos a consecuencia de la herida, dejando en la orfandad a su desventurada familia. A las once de la mañana del sábado 31 de agosto de mismo citado año 1867 y a los pocos días de perpetrado este vil asesinato, "Sisí" expiaba sus crímenes sobre un patíbulo levantado en la Plaza de Arjona" (actual Puerta Real).
Durante muchos años, fue puerta trasera del edificio de la Universidad (ahora Facultad de Bellas Artes) y por ella se accedía a su Biblioteca; además fue escenario de violentos enfrentamientos estudiantiles durante la II República, como los acontecidos durante una huelga general convocada en marzo de 1933, tal como recogió la crónica del diario El Liberal:
"Los ánimos se fueron caldeando y pronto surgieron los primeros incidentes, que en los primeros momentos no revistieron importancia, debido al corto número de estudiantes que se hallaba en la Universidad.
Cuando esto ocurría, una de las puertas que da a la calle Goyeneta fue violentamente abierta, irrumpiendo en el edificio un buen número de elementos extraños, armados de palos y porras, que se dirigieron al patio repartiendo palos, que fueron contestados por los huelguistas y entablándose entonces una verdadera batalla, a consecuencia de la cual resultaron no pocos estudiantes contusos (...) a los pocos momentos de esta lucha, por la puerta de la calle Laraña entraron otros individuos. Entonces sonó un disparo, cundiendo de nuevo la alarma. Sonaron más disparos -doce o catorce, según algunos estudiantes- y ya nadie puede dar detalles de nada. El pánico y la confusión fueron enormes. En el zaguán de la calle Goyeneta y en los corredores del patio pequeño se ven manchas y pequeños regueros de sangre".
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Foto Reyes de Escalona. |
"Se han acercado a nuestra redacción varios vecinos de la calle Cuna, manifestándonos que el abandono en que se encuentra la calle Goyeneta respecto a la limpieza pública, hace que los malos olores que las basuras constantemente depositadas exhalan, les produzcan muchas molestias. Dichos señores nos ruegan llamemos la atención del teniente de alcalde del distrito para que ordene que la limpieza se haga más a menudo y con más escrupulosidad".
Pueden destacarse varios edificios importantes en la calle, el primero, en el número 2, esquina con Puente y Pellón y que junto con el número 17 fueron diseñados por el conocido arquitecto Aníbal González, uno dentro de la pautas del llamado estilo regionalista y otro con un perfil mucho más funcional, alejado de aquella estética. Además, merece la pena reseñar un palacio fechable como del siglo XVIII que ocupa el número 15, que algunos afirman fue residencia de los antedichos Goyeneta, dedicado ahora, signo de los tiempos, a alojamientos turísticos y, por último, el número 11, esquina con la calle Buiza y Mensaque, construido en 1920 para albergar la sede de la conocida marca de cafés Saimaza, fundada por el cántabro Joaquín Sainz de la Maza en 1908.
Probablemente, el olor del café tostado que tanto atrajo a Antonio Gala en su juventud proviniera de este edificio, bellamente decorado con una serie de azulejos trianeros realizada en los talleres de Mensaque y Rodríguez a finales de la década de los veinte del pasado siglo XX y que afortunadamente quedaron restaurados en 2020 cuando el edificio fue profundamente reformado para albergar, qué remedio, un nuevo establecimiento hostelero, en cuyo interior un azulejo con Nuestra Señora de Valvanuz, patrona del valle pasiego de Carriedo recuerda la procedencia cántabra de los Sainz de la Maza. Por desgracia, nada queda de la trayectoria de esta firma sevillana y cafetera ya que cerró su fábrica de Dos Hermanas en 2014, pero esa, esa ya es harina de otro costal.
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Anuncio en prensa. Año 1929. |
1 comentario:
Muy ilustrativo! Historia viva de Sevilla!
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