Elemento asaz sobrecogedor nos resultó, cuando resolvimos retornar a aqueste mundo, hallar poderosas máquinas que transportaban en sus vientres no pocos viajeros sin que fuera menester concurso de bestias de carga, pues movíanse por extraños y sorprendentes resortes o engranajes y alimentábanse no de alfalfa o pienso, sino de extraño líquido traído de tierras infieles y cuyo precio mídese en barriles cual mosto del Aljarafe.
Aturdidos, alguna que otra mañana, al toque de maitines, hemos hecho de tripas corazón y subido a alguno de esos espantosos engendros, todos fechos en hierro y vidrio y siendo precisa curiosa cedulilla en forma de tarjeta que hubimos de adquirir tras comprobar, contritos, que sin aquella imposible resultaba poner nuestras posaderas en tan modernos asientos.
Item más, en aquestos días hemos hallado en Plaza de San Francisco, carruaje de similar aspecto a otros, sólo que más antiguo y colocado sobre férreos raíles, con escaso o nulo recorrido, todo sea dicho, sin que supiésemos a ciencia cierta motivo de su colocación en tal lugar hasta que piadoso conciudadano aclarónos que trátase de máquina construida allá por 1936, conocidas por el vulgo como "teleras" y que prestaba servicio llegando incluso a Alcalá de los Panaderos y San Juan del Aznalfarache.
Todo ello resulta en loor y homenaje a CXXV aniversario de público transporte en Hispalis, siendo por tanto motivo de regocijo, plácemes y albricias; que centuria y media llevando gentes de un lado a otro no resulta cosa baladí, por más que precios aumenten y horarios cúmplanse en modo regular, de ahí que prefiramos montar en nuestro humilde jumento y movernos por verde carril.
Post scriptum: si hace escasos días deseábamos mejoría a mílite refulgente de San Gil, quede ahora constancia de su recuperación milagrosa y de cómo aguardamos esperanzados su total restablecimiento.