Acostumbrados a observar con detenimiento cuanto acontece mientras deambulamos por nuestra querida ciudad hispalense, hay veces, justo es de reconocer, que preferimos elevar vista para disfrutar de sus maravillas y monumentos.
Sin embargo, no ha mucho, tuvimos casi que apartar un extraño objeto del suelo, allá por la collación de San Vicente, pues corríamos riesgo severo de dar buen trompicón y dar con nuestros huesos sobre la calzada. Tratábase de extraño rótulo, roto en su mayor parte, que mostraba lo que parecían extrañas fórmulas o conjuros, más propias de nigromante o hechicero que de otra cosa, y que a buen seguro procederían del desalojo por el Santo Oficio de casa de gentes dadas a ensalmos y sortilegios.
No lejos de allí, alguien había pintado sobre el pavimento de granito un extraño círculo en color amarillo, que nos causó, sin saber a ciencia cierta por qué, rara desazón en el ánimo, y sin que hayamos discernido qué uso puede tener tal señal, ¿caerá sobre ella algún proyectil artillero? ¿es, acaso, marca para fechorías de facinerosos?
Rogamos al paciente lector nos proporcione socorro en este caso, pues, además, hemos comprobado, no sin cierta prevención, que aquestos redondeles amarillos proliferan y abundan en otras vías...