Mostrando entradas con la etiqueta Navidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Navidad. Mostrar todas las entradas

20 diciembre, 2021

Secundarios de cuatro patas y una reliquia.

No cabe la menor duda de que en cualquier Belén o Nacimiento montado en el hogar o en aquellos instalados en asociaciones, hermandades o conjuntos monumentales (como por ejemplo, en San Luis de los Franceses), los pilares fundamentales son, por casi imperativo legal, el Niño, la Virgen y San José, las demás figuras aparecerán o no, serán de mayor o menor tamaño y, en definitiva, complementaran la Sagrada Escena representada. En esta ocasión, vamos a dar algunos detalles sobre elementos o seres que suelen estar presentes en estas representaciones, y, como siempre, vayamos por partes. 

La tradición establece que fue San Francisco de Asís, allá por el siglo XIII, quien decidió escenificar, incluso con animales reales, el Nacimiento del Niño Dios, celebrando así la Misa de Nochebuena y dando carta de naturaleza a una práctica que poco a poco se iría extendiendo por Italia en primer lugar y por toda Europa en lo sucesivo. Como sabrán los lectores, hay belenes prácticamente de todo tipo, desde los de estilo napolitano, traídos a España en el siglo XVIII por el rey Carlos III, a los realizados en barro, madera y ¡hasta hielo!.

 


Como decíamos, la Sagrada Familia sería el epicentro de este tipo de conjuntos, pero paulatinamente se irán añadiendo otras escenas como la Anunciación a los Pastores, la Adoración de los Reyes Magos o incluso decorados como el castillo de Herodes, el río (opcional), el pueblo con sus tiendas y viviendas, en fin, todo un entramado casi urbanístico que muchas veces será más fruto de la buena voluntad que del criterio histórico, pero, ¡qué bonito resulta!. 

 


¿Y la mula y el buey? Sabemos que desde el siglo IV aparecen escoltando al Niño Jesús y que su presencia en el Portal de Belén ha tenido varios significados a lo largo de los siglos; por ejemplo, para algunos autores suponen el cumplimiento de la profecía de Isaías: "El buey conoció a su amo, y el asno del pesebre de su señor", para otros, siguiendo el evangelio apócrifo del Pseudo Mateo, serían fruto del carácter previsor del bueno de San José, quien habría usado a la mula como animal de carga para hacer más llevadero el camino de Nazaret a Belén a María, entonces ya casi cumplida de cuentas en su estado de buena esperanza y al buey como posible pago del impuesto reclamado por los romanos, ya que su venta le haría poseedor de una suma de dinero más que suficiente. 
 
San Jerónimo, considera a ambos animales como hecho histórico incuestionable, e incluso (como ha recogido el profesor Juan Manuel Martín García) Jacobo de la Vorágine, allá por el siglo XIII, afirmaba que "fuese que José preparara un pesebre para dar de comer a su asno y a un buey que había llevado consigo... dice la historia escolástica que el buey y el asno respetaron el heno en que el Hijo de Dios estuvo reclinado, que se abstuvieron de comerlo". 


 

Por todo ello, hemos de entender que desde luego la presencia de ambos animales estaría más que justificada, de ahí su abundante representación en no pocas obras artísticas de todos los tiempos. 

Otro elemento poco destacado será ese mismo pobre pesebre. El ya citado de la Vorágine, autor de la Leyenda Dorada o recopilación de textos sobre santos y acontecimientos sagrados, afirmará que José y María se alojaron en:

"Un cobertizo público, situado, según la Historia Eclesiástica, entre dos casas. Tratábase de un albergue que había a las afueras del pueblo en un sitio al que acudían los habitantes de Belén en los días de fiesta, y si hacía mal tiempo se refugiaban bajo su techumbre para merendar o charla. Bien fuese que José prepara allí un pesebre para dar de comer a su asno y a un buey que había llevado consigo, o bien, como opinan otros, que estuviese allí antes, a disposición de los campesinos de la comarca para dar pienso a su ganado cuando acudían a Belén con ellos los días de mercado, el caso es que en dicho cobertizo había un pesebre".


Por su parte, el pintor y tratadista sanluqueño Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, al relatar cómo debía un artista retratar ese espacio afirmaba que se trataría de:

"una cueva cavada en la muralla, lugar común donde solían acudir los pastores... la cual servía de establo donde se amparaban las bestias y, para este efecto, estaba su una parte de ella un pesebre cavado en la piedra, como afirma Brocardo. Aquí parió aquella dichosa noche la Santísima Virgen a Cristo nuestro Señor, Dios y hombre verdadero". 

Lo curioso del caso es que se conserva una reliquia del pesebre en la misma Roma, ¿Cómo es posible? Allá por el año 432, el Papa Sixto III decidió construir una gruta a semejanza de la de Belén para honrar tanto el nacimiento de Cristo como la maternidad de su Madre, sobre todo como respuesta frente a la herejía nestoriana que negaba esa maternidad divina de María. Esa gruta fue erigida bajo la primitiva Basílica de Santa María la Mayor y allí, enmedio de gran devoción, fue depositada una reliquia de madera del pesebre, que tras muchas vicisitudes, e incluso un robo por tropas francesas en el siglo XVIII, se conserva en un precioso relicario o "Cunabulum" ejecutado por el arquitecto, arqueólogo y orfebre romano Giuseppe Valadier, que alberga en su interior ese fragmento enviado al Papa Teodoro I de Roma por el Patriarca de Jerusalén San Sofronio en el siglo VII tras la invasión islámica de Tierra Santa. 

En noviembre de 2019, el Papa Francisco I obsequió con un fragmento de esa reliquia a la Basílica de Belén en Tierra Santa, siendo recibida con gran emoción por el Custodio de los Santos Lugares, el franciscano Fray Francesco Patton.

Como detalle anedótico, y ya que hablamos de reliquias, la Hermandad del Silencio conserva desde hace años un pequeño fragmento del velo de la propia Virgen María, en concreto un hilo. El relicario, realizado en 1944 es colocado anualmente en la delantera del Paso de la Virgen de la Concepción en su Estación de Penitencia de la Madrugá, siendo además venerado en los cultos anuales y solemnes del mes de diciembre.

Llegado este punto, y antes de finalizar, aprovechamos para desear a los pacientes lectores de este humilde blog unas Felices Pascuas y que el Niño Dios nazca en nuestros corazones.

21 diciembre, 2020

Santa Paula.

 Ya que el tiempo litúrgico del Adviento toca a su fin y que en cuestión de días celebraremos la llegada del Niño Dios a nuestras vidas, ¿Por qué no visitar un lugar en el que la Natividad se vive todo el año? 


El Monasterio de Santa Paula, perteneciente a la rama femenina de la Orden Jerónima, fue fundado en 1473 por la sevillana Ana de Santillán, quien había pasado toda una serie de desgracias familiares, desde enviudar hasta perder a su única hija con apenas dieciocho años. Como respuesta a sus necesidades espiritual, la aristócrata sevillana se recluyó inicialmente en un beaterio, situado en la zona de San Juan de la Palma, donde compartió rezos y plegarias con otras mujeres, pero en su mente bullía la idea de crear un convento o monasterio y fundarlo, además, aprovechando unas casas de su propiedad y otras que poco a poco fue adquiriendo en la collación de San Román.

Finalmente, el 8 de julio de 1474 se hizo el traslado de las catorce beatas, ahora religiosas, con votos formulados solemnemente. No tardó en prosperar la incipiente comunidad jerónima, entrando nuevas vocaciones y comenzando a faltar espacio, pues ni la pequeña iglesia ni su coro tenían capacidad para el crecimiento experimentado. Ana de Santillán, dicen, oraba en busca de un benefactor que con su aportación económica solventase los problemas de espacio, incluso se habló de cierta marquesa que las visitaba con frecuencia. 

La tradición sostiene que en cierta ocasión, durante los rezos en el coro, se pudo escuchar una voz que claramente dijo: "Marquesa será, pero no esa". Y así fue, la Marquesa de Montemayor, Isabel Enríquez, esposa de don Juan de Braganza, y a la sazón nieta de Enrique III de Castilla, sería quien finalmente apoyó, y de qué manera, al Monasterio de Santa Paula, permitiendo la constitución de una nueva iglesia y dos coros. Doña Isabel fallecería en sus casas de la calle Francos el 29 de mayo de 1529, habiendo gastado en la empresa de Santa Paula el importe de sus joyas y hasta el sobrante de las rentas recibidas de la Corona de Castilla, lo que da idea del compromiso adquirido para con las monjas jerónimas.

Con el tiempo, se tomó la decisión de ejecutar una portada para la iglesia y para ello se recurrió al estilo arquitectónico más en boga quizá en aquella época: el mudéjar. A medio camino entre el arte islámico y el gótico, no se ponen de acuerdo los especialistas en la materia, el uso del ladrillo y la cerámica, junto con otros elementos especiales, hacen de este estilo uno de los de mayor personalidad y no sólo en el sur, sino en otras zonas de la península.

Serán Pedro Millán y Niculoso Pisano los elegidos para decorar la portada. Uno se encargará del modelado en barro, el otro del vidriado y policromía. El primero, prolífico autor del que poco se sabe, aunque sus obras pueden contemplarse, y disfrutarse, tanto en la Catedral hispalense como en el Museo de Bellas Artes. El segundo, italiano, permaneció en Sevilla durante treinta años, con vivienda propia en la actual calle Pureza, trayendo de su patria la técnica del azulejo plano y la estética renacentista y dejando obras tan importantes como el sepulcro de Íñigo López en la Real Parroquia de Santa Ana o el retablo de la Visitación en los Reales Alcázares. 

 

Finalizada la portada en 1504, consta  mediante una serie de arcos ojivales concéntricos sustentados sobre baquetones y realizados con ladrillos agramilados, cortados con una esmerada precisión; como fondo, toda una fantasía en azulejos, en la que aparecen figuras mitológicas, tarjas, trofeos militares, antílopes, mascarones... El arco aparece rodeado en su parte superior por un conjunto de siete relieves circulares, una guirnalda floral circunda cada uno ellos, en los que aparecen representados santos de especial importancia: Santa Elena, Santa Rosa de Viterbo (ejemplo de joven entregada a Dios), San Sebastián con San Roque (ambos abogados contra enfermedades como la peste o la lepra) San Antonio de Padua con San Buenaventura y San Cosme con San Damián (ambos médicos y mártires, patronos de los cirujanos). Como se ve, un buen "reparto" de santos protectores y ejemplares para salvaguardar las puertas del templo jerónimo. 

En el centro del arco, un precioso relieve circular, un tondo, de Lucca della Robbia nos representa una Natividad realizada al modo renacentista, llena de clasicismo y belleza. 

El historiador francés Davillier no dudó en afirmar tras contemplar la portada en el siglo XIX: «Pero si nuestra sorpresa fué grande la primera vez que vimos un monumento de esta importancia, aumentó todavía más a la vista de siete bajo relieves aplicados sobre la archivolta. Estos bajorelieves que ofrecen la más grande analogía con los de Lucca della Robbia, son de tierra cocida, enteramente esmaltados: el estilo y el modelo son muy notables y presentan los mismos esmaltes que los bajo relieves del célebre escultor florentino.» 

Pero no serán las únicas referencias a la Navidad que encontraremos en Santa Paula, pues incluso la propia santa llegó a vivir un tiempo en la misma Belén; merece la pena que visitemos su más que interesante Museo conventual, con la encantadora Sor Bernarda como anfitriona, y haremos el esfuerzo por "ignorar" azulejos del XVI o bordados del XVII, centrándonos en esta ocasión en varias muestras que nos hablan del Nacimiento de Cristo. 

En primer lugar, en la una pintura de grandes dimensiones de la Adoración de los Pastores, atribuida al napolitano Juan Do, discípulo de Ribera y que hace gala de un magnífico dominio del claroscuro, partiendo del Niño Jesús que recibe un poderoso haz de luz (¿o es al revés?). Los rostros de los pastores retratan tipos populares, con instrumentos musicales y animales domésticos de la época, casi se puede oler el heno del establo y escuchar los murmullos de quienes asisten a la escena. 

Tampoco podremos olvidar la presencia de varios Nacimientos, especialmente uno atribuido a Cristóbal Ramos (siglo XVIII) de pequeño formato o, especialmente el monumental Belén instalado todo el año con parte de sus figuritas realizadas por Fernando de Santiago; más que un Nacimiento, es una auténtica historia, pues en él vemos desde la Creación de Adán y Eva (el Pecado Original), hasta la Matanza de los Inocentes, pasando por la Visitación, la Natividad, la Adoración de los Reyes (vestidos éstos a la moda de Felipe III) y todo ello, sumado a las escenas populares y los coros angélicos, conformando un abigarrado conjunto lleno de detalles, en los que los caminos y los pasadizos, los puentes y los senderos, conducen al Nacimiento, de modo que habría que dedicar un tiempo más que merecido. 

Si al terminar la visita al Museo e Iglesia acudimos a la tienda de las religiosas, podremos disfrutar de sus exquisiteces y, a la vez, ayudar y colaborar para mantener abierto este tipo de conventos en los que el "Ora et Labora" cobran protagonismo, así que no sería mala idea visitar Santa Paula, y más en estas fechas que se avecinan. 

 Aprovechamos para desear a todos los lectores de estos humildes pliegos unas Felices Pascuas y que el venidero año 2021 sea al menos un poquito mejor que este malhadado 2020 que todos deseamos que se marche.

23 diciembre, 2019

Una Puerta para nacer.

    Teniendo en cuenta las fechas en las que nos encontramos, hemos decidido en aquesta ocasión que sería bonito dar pormenores sobre algo que en estos días se visita, se contempla y se disfruta, tanto por niños, como por mayores: nos referimos a los tradicionales Nacimientos o Belenes, que se instalan por instituciones, hermandades, asociaciones o entidades con el fin de recrear, con mayor o menor fortuna, el entorno de esa Belén de Judea donde nació Jesús de Nazaret. 
 
    Líbrenos Dios hablar de ríos de papel de plata, figuras de animales del más diverso pelaje o pastores y reyes encaminados al pesebre, aunque desde luego vaya desde aquí nuestro más sincero homenaje hacia esas personas que durante los meses previos a la Navidad se desviven en el montaje de sus Belenes, y que luego los muestran y comparten con amigos e invitados.


    Vamos a hablar, pues, de uno de los Nacimientos más antiguos de Sevilla, si no el que más, y que ha dado nombre incluso a una de la puerta de la catedral hispalense, aunque esa puerta, por la que entran las cofradías en las jornadas de Semana Santa sea nombrada con otro nombre.



    Pero vayamos por partes.



    A comienzos del siglo XV, los canónigos de la Catedral, un poco cansados de mantener en pie la primitiva mezquita mayor musulmana convertida en primer templo de la ciudad desde 1248, acometieron la fabulosa tarea de realizar una nueva catedral, tan imponente, que según se decía entonces, los canónigos formularon una frase que pasaría a la historia: «Hagamos una iglesia tan hermosa y tan grandiosa que los que la vieren labrada nos tengan por locos».



    Las obras, al parecer, arrancaron en 1434 por lo que serían los pies del templo, esto es, la zona contraria al altar mayor, lo que ahora es el testero correspondiente la actual Avenida de la Constitución, y fueron desarrollándose con lentitud, derribando zonas constructivas de la etapa almohade/cristiana y levantando elementos góticos. La llamada “piedra postrera” sobre el cimborrio se colocará el 10 de octubre de 1506, aunque los trabajos seguirían. Vamos, que 72 años dieron para mucho.



    Como buena catedral, necesitaba puertas (“postigos”) de acceso, y por tanto no es de extrañar que en el plano original, reencontrada una copia suya en el convento de bidaurreta en Oñate (Guipúzcoa), aparecieran. El edificio proyectado, aún sin cuantificar sus dimensiones, era colosal: 5 naves con 32 pilares exentos, 22 unidos a estribos, 4 pilastras, 9 puertas y un total de 20 capillas laterales, se da la curiosidad de que la catedral de Sevilla y la de México son las dos únicas en el mundo que poseen dos puertas en sus cabeceras.



     Y ya que hablamos de puertas... como ven, corremos el riesgo de siempre, el de irnos por las ramas y no centrar el tema. Lo retomamos, pues, si les parece.



    Mencionábamos la fachada del lado Este de la catedral en la que destacan las portadas del Bautismo y de la Asunción, puerta ésta que solo se abre en ocasiones excepcionales, como la llegada de un nuevo prelado a la sede hispalense. La tercera puerta, la que nos interesa, se sitúa en el extremo más próximo a la Puerta de Jerez, casi en la esquina con la calle Fray Ceferino González, muy cerca, por tanto, de la antigua Lonja de Mercaderes o actual Archivo de Indias.



    Desde siempre se la ha llamado “de San Miguel”, pero ¿por qué? Pues porque enfrente, se hallaba el llamado Colegio de San Miguel, propiedad de la Catedral y en el que estudiaban los niños (unos 40) que luego pasarían a forma parte del personal subalterno del primer templo de la ciudad como sacristanes, peones o intregados en la escolanía o de los propios Seises bajo la supervisión del Maestro de Capilla. Andando los siglos el colegio desaparecería y se construiría el moderno edificion de la plaza del cabildo (donde venden sellos y monedas en las mañanas dominicales), quedando como recuerdo de aquella antigua etapa la portada de estilo gótico mudéjar que da a la propia Avenida de la Constitución.



    Al lado de la puerta propiamente dicha, aparece una lápida que indica que nos encontramos en el “Quartel A, Barrio 1, Manzana 13”, resto de la organización urbana que realizó allá por 1769 el Asistente Pablo de Olavide. Y justo delante, seguimos con detalles, hay en el suelo una inscripción que recuerda que allí arranca ni más ni menos que el camino jacobeo, el camino para los que peregrinen desde Sevilla a Santiago de Compostela.



    En la portada del Nacimiento, como pueden imaginar los oyentes, se desarrolla el comienzo del Nuevo Testamento, escrito por los cuatro evangelistas, y la difusión del mensaje cristiano junto con los orígenes de la Iglesia hispánica, representada por el primer obispo de Sevilla, San Laureano y el mártir San Hermenegildo. 



     Es curioso, pero en este caso la parte escultórica más antigua son los altorrelieves en piedra que rodean los tímpanos y que se ejecutaron a mediados del siglo XV en sincronía con la decoración arquitectónica realizada por los entalladores; la calidad de la piedra dificultó su calidad plástica pero son obras de bastante interés. 

 



      Los siete profetas y el ángel de la portada del Bautismo fueron realizados en 1449 y presentan una talla más detallista, más trabajada y unos rasgos formales diferentes a los ángeles de la portada del Nacimiento. En esta última, seguimos a la profesora Teresa Laguna, los paños de las figuras son menos angulosos, los rasgos faciales más inflamados y los cabellos tienen distinto volumen; responden claramente a la obra de un escultor distinto que trabajaría inmediatamente después.



     ¿Un escultor distinto? En 1804 Ceán Bermúdez las atribuyó a Lope Marín, escultor de la primera mitad del sigloXVI, y su opinión fue compartida por posteriormente hasta que Francisco Tubino en 1877 hizo una leve referencia al trabajo de Mercadante de Bretaña. Pocos años después, un viejo conocido de este programa, José Gestoso, alcanzó a leer las dos cartelas de los profetas de la portada del Bautismo y señaló el trabajo de Pedro Millán al cual, por extensión, atribuyó prácticamente la totalidad de las imágenes de estas dos portadas occidentales.



     Sin embargo, en 1911, será el eminente historiador granadino Manuel Gómez Moreno quien llame la atención de manera irrefutable sobre el carácter flamenco de dichas esculturas y las relacione con un sepulcro conservado en la propia catedral: el del Cardenal Cervantes,  firmado por Mercadante de Bretaña. Su acertada teoría fue aceptada por otro gran investigador (en este caso nacido en Valverde del Camino) Diego Angulo y la mantienen todos los historiadores desde entonces.



    ¿Cómo llegan las formas artísticas flamencas a Sevilla? Se constatan, poco a poco, a partir del segundo tercio del siglo XV, y en escultura está relacionada documentalmente con la llegada de Lorenzo Mercadante de Bretaña para realizar, a requerimiento del Cabildo, el sepulcro de Don Juan de Cervantes, cardenal de Ostia y uno de los prelados más influyentes de este período, que fue arzobispo de esta diócesis desde 1449 hasta su fallecimiento. La figura del cardenal y la importancia del encargo hicieron necesaria la presencia en esta ciudad de un escultor de reconocido prestigio, y cuatro meses más tarde «Maestre Lorenço, mercader imaginero» llegó a Sevilla y percibió seiscientos maravedíes por su viaje desde Francia; a finales de 1454 tenía casi concluida la escultura yacente del prelado y había realizado para la Catedral una escultura en alabastro de la Virgen. En el sepulcro, tallado en alabastro entre 1454 y 1458 para la capilla de San Hermenegildo, contrastó con acusado realismo los rasgos del prelado con la riqueza plástica de sus vestiduras litúrgicas y en el túmulo confirió un tratamiento flamenco no sólo a las imágenes sino incluso a los ciervos de los escudos; es la única obra que firmó y por su calidad destaca entre la escultura funeraria contemporánea.



    Tenemos, pues, Antonio, a un escultor de primera linea como Mercadante y un material quizá no tan manejable o noble como el barro, pero el resultado constituye una escena fundamental para entender la Natividad en Sevilla.



    En el centro, figura central, está el Niño, dejado sobre las pajas, y sobre él un coro de ángeles que cantan gozosos su nacimiento. Las figuras de la Virgen y San José, vestidos de traje de época del artista, están en actitud de adoración, con manos orantes. Detrás de la Virgen surgen las cabezas del buey y la mula, asomadas desde el establo para completar el misterio. Y detrás de San José, una pastora con regalos para el recién nacido. Sobre las figuras, unos tejadillos góticos ponen un signo de acogida y recogimiento a la escena. A los dos lados, unos pastores que reciben con gozo el anuncio del ángel, en un relieve menos marcados, y una vista de Belén, esto alarga la escena central hacia dentro, dándole una mayor profundidad.



     Esta figura de la pastora, escribe el padre jesuita García Gutiérrez, es de lo más interesante del arte gótico, en que ya se manifiestan abiertamente los sentimientos al exterior: la pastora ríe de alegría, mientras mira a la escena de la Sagrada Familia. La risa abierta aparece algunas veces como un gesto de la maestría a que ha llegado la escultura gótica. Igual puede verse en el rostro del Profeta Daniel, en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela. Esta manifestación abierta de los sentimientos indica una alta perfección en el arte, que con más facilidad, y anterior en el tiempo, muestra la pena que el gozo de la escultura.


     Terminamos nuestro pliego navideño, no sin antes desear a quienes lo leyeran unas Felices Pascuas y que el Niño Dios nos colme de bendiciones.

23 diciembre, 2015

Tengan Felices Pascuas.-


Reciban al presente nuestra más sincera felicitación ahora que está presta a celebrarse la Pascua de Navidad; este que escribe aprovecha para desear general disfrute y regocijo para vuestras mercedes, a la par que alzamos copa para desearles en el venidero año toda suerte de mercedes y venturas.

Que Dios nuestro Señor nos guarde y proteja y sigamos leyéndonos por estos lares, sabedores de que contaremos con vuestra benevolencia y caridad como hasta ahora. 

Felices Pascuas. 

En Sevilla, a 23 de diciembre, festividad del polaco San Juan de Kety.

21 diciembre, 2012

La Noche de los Tiempos.-

 Acercábase Fiesta de la Natividad en aquel año de Gracia de 1694 y paseábamos gélida y húmeda mañana como en nos era usual por collación de San Salvador a fin de contemplar avance de obras de edificación de su portentosa Colegial, si bien esta no fuera concluida hasta siglo siguiente como es público y sabido.


 Trabamos animada conversación junto a andamiajes, escombros y tablazones con cierto Licenciado, apellidado Martín Braones, quien andaba por aquellas calendas solicitando dádivas para rematar tan costosa obra, entregando a cambio hermosa recopilación de poemas (Octavas Reales, creemos recordar) que exhortaban a sevillanos y extranjeros a sufragar con sus reales la fábrica de antedicha Colegial.

Tras entregarle unos maravedís, como era nuestra hispalense obligación, resolvimos abandonar lugar por ser poco hospitalario y escudriñar refugio seguro en cierta taberna próxima. Ante jarrillo de aguardiente, que desempolva estómagos y aviva ánimos, sostuvimos animado coloquio sobre lo divino y lo humano y para concluir cháchara nuestro tocayo, pues respondíamos ambos a mismo nombre, escribió con rápida letra y mejor traza este precioso y preciso poema que gentilmente nos brindó como prueba de afecto y que agora ofrezco a nuestros amados lectores como premio a su paciencia con aquestos pliegos y con mis mejores parabienes para esta Pascuas que nos aprestamos a vivir:
  
“Llegó la deseada feliz hora
En que el dichoso vientre de María
Dio la suma riqueza que atesora,
Restituyendo al mundo la alegría.
Virgen después del parto esta Señora
Quedó, que el Sol divino que nacía,
Su intacta candidez dejando entera,
Pasó por la sagrada vidriera.

Llega alma mía, llega sin pereza.
Verás de Dios las altas maravillas,
Su gloria, inmensidad y su grandeza
Reducida a pañales y mantillas.
Llega, llega a adorarle con presteza,
Pues que dejan los ángeles sus sillas
Por poder de más cerca contemplarlo,
Mandando el Padre bajen a adorarlo.

Dadle la feliz nueva a los pastores
De que el eterno Sol ya tiene Oriente.
Que vengan a adorar los resplandores
De aquesta luz que alumbra a toda gente.
Lleguen, pues, y, vencidos los temores,
Al Niño adoren con efecto ardiente,
Pues le gustan, si bien se considera,
Hombre de voluntad pura y sincera.”


11 diciembre, 2012

Alameda.-

Si durante mis tiempos aqueste lugar gozó de escaso predicamento, habría que buscar causa dello en lo maloliente del mismo, pues era zona que inundábase con no poca frecuencia y a la que vertíanse aguas fecales e incontables inmundicias.


 Hubo de ser el Asistente Conde de Barajas, allá por el año de gracia de 1574,  quien tomara cartas en el asunto ordenando drenar aguas, prohibir echar porquerías colocando incluso alguacil al efeto y embellecer tal sitio plantando hileras de árboles y añadiendo en sus extremos sendas y marmóreas columnas de mármol costosamente traídas de la collación de San Nicolás y procedentes de pagano templo.

Sobre ellas colocáronse efigies de Hércules y Julio César, encargadas a un tal Diego de Pesquera, fundador de la ciudad el primero y ejecutor de sus murallas el segundo al decir de sesudos eruditos de antigüedades y añadiéndose además laudas en honor de Sus Majestades Carlos I y Felipe II, monarcas ejemplares en toda regla.


Andando los siglos, convirtióse tal Alameda en animado salón para paseo y solaz de sevillanos, con incluso kioscos y tenderetes.

No ha muchos días caminábamos por dicho lugar y comprobamos cómo parece ser que retornan bullicio y animación, incluso con curiosos adornos que nos dicen navideños.


No faltan incluso máquinas (endemoniadas, sin duda) que llevan gente de una parte a otra sin necesidad de tiro animal, pero si hubo algo que provocó sorpresa en nuestro ánimo fue presencia de ciertos animales poco vistos en estos lares y que hallábanse pacíficamente asentados en plena Alameda sin que sepamos a ciencia cierta su utilidad a no ser como transporte de personas, aunque vaya en descargo nuestro que no es primera ocasión que los contemplamos en estas calendas de Adviento.


02 enero, 2012

Cartas a Ellos


Venerables y Estimados Magos:

A la hora de redactar la presente en principio pensamos en recurrir a servicios de escribano o amanuense que habitualmente tenían covachas en la Plaza de San Francisco, pero allí lo único que hemos hallado son modernos comercios y ningún rastro dellos, por lo que os rogamos os apiadéis de nuestra caligrafía y de nuestra torpe expresión.

Alentados por algunos deudos hemos decidido haceros llegar la presente pues estiman aquellos que es cosa atinada si pretendemos alcanzar la gracia de alguna dádiva u obsequio por parte de Vuesas Majestades y que, a manera de examen de conciencia, hagamos relación de cómo nos hemos portado en anterior año.

Diremos primeramente que nuestro comportamiento ha sido rayano en perfección, que hemos sido fieles seguidores de los precetos y normar de la Santa Madre Iglesia y que hemos respetado vigilias, ayunos y abstinencias, aunque no hayamos sido de diaria misa al menos sí hemos sido caritativos en grado sumo compartiendo mesa, mantel y vino con nuestro amado prójimo cada vez que éste nos lo ha requerido, por no hablar de asistir a procesiones y fiestas religiosas a las que tan aficionada es esta ciudad.


En cuanto a repaso de los Capitales Pecados, reconoceremos, no sin cierta aflicción que nos hemos esforzado denodadamente en su cumplimiento, aunque en algunos dellos (como es gula, soberbia, ira o envidia) habremos de realizar mejora en efeto, en otros sí hemos actuado como si de legos cartujos se tratare (y no, no aludimos a pecado de lujuria) pues tampoco nos tenemos por perezosos ni por avariciosos, máxime cuando escasean  labor y caudales.

Por todo ello, Majestades, y haciendo relación somera de nuestras postulaciones, (dejando a un lado cosas comunes como salud, trabajo y demás) os rogaríamos para nos máquina que dicen existe para elaborar dineros, mas dudamos sea acertada idea por poder terminar con nuestros huesos en la Cárcel Real, por lo que nos conformaremos con lograr honrado sustento merced a trabajo u oficio, que no nos tenemos por ociosos.

Para esta Ciudad os imploramos lo mismo, que una cosa llevará a la otra aunque la añorada prosperidad alcanzaríase si nuestros gobernantes pusiéranse las baterías (como ahora dice el mocerío en su particular jerga o germanía) al igual que os rogamos nos regaléis escoba con la que desembarazar suciedades, desmanes e infortunios, aparte de barrer con ella a indeseables y bellacos, que abundan no poco.


Os impetramos, igualmente, que no quede infante sin juguete, ni mozo sin presente, ni adulto sin regalo, ni anciano sin presente. Vuesas mercedes, en su insondable sabiduría, sabrán qué conviene a cada cuál y en qué cantidad según su comportamiento.

No es intención nuestra cansaros en demasía, de manera que os hacemos envío de misiva, aguardaremos con ilusión vuestra llegada, no demoraremos introducirnos en el lecho  y tened por seguro que en nuestra humilde morada podréis avituallaros, que para ello dispondremos viandas y licores que esperemos no turben vuestro ánimo en tan atareada noche de trabajos.

Dada en Hispalis, Calendas de enero del año del Señor, vísperas de la Fiesta de su Epifanía de MMXII. Sello de cuatro maravedís. (Hay una firma ilegible)

Post Data: ¿Podríais evitar la lluvia entre el primero y octavo día en el mes cuarto? Agradecidos quedaríamos no pocos.

27 diciembre, 2011

Años.


Afirman, no sin razón, que transcurren inexorables como si nada pudiera evitarlo, y que no hay clepsidra o reloj capaz de detenerlos. Sofistas han divagado sobre su utilidad o sobre su desaprovechamiento; historiadores, gremio admirable, úsanlos como herramienta, doctores como diagnóstico. A algunos siéntanles de maravilla, como si el declinar fuera adelanto y el envejecer bendición. En lustros, décadas o centurias, hay quienes mídenlos con ilusión, esperando tal o cual suceso, o aguardando acontecimientos propicios.


Otros detállanlos con esperanza, tal que concluyan para lograr metas elevadas o finalizar industrias o negocios. No faltan quienes los anhelan a su vencimiento, arrogándose la capacidad de valorarlos como si fueran vinos.


De cosecha, de fundación, de nacimiento, de muerte, de edición, de nieves, de bienes; los hay nefastos, decepcionantes, afligidos o aciagos; los hay plenos, refulgentes, jubilosos o placenteros.



Concluyen unos con más pena que gloria, otros da congoja que finalicen. Vivirlos con dignidad y sin desmayo es cosa laudable; afrontarlos con entereza, hazaña heroica. Gozarlos y sufrirlos forma parte de nuestra humana condición.  


Costumbre nada desdeñable es formular propósitos para año naciente, mas nosotros, escasos de perseverancia y poco proclives a constancia, conformarémonos con poder proseguir aquestos pliegos, gozar de placer de escritura y lectura y sentirnos, nunca desfalleceremos en ello, agradecidos por benévola atención de quienes leen aquestas torpes líneas.  



 Agora que, en efeto, despídesenos este MMXI, hacemos fervientes votos al Creador  porque el venidero MMXII, bisiesto por más señas, constitúyase en alambique o atanor en el que, como alquímica fórmula, podamos cocer y hervir tristezas, penurias, privaciones o abatimientos y sólo nos reste un poso que amalgame y destile esperanzas, alegrías, satisfacciones y jolgorios, para así conseguir anhelado elixir de felicidad. Y si para ello hemos de catar docena de uvas pese a ser uso extraño y hasta cercano a heterodoxia, tengan por seguros vuesas mercedes que no haremos ascos a tal.



18 diciembre, 2011

Sin Norte.

Erróneamente, elucubramos era trasunto de la Fiesta del Obispillo, que celebrábase en calendas de diciembre cada año, por la conmemoración de San Nicolás. Consistía en nombrar con tal rango a mozo de coro catedralicio (dispuesto a mofa y burla), pues durante una jornada completa gozaba de mismo poder que el Prelado, ataviado con sus insignias episcopales y acompañado de sus simulados fámulos, deanes, racioneros y canónigos, usurpando todos a dignidades de la sede catedralicia y procurando hacer su santa voluntad durante aquel día. Y lo que principió ceremonia burlesca concluyó, con el paso de los años, carnavalada,  origen de no pocos desmanes, cuando no excusa manifiesta para desórdenes e infortunios.


Conjeturábamos, por ende, si el tal Obispillo de San Nicolás hubiérase trocado en comediante barbado con notoria barriga, fruto a todas luces de copiosa pitanza, y vestido con colores escarlatas y albos. Parece disfrutar agora del favor de muchos infantes, quienes emplean su tiempo en componerle misivas en que imploran dádivas en fiestas de Pascuas, cuando no malgastándolo, antedicho tiempo, aguardando acceder a su simulada presencia.



De su predicamento en estos tiempos hay buena muestra en las calles hispalenses, pues no hemos hallado comercio, negocio o lonja en que no esté presente consabida y oronda figura del mofletudo personaje cuyo nombre dejaremos en olvido.  

Todo lo cual inquiétanos en grado sumo pues, según nos señalan finalmente, trátase de individuo venido de tierras del Norte, molestándonos en demasía que sin tener privilegio real goce del uso de carruaje y que, en efeto, ostente patente para comercio de juguetes sin haber pasado examen en su gremio. 
Todos estos augurios nos hacen barruntar contienda cierta entre el tal alias de San Nicolás y Sus Regios rivales de Oriente, de cuyas vanguardias atisbánse ya algunos elementos.


Incluso en balaustradas y ventanales no faltan banderolas o gallardetes de un partido u otro.


En cualquier caso, cercanos como estamos a fechas de regocijo cierto por el Nacimiento de Nuestro Señor, haremos caso omiso de tales pendencias, que no seremos nosotros quienes aconseje sobre tales o cuales navideños benefactores, bien vengan del Norte, bien del Oriente.


Lo que sin duda aprovecharemos es para desear a todos cuantos la presente lean unas Felices Pascuas, agradecerles magnanimidad con que nos consta leen aquestos humildes pliegos y, a modo de comedido y respetuoso obsequio, dejar por escrito sonoras rimas de cierto Cancionero que llaman de Upsala:

Dadme albricias, hijos d'Eva
di, ¿de qué dártelas han?
Qu'es nascido el nuevo Adán
O Hi de Dios, y qué nueva.
Dádmelas y habed plazer
Pues esta noche es nasçido,
El Mesías prometido
Dios y Hombre de Mujer.
Y su nascer nos relieva
del pecado y de su afán,
Pues nasçió el nuevo Adán
O Hi de Dios y qué nueva.

Relieve del Nacimiento (Juan de Oviedo, Iglesia Colegial del Salvador)