26 julio, 2012

Sexta.-

Práctica común antaño, contemplamos dichosos que hogaño mantiénese su uso y sin que haya menoscabo de otros regodeos, éste constituye ambrosía para mortales y delectación ineludible en aquestas tórridas fechas.


Pocas sensaciones más gustosas que buena pitanza regada con óptimos caldos, maridando (afirmannos que es agora término asaz corriente) sabores y aromas, llenando el estómago con benditos alimentos y saboreando con deleite todo cuanto se nos pone por delante a mesa y mantel. Pensará amable lector que incurrimos en hartazgo y, por ende, en pecado de gula (no del Norte, sino en todo caso, del Sur), y que peligra salvación de nuestra alma; deseche tales temores quien lea aquestas líneas, que ni nos consideramos pantagruélicos ni mucho menos glotones en sentido estricto, antes bien, procuramos sustento austero aunque sea innegable que disfrutamos dello.

Mas como todo deleite trae consigo congoja, convengan vuesas mercedes con nos en que pocas sensaciones más destempladas hay en aquesta vida que fastidiosa digestión, cuando prodíganse flatulencias o ardentías, habiendo de recurrir a líquido elemento refrescado convenientemente “ad hoc” en búcaro o a fórmula magistral de botica para conjurar gástricas inquietudes.


Por fortuna, como para todo hay salida, los antiguos romanos nos legaron loable e inveterada tradición “a posteriori” de copiosa nutrición, consistente en caer en brazos de Morfeo por breve lapso de tiempo sin que en ello haya molicie o lasitud. Debe su nombre tal uso somnoliento a que tenía (y tiene, vive Dios) lugar en hora Sexta, que según su saber abarcaba de mediodía a tres en la tarde, sin que sepamos a ciencia cierta si tamaño invento fue cosa de latinos o si bien adaptaron práctica anterior de otros pueblos.



Hablan los galenos y seguidores de Hipócrates de cómo tal sueño reparador puede llegar a aliviar depresión postprandial (no nos inquieran curiosos por tal término, que sin saber bien por qué suénanos a casquería) e incluso favorecer desarrollo de mente y cuerpo, alejando fatigas y cansancios y aguzando ingenio y memoria, declarándonos firmes y devotos adalides habida cuenta además que como dijo aquel “quien duerme, sus males espanta” (¿o era otra la frase?).

16 julio, 2012

Bemoles II. Un Bis.

   Disculpará, amable lector, que reiteremos título en aquestos pliegos, mas requiérelo la ocasión como comprobará en lo que sigue.

   Sin cumplirse aún aniversario de su publicación, en cierto pliego (http://alonsodeescalona.blogspot.com/2011/08/bemoles.html) apelábamos a viandantes y peripatéticos a ejercitar el espíritu entre acordes y melodías que al menos así, huiríamos de desazón y protegeríamos de molicie el alma nuestra, haciéndose especial hincapié en mozos que con sus chanzonetas al modo egipcíaco o flamenco tañían laúdes o vihuelas con singular tiento y disposición.

 Item más, acompañábamos antedichas palabras (salidas desde buena voluntad y mejor espíritu) con cierta imagen de uno de aquestos mozos, mediada calle de la Sierpe, absorto en plena ejecución de pieza musical y aguardando lograr con su arte algunos maravedíes con que sustentarse.

No sin dolor, hace escasas fechas tuvimos conocimiento de infausta desaparición de tal intérprete, sin que sepamos a ciencia cierta motivo del óbito, mas que coligiendo que quizá no soportase estulticia de quienes no apreciaban su arte o, simplemente, el Creador teníalo dispuesto así; amigos y deudos rindieron humilde homenaje a su persona, conmoviéndonos en grado sumo tal gesto.


Sirvan aquestas míseras líneas en su recuerdo y memoria; de cómo avatares de cotidiana vida llévannos a queja constante sin que, en verdad, lleguemos a apreciar prójimos, creadores o no, junto a los que pasamos y que procuran, “suo modo”, alegrarnos vida y oídos…

08 julio, 2012

Correo.-


Quienes nos tratan sabrán de nuestra existencia austera y casi frailuna, por no decir anodina, poco dados a contacto con exterior por temperamento y carácter, mas en cierta ocasión hubimos de resolver ciertos negocios allende los mares, para lo que precisamos servicios de escribano a fin de remitir escrito allá.



Necesitados de remitir misiva, y acostumbrados a acudir a lugar para ello, si grande fue nuestra confusión al no hallar escribano o amanuense en covachas de la plaza de San Francisco, mayor fue nuestra sorpresa al no encontrar Casa de Correos y Postas en su acostumbrado lugar,  en calle apelada del Correo Viejo, pues dijéronnos allí que tal vía llamábase agora “del Almirante Apodaca” y que en ella, a más de cierta tremenda taberna, nada había dedicada a postales labores, sin conocer nosotros al tal Almirante ni qué méritos había reunido para gozar de presencia en nomenclátor hispalense.

Hechas algunas consultas y recordando antaño, supimos de otra calle llamada del Correo, sobre el siglo XVIII, junto a Convento de la Encarnación (donde agora crecen horrendos hongos o setas) más allí sólo hallamos edificio anónimos, con lo que nuestra indagación comenzaba a tomar un cariz casi de odisea, mas beneficiónos merodeo para apreciar cómo en la zona hállabase situada singular y pétrea venera (con marcado simbolismo cercano a diosa Venus, o mejor, a jacobeo apóstol) que al parescer sirvió en su momento para marcar centro geográfico de la ciudad, numerándose calles a partir della.


Prosiguiendo con nuestro peregrinar, y muy humedecida la carta por mor de veraniegos sudores al carecer de cartapacio donde portarla adecuadamente, dimos con lugar dónde durante el decimonoveno siglo estuvo establecido edificio de Correos, antiguo convento de San Acasio junto a calle de las Sierpes. Para disgusto nuestro aquel cenobio (que incluso albergó en su templo a  devota Cofradía del Gran Poder de Nuestro Señor) alberga desde 1951 Círculo de Labradores, aunque en descargo suyo conserva magnífico patio bajo traza de Leonardo de Figueroa.




Como preguntando llégase a Roma, encontramos al fin Edificio de Correos, mas ya en Avenida, y construido entre 1927 y 1929 por Otamendi y Lozano, de manera que, al fin, pudimos resolver nuestro asunto tras larga caminata.


No sin antes poder dejarnos en tintero cómo existen mamotretos de amarilla color que con bocas alargadas sirven para depositar cartas en ellos previamente franqueadas, en que vemos en ello adelanto y progreso sumo.

Háblannos de otro correo, sin lacre, ni estampilla, ni tan siquiera sobre, que camina por aires de un lado a otro y que resulta raudo y hasta poco trabajoso de elaborar, de manera que será cuestión de, en lo sucesivo, emplear cuenta abierta para tal fin.