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21 junio, 2021

Entre libros y sellos.

¿Dónde estuvo la única Biblioteca Pública de Sevilla allá por el siglo XVIII? ¿Dónde debía dictar un telegrama un sevillano de finales del XIX? ¿A dónde acudir para recoger una carta certificada o un franquear un paquete postal hasta 1930? 

 Quien haya accedido a alguna exposición en el patio del Real Círculo de Labradores, ubicado en plena calle Sierpes, habrá notado inmediatamente que no es un patio cualquiera, pues su decoración, barroca hasta la médula, lo convierte en uno de los más hermosos de la ciudad y quizá, de los más desconocidos, sobre todo por los avatares históricos que le ha tocado vivir. 


Pero como siempre, vayamos por partes:

Es sabido que la Orden de San Agustín tuvo en la Puerta de Carmona (y aún se conserva en parte) su Casa Grande, con portada de piedra, dependencias, claustro y templo, donde recibió culto durante siglos el famoso Cristo de San Agustín, desaparecido tras la quema de la Parroquia de San Roque en julio de 1936. Aparte de esa gran sede, que acogió obras de gran mérito de Murillo o Valdés Leal, los agustinos crearon un convento aparte en la zona próxima al Humilladero de la Cruz del Campo, con la intención de convertirlo en centro de formación para sus novicios, el Colegio de San Acasio (o Acacio). 

A comienzos del XVII, como cuenta doctor López Lorenzo, el colegio funcionaba a pleno rendimiento con el apoyo de doña Leonor de Virués y con fray Agustín Vallejo como primer Rector. En 1621 se constituye la biblioteca del colegio, pero al poco tiempo, apenas doce años después, se decide cambiar la ubicación, motivada quizá por lo inseguro de la zona o porque el edificio se hallaba en pésimas condiciones. 

En 1634 ya tenemos a nuestros escolares agustinos situados en su nueva sede, adquirida por 8.740 ducados, en la actual calle Pedro Caravaca, esquina con Sierpes y Velázquez, no era mal sitio. Del primitivo edificio poco se conserva, excepción hecha del magnífico claustro, ahora patio, atribuido desde siempre al arquitecto Leonardo de Figueroa, sobre todo por el diseño basado en pilastras salomónicas, el uso de diseños mixtilíneos y la gran profusión de adornos como florones, mascarones o jarras, recordando no poco a obras similares como la cúpula de la Magdalena, por ejemplo. 

Como detalle, entre 1696 y 1703 residió en el colegio de San Acasio la entonces llamada Hermandad el Traspaso, o lo que es lo mismo, la actual del Gran Poder; la cofradía provenía del convento de los Trinitarios Descalzos, en la actual Plaza del Cristo de Burgos, y la estancia en la sede agustina duró bien poco, imaginamos que debido a las escasas dimensiones de la capilla y de su puerta, con lo cual los cofrades del Señor de Sevilla decidieron de cambiar de nuevo de sede, trasladando sus imágenes titulares la Parroquia de San Lorenzo, donde habrían de residir durante más de dos siglos. 

En el año 1744 fallece en Madrid el Cardenal Fray Gaspar de Molina y Oviedo, a la edad de sesenta y cinco años. Este hecho, en principio poco relacionado con San Acasio, será de capital importancia al poco tiempo, pues en su testamento dejará un importante legado para el lugar en el que estudió de joven y en el que impartió clases ya en edad adulta: nos referimos a su voluminosa (nunca mejor dicho) biblioteca, conformada por 7.500 libros, muchos de ellos de gran interés y calidad y encuadernados primorosamente. Tras un litigio largo y pesado con sentencia favorable para los intereses hispalenses, los fondos fueron traidos desde Madrid, con la colaboración económica del Cabildo de la Ciudad que aportó 1.000 ducados, pues la intención era hacerlos accesibles a todos los sevillanos "con la condición de que la Provincia y el Colegio se obligasen a labrar, dentro del año de la entrega, pieza competente para colocarla y exponerla al público, para beneficio de los literatos de la ciudad". 

El 6 de octubre de 1749 se estrenaba la nueva biblioteca, tras construirse unas salas anejas al colegio con puerta a la calle Triperas (Velázquez); el horario de apertura dependía de la época del año, por las mañanas permanecía abierta de siete a once de la mañana y de cuatro de la tarde al toque de Avemaría de mayo a septiembre, mientras que de octubre a abril lo hacía de ocho a once de la mañana y de tres de la tarde al toque de Avemaría. Como curiosidad, el toque de Avemaría tenía lugar al atardecer de la jornda. El Cabildo de la Ciudad fijó una subvención anual a razón de 150 ducados, destinados a la conservación de los fondos, dotación de mobiliario y materiales y el salario del bibliotecario, siempre vinculado a la orden agustina, destacando la figura del Padre Garrido, principal valedor de la institución e incluso responsable del constante trabajo de clasificación y ordenación hasta su muerte en 1793.


 La invasión francesa privó a los agustinos de su colegio y a los sevillanos de su biblioteca entre 1810 y 1813, siendo ocupadas por las oficinas gubernamentales del Crédito Público. Tras un breve regreso, finalmente, en 1834 la Desamortización obligó al desalojo definitivo del edificio por parte de la orden agustina. ¿Qué pasó con el patio de Figueroa y la biblioteca?

En un principio, se instaló en él la Real Escuela de Nobles Artes, hasta 1850, año en el que se muda al exconvento de la Merced. Desde mediados del XIX, el edificio agustino quedó convertido en la sede del Servicio de Correos y Telégrafos, como ya comentamos en otra ocasión, de esos tiempos es la colocación de la montera de hierro y cristal que cubre y protege el claustro barroco, que aún permanece. Fue muy conocido el buzón instalado en la fachada de la calle Sierpes, acompañado de una cabeza de león que con su aspecto fiero parecía vigilar el destino de la correspondencia depositada. Del mismo modo, y para que sirva como referencia, en 1918 también radicaba en el edificio el Servicio de Teléfonos, que permitía conectar de modo interurbano con: Carmona, Utrera, Sanlúcar la Mayor, El Pedroso, Guadalcanal, la Palma del Condado, Badajoz y Zafra. La tasa era de 0,50 pesetas por tres minutos de conferencia o fracción y 0,25 pesetas por el aviso de conferencia. No olvidemos que existía también la modalidad del Telefonema (un arcaico antepasado del "wuasap", quizá), muy utilizada para comunicaciones con el extranjero.

Por otra parte, los fondos bibliográficos quedaron depositados las Casas Consitoriales para luego pasar, en 1878, a la Universidad de Sevilla, entonces en la calle Laraña. A día de hoy, se conservan en la sede actual de la calle San Fernando unos 1.300 volúmenes de la mencionada biblioteca pública, lo que da idea de la desaparición de gran cantidad de libros, fruto de expolios y pérdidas. 


 En 1926 el Ayuntamiento y el Estado acordaron permutar una serie de solares y edificios entre los que se encontraba el antiguo colegio de San Acacio. Así, mientras que el Consistorio entregaba a Madrid un terreno en la actual Avenida de la Constitución, el gobierno central otorgó al ayuntamiento la propiedad del edificio ocupado por Correos y Telégrafos hasta entonces, ya que en 1930 éste Servicio pasó a la Avenida, donde permanece en la actualidad. 

Foto: Reyes de Escalona
 
El Ayuntamiento, tras ocupar el inmueble de la calle Sierpes con parte de sus oficinas municipales (Servicio de Aguas, Reclutamiento y hasta un pequeño centro sanitario) durante algún tiempo, decidió al final enajenarlo, saliendo a pública subasta y siendo adquirido a la sazón por su actual propietario, el Real Círculo de Labradores, quien desde 1950, tras una serie de obras de adaptación y reforma lo sigue utilizando como céntrica sede social con el patio como escenario para certámenes y exposiciones.
 

Como se puede ver, un edificio siempre destacable por su historia y por el sorprendente (y barroco) patio que atesora.


15 junio, 2020

La calle de la Venera



Por si no pudieron escucharlo, dejamos a vuesas mercedes sonido sobre nuestra participación de este lunes en "Estilo Sevilla", donde tratamos pormenores curiosos e interesantes sobre la calle de José Gestoso, en las cercanías de la Encarnación:



26 febrero, 2015

Buzones.-

Indagadores por naturaleza como somos, y dados a merodear por calles y plazuelas en pos de la curiosidad o el detalle, cierta mañana deambulábamos por calle de los Abades cuando dimos con peculiar y metálica hendidura hecha en la madera de cierta casa palaciega.

 Si bien es cierto que su cometido, sin duda, es facilitar la llegada de correo postal a tan señalada morada, sede de doctas academias, no lo es menos que gracias a ella es posible, aunque sea una pizca, atisbar el interior de antedicho lugar, lleno de arte e historia y recomendable en su visita.

08 julio, 2012

Correo.-


Quienes nos tratan sabrán de nuestra existencia austera y casi frailuna, por no decir anodina, poco dados a contacto con exterior por temperamento y carácter, mas en cierta ocasión hubimos de resolver ciertos negocios allende los mares, para lo que precisamos servicios de escribano a fin de remitir escrito allá.



Necesitados de remitir misiva, y acostumbrados a acudir a lugar para ello, si grande fue nuestra confusión al no hallar escribano o amanuense en covachas de la plaza de San Francisco, mayor fue nuestra sorpresa al no encontrar Casa de Correos y Postas en su acostumbrado lugar,  en calle apelada del Correo Viejo, pues dijéronnos allí que tal vía llamábase agora “del Almirante Apodaca” y que en ella, a más de cierta tremenda taberna, nada había dedicada a postales labores, sin conocer nosotros al tal Almirante ni qué méritos había reunido para gozar de presencia en nomenclátor hispalense.

Hechas algunas consultas y recordando antaño, supimos de otra calle llamada del Correo, sobre el siglo XVIII, junto a Convento de la Encarnación (donde agora crecen horrendos hongos o setas) más allí sólo hallamos edificio anónimos, con lo que nuestra indagación comenzaba a tomar un cariz casi de odisea, mas beneficiónos merodeo para apreciar cómo en la zona hállabase situada singular y pétrea venera (con marcado simbolismo cercano a diosa Venus, o mejor, a jacobeo apóstol) que al parescer sirvió en su momento para marcar centro geográfico de la ciudad, numerándose calles a partir della.


Prosiguiendo con nuestro peregrinar, y muy humedecida la carta por mor de veraniegos sudores al carecer de cartapacio donde portarla adecuadamente, dimos con lugar dónde durante el decimonoveno siglo estuvo establecido edificio de Correos, antiguo convento de San Acasio junto a calle de las Sierpes. Para disgusto nuestro aquel cenobio (que incluso albergó en su templo a  devota Cofradía del Gran Poder de Nuestro Señor) alberga desde 1951 Círculo de Labradores, aunque en descargo suyo conserva magnífico patio bajo traza de Leonardo de Figueroa.




Como preguntando llégase a Roma, encontramos al fin Edificio de Correos, mas ya en Avenida, y construido entre 1927 y 1929 por Otamendi y Lozano, de manera que, al fin, pudimos resolver nuestro asunto tras larga caminata.


No sin antes poder dejarnos en tintero cómo existen mamotretos de amarilla color que con bocas alargadas sirven para depositar cartas en ellos previamente franqueadas, en que vemos en ello adelanto y progreso sumo.

Háblannos de otro correo, sin lacre, ni estampilla, ni tan siquiera sobre, que camina por aires de un lado a otro y que resulta raudo y hasta poco trabajoso de elaborar, de manera que será cuestión de, en lo sucesivo, emplear cuenta abierta para tal fin.