04 septiembre, 2011

Contraseñas

Que aquesta urbe, extravagante como pocas,  háyase plena de asombros es comúnmente aceptado por sus habitantes, que en copiosas ocasiones el paseante tópase con novedades es aspecto siempre tenido en cuenta; pero que el transeúnte peripatético, como nos, encuentre signos o símbolos sumamente extraños esparcidos por sus calles con un sentido concreto no deja de ser cosa peregrina y hasta alentadora para aguzar el ingenio a la par que demostrativa de cómo la ciudad nunca dejar de maravillar a quien la ama.



Descubrímoslas no ha mucho en la collación del Sagrario. Anómalas señales, llegamos a colegir se trataba de avisos del maligno o de secretos códigos de cierta herética secta, cuando no de ignotos vericuetos hacia destinos que mejor es no averiguar, habida cuenta pasaban cabe la antigua Mancebía del Compás de la Laguna; no había duda de que marcaban senda, iniciático camino.



Nos hemos firmemente determinado a desenderezar el entuerto y comprobar de esta manera qué arcano misterio encierran tan enigmáticas e ininteligibles indicaciones. Caminamos en pos de ellas mas comprobamos, con desaliento cierto, que no alcanzamos destino, determinando regresar sobre nuestros pasos a la espera de mejor ocasión.



En ello andamos, que es de asombro y admiración contemplar cómo manos humanas se han esforzado en pintarlas y componerlas, con poca destreza, damos fe, pero con la intención de marcar una vía que alguna vez nos placería recorrer.



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