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10 abril, 2023

A tiros.

Ahora que ha finalizado la Semana Santa y que la Pascua de Resurrección toma el relevo dentro del calendario sevillano, con permiso de la inminente Feria de Abril, no estaría de más reseñar una antigua costumbre de esto días, hoy desaparecida, pero llena de tradición. Pero, también, como siempre, vayamos por partes. 

En 1897 Alejandro Guichot (1849-1941), hijo del cronista local Joaquín Guichot, y estudioso del folklore local, reseñó multitud de detalles, costumbres y tradiciones que se mantenían en nuestra ciudad, como tesoro local necesario de conservar. Algunas de estas ceremonias o ritos ha llegado hasta nuestros días, como todo lo que rodea la Semana Santa o celebraciones como las cruces de mayo, romerías o acontecimientos ligados a diversas festividades. Otras, en cambio, se fueron difuminando con el paso de los años, algunas por el cambio de los tiempos, algunas, por apatía popular y otras, simplemente, porque perdieron peso entre el público local.

Es sabido que por aquel entonces, finales del siglo XIX, la Semana Santa constituía ya uno de los pilares fundamentales del calendario de fiestas de la ciudad, y junto a ella, se mantenían ciertas costumbres ligadas a la liturgia catedralicia, como por ejemplo la ceremonia de la Seña que no hace mucho comentamos por estos lares. Otra, estrictamente ligada al pueblo y su manera de entender aquellas jornadas santas vinculadas a la Pasión, Muerte y Resurrección tenían cierto punto de ritual de revancha, represalia o venganza. Además, una de ellas, especialmente, habría que entenderla cuando el Sábado posterior al Viernes Santo no era día penitencial, al contrario, antes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II era considerado Sábado de Gloria.

El Viernes Santo, con los retablos cubiertos por velos morados, sin el sonido de las campanas, sustituido por la matraca, el silencio se adueñaba de la ciudad en señal de luto por la muerte del Redentor, incluso con el cierre de los establecimientos comerciales y hosteleros. Sin embargo, a la mañana siguiente todo se enfocaba hacia la Vigilia de Resurrección, con la Giralda preparándose para dar sus mejores repiques de Gloria, seguida de los campanarios de torres y espadañas en alegre sinfonía de bronce. Era curioso ver cómo los niños, forzados a mantener quietud por el duelo sacro, ahora prorrumpían en gritos, tocaban trompetas (como uno que nosotros sabemos) y agitaban campanas y almireces como señal de alegría y del fin de los días fúnebres. 

En muchos barrios hispalenses, como por ejemplo el de San Bernardo, la gente se aprestaba a preparar "Los Judas" o "El Judas", especie de muñeco compuesto de varios fragmentos, al decir de Guichot. Así, el primer trozo de realizaba con paja, y se envolvía con trapos para conformar el torso y cintura de una figura humana, a la que se cosían sendos brazos con manos de trapo y dedos grandes y estirados; en la cintura del monigote se añadía un saco pequeño que indicaba el lugar de las treinta monedas que Judas cobró como pago de su traición. Sobre el cuello de la figura se situaba lo que hacía las veces de la cabeza, realizadas de modo grotesco, reproduciendo de manera esquemática el rostro con líneas verticales u horizontales, sin olvidar bigotes, barba o patillas. 

A la cabeza no le faltaba su sombrero hongo, si era un Judas "señorito" o un ajado sombrero de ala ancha si era un Judas "popular". Tampoco faltaba una faja de color rojo en la cintura que unía las piernas al tronco, con viejos zapatos en sus extremos.  Ni que decir tiene que el aspecto rígido, cómico y casi grosero del Judas servía para ser blanco de todo tipo de chanzas y burlas entre la chiquillería del barrio, deseosa de un motivo para la fiesta y la guasa. 

Son apenas las nueve de la mañana del Sábado de Gloria cuando un pequeño ejército de niños se organiza en formación  y acude a contemplar cómo en casi todos los balcones de las casas del barrio se han colgado los Judas, y cantan en medio de un griterío ensordecedor:

¡Maten al Júas,

Pícaro traidó;

Toquen a gloria

Pá nuestro Ceñó!

Al grupo de niños con palos y cañas se unen jóvenes armados con escopetas. Todos aguardan. Al fin, a las diez de la mañana, se escuchan en la lejanía las campanas de la Giralda repicando a Gloria. Es la señal esperada con anhelo por todos. Los disparos se suceden como una descarga de fusilería con los Judas como objetivo, unos caen de los balcones por acción de la buena puntería, otros son arrancados por la fuerza. En cualquier caso, al caer al suelo, los Judas son literalmente despedazados por la multitud enardecida, mientras los niños se reparten sus despojos como botín de guerra o trofeo de caza.

El cántico ahora cambia en su letra: 

"Er Júas puñetero

Abajo bá caé.

Er Júas berraquero

Abajo bá caé"

Como colofón, una improvisada pira quema todos los restos, como simbólico y purificador ajuste de cuentas contra el traidor más famoso de todos los tiempos, el humo y las llamas lo invaden todo como si con ello se quisiera purificar un espacio o un tiempo. Poco a poco, la multitud ruidosa se diluye hasta el año que viene, dejando un rastro de restos quemados y olor a pólvora.  

Curiosamente, la costumbre de quemar a los Judas es muy frecuente en otras zonas, como en Lisboa o Sicilia, o en sectores de hispanoamérica,  conservándose aún hoy en día en pueblos de la provincia de Sevilla como Coripe, donde se mantiene la costumbre del "fusilamiento" de una figura satírica representando a algún personaje especialmente odiado por el pueblo, como el Coronavirus, Hugo Chávez, Jordi Pujol o Miguel Carcaño, de modo y manera que con ello, al igual que en el XIX, se busca cierta venganza violenta contra aquellos que hacen el mal a juicio de los habitantes de aquella localidad. La figura, realizada de paja, guarda en su interior un recipiente con gasolina que prende rápidamente al recibir el impacto de los disparos. 

Por cierto, este año, como curiosidad, la "víctima" ha sido el piloto de helicóptero de la Dirección General de Tráfico que dio positivo por consumo de estupefacientes tras estrellarse con su aparato, frente al rumor de que el protagonista sería en esta ocasión Vladimir Putin, pero esa, esa ya es otra historia.