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24 mayo, 2021

Animalitos.

 En no pocas ocasiones hemos relatados pormenores sobre la historia y detalles de las calles sevillanas, con especial atención a aquellas en las que vivieron personajes dignos de mención, u otras en las que acontecieron hechos merecedores de ser recordados por su importancia o simplemente por lo anecdótico. En el nomenclátor (callejero) hispalense hay sitio para reyes, santos, artistas, políticos, nobles, lugares, batallas, ríos, templos, cristos, vírgenes... y animales. ¿Lo comprobamos?

Aunque muchos de esos nombres han ido desapareciendo con el tiempo, los cronistas e historiadores han consignado bastantes calles que tuvieron nombres de especies del llamado reino animal, muchas veces por causas justificadas (presencia de criaderos, existencia de cuadras, etc) y muchas veces por situaciones curiosas, como comprobaremos. 

En el caso de la calle Águilas, que aún conserva su nombre, éste se debe, como muchos recordarán, a las águilas que coronan la hermosa y poco vista (demasiado tráfico rodado) portada de mármol del palacio que está situado en el número 16 de la calle, palacio además que fue la casa natal de uno de los héroes y mártires sevillanos de la Guerra de Independencia contra los franceses allá por comienzos del siglo XIX: José González Cuadrado. 

Si continuamos con las aves, dejando a un lado la Barriada de los Pájaros (1962) o el Cerro del Águila, creadas en los "felices años veinte" del pasado siglo XX, tendríamos que hablar de la calle de la Pava (actual calle Viejos) o la conocida Plaza del Pelícano, antigua de Santa Lucía, que recibió tal nombre, sin que se sepan bien los motivos, en el año 1869. También merece nuestra atención, si seguimos con pájaros, la calle Gallinas, o lo que es lo mismo, el trozo comprendido entre Feria y Torres, actualmente llamada de Antonio Susillo, donde tuvo su taller y estudio, en el número 11, el escultor e imaginero Antonio Illanes, o la actual calle Gallos, en el barrio de San Román, que en el siglo XV se llamaba calle del Espejo pero que en 1845 vio modificado su nombre por existir en ella un reñidero de gallos para sus peleas, en un edificio con planta circular "para reñir gallos ingleses", diversión entonces muy popular, ya que existieron otros "reñideros" en Sevilla, como por ejemplo el ubicado y bastante célebre de la calle Doña María Coronel. 

Especial atención merece la Glorieta de las Golondrinas, en el sector norte de Sevilla, en lo que habría sido el antiguo camino de la Algaba; junto a ella se conserva, casi destruida, la muy conocida Venta de los Gatos, pieza clave en un relato de Gustavo Adolfo Bécquer. La zona, repleta de viviendas y bloques desde los años setenta, se edificó sobre los restos de una antigua y extensa huerta que recibió varios nombres a lo largo de los años: del Hoyo (1870) de la Estrella (1884), o de la Rana (1959). 


 Por supuesto, la calle Pajaritos, que desemboca en Francos y que se llamó de Melgarejos y de la Imprenta, por estar allí instalado el taller de Cromberger, uno de los primeros y más antiguos de la ciudad; lo de "Pajaritos" tiene origen al parecer en torno a principios del XVII en cierta taberna con ese mismo nombre, que incluso es citada por Tirso de Molina en "El Burlador de Sevilla", o lo que es lo mismo, el antecedente de nuestro afamado Don Juan Tenorio.

Por último, en lo que respecta a animales "alados", habría que recordar calles como la de la Paloma (actual Faustino Álvarez), la del Ganso (actual Golfo, callejón sin salida en el barrio de la Alfalfa, junto a Pérez Galdós), una antigua barreduela desaparecida de la calle Francos, llamada de la Garza y el callejón de Faisanes (de buenos recuerdos para quien suscribe), perpendicular a Entrecárceles y que en el siglo XV también se llamó de los Gaiteros. 

Si seguimos con nuestro recorrido "zoológico", ahora con los mamíferos, encontraremos una calle llamada desde 1502 hasta el siglo XIX de los Perros, ahora casi oculta o absorbida por edificios de la calle Alemanes y Hernando Colón, ya que se trataría de una antigua calleja de la Alcaicería de la Seda, pues se sabe que en 1633 se vendía allí tal mercancía. También recibieron ese nombre "canino", calles como Aceituno, Enladrillada, Adriano o Rioja en diferentes momentos de su historia, imaginamos porque en ella vivirían animales de esa raza de características tan especiales como para dar nombre a una vía. No podría faltar el denominado "rey de la selva", ya que la calle Felipe Pérez, entre Cabo Noval y la Avenida de la Consitución (la trasera del Banco de España, para entendernos) recibió el nombre de León entre 1845 y 1913, cuando tomó los apellidos del poeta sevillano fallecido ese año.Casi para terminar, parte de la actual Plaza de Doña Elvira se llamó antiguamente Plazuela de los Caballos, por estar allí situado el picadero propiedad de los Condes de Gelves.

En lo que respecta a los habitantes del mar, baste recordar que toda una sección de la Barriada de San Jerónimo posee calles con nombres marinos (Corvina, Pez Espada, Tiburón, Acedía, Coquina...) y que un tramo de la ahora llamada calle Gerona se llamó Sardinas desde 1452 hasta 1845, calle en la que vivió Juan Ramón Jiménez en el siglo XIX en una etapa en la que el de Moguer acudía a pintar al Palacio de las Dueñas o la Casa de los Artistas, no lejos de allí. Lo de Sardinas quizá tuviera que ver con que en la Plaza de los Terceros estuvieron asentados ciertas freidurías de pescado, aunque hay que afirma que en aquella calle se almacenaba este pescado en salazón con destino a alimentar las tripulaciones de la Flota de Indias. 

Como colofón, aunque a buen seguro se nos quedan algunas calles en el tintero, la siempre recordada calle Burro, llamada así desde al menos 1713 y uno de cuyo extremos desemboca en Puente y Pellón; en 1845 recibió la denominación que hoy conserva, en honor al hijo de Fernando III el Santo que concedió a la ciudad el lema de "Nomadejado", aunque en este caso el pueblo sevillano hizo suyo el juego de palabras con la calle y sus nombres, de ahí la conocida frase "Don Alonso el Sabio, antes Burro"

Fotos: "Reyes de Escalona". Con nuestro agradecimiento.