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27 marzo, 2023

Vuelan banderas.

Presentes en los cortejos de las hermandades de penitencia, suelen situarse al principio del tercer tramo, a continuación del Senatus, y muchas veces pasan desapercibidas frente a la riqueza o simbología de otras insignias portadas por nazarenos durante las estaciones de penitencia. Sin embargo, estas peculiares banderas pierden su origen en la noche de los tiempos y bien podrían ser casi "fósiles" de antiguas ceremonias, al igual que otras banderas mucho menos conocidas; pero como siempre, vayamos por partes. 

Las celebraciones litúrgicas de la Cuaresma y Semana Santa en la catedral de Sevilla llegaron a compararse, por su boato y solemnidad, con las del Vaticano, ya que el rico ceremonial acompañado de las bordadas vestiduras de los canónigos y la solemnidad con que todo se celebraba atraía a los fieles. Tal como han divulgado algunos estudiosos del tema, los actos catedralicios estaban lleno de detalles que, en muchos casos, han desaparecido, como la velación de los altares, el encendido (y apagado) del llamado Tenebrario o la ruidosa y dramática escenificación de la ruptura del Velo, recogida incluso por viajeros del XIX como Charles Davillier, por no hablar de Cirio Pascual, caracterizado entonces por una altura de ocho metros. 

Sin embargo, una de los ritos más curiosos e interesantes, a la par que atrayentes era el  denominado de la "Ostensión de la Seña", de la que el sacerdote Juan Rodríguez, allá por 1632, escribía:

"En este tiempo santo de Pasión hace nuestra Santa Madre Iglesia una ceremonia muy misteriosa, y que mueve las almas a quienes asistan a ella con particular devoción y ternura, que es la Seña que se hace en las iglesias catedrales de la cual no he hallado en algún autor algo escrito, y así la declararemos atendiendo al Himno que se canta mientras se hace, que en él me parece que se declara el intento de esta santa ceremonia y esto mismo es parecer de varones graves a quien se lo he comunicado". 

La ostensión de esta bandera tenía lugar hasta cinco ocasiones a partir del llamado Domingo de Lázaro, actual Domingo de Pasión, hasta llegar al Miércoles Santo, pasando por el Domingo de Ramos. Saliendo el Cabildo del Coro, los canónigos y demás dignidades, cubiertas sus cabezas con los capuces de sus ropajes, se situaban reverencialmente arrodillados en las escalinatas del altar mayor y allí se entonaba el himno "Vexilla Regis", acompañado de la música, mientras uno de los cargos catedralicios, el Chantre, empuñaba una bandera realizada con tafetán negro en la que aparecía una cruz roja. Acto seguido, la bandera era ondeada o tremolada ante el pueblo y los canónigos postrados en tierra, cubriéndolos con ella de modo simbólico, como anticipo de la adoración de la Cruz que tendrá lugar el Viernes Santo. Al decir de algunos autores del XIX como Alonso Morgado, el hecho de que se tremolase en cinco ocasiones simbolizaba las cinco edades que estuvo el mundo sin el conocimiento de Jesucristo: la primera desde Adán hasta Noé; la segunda, desde Noé hasta Abraham; la tercera desde Abraham hasta Moisés;  la cuarta, desde Moisés a David; y la quinta desde David hasta el nacimiento de Jesús. 

Horarios de las ceremonias de la Catedral de Sevilla en 1868.

En 1866 esta ceremonia impresionó vivamente a una aristocrática dama inglesa recién convertida al catolicismo, Lady Herbert (apodada "Lady Ligtnening", "Relámpago" por la vehemencia con que se comprometía en causas caritativas), quien mencionó en su obra "Impressions of Spain" en 1866 la importancia de "la misteriosa ostensión de la sagrada bandera". 

Horarios de la Catedral de Sevilla en Semana Santa. Diario El Liberal. 1908.

 A todo, esto habría que sumar que el acudir a este acto suponía para los fieles el ganar numerosas indulgencias; en cuanto a los colores, el negro aludiría a las tinieblas que oscurecieron el mundo a la muerte de Jesús, y el rojo, a la sangre derramada por Él. Por cierto, el himno antes aludido, el "Vexilla Regis", fue compuesto en el año 569 por San Venancio Fortunato como alabanza a las reliquias de la Vera Cruz enviadas desde Bizancio por Justino II a Roma y su comienzo podría traducirse por 

"Las banderas del Rey avanzan,

resplandece el misterio de la Cruz, 

donde el creador de la carne, 

está suspendido en carne en un patíbulo". 

¿Por qué una bandera? Al parecer, la idea tendría su origen en antiguos ceremoniales militares, ya que cuando fallecía un general en el campo de batalla, para enaltecer su valor se enarbolaba su estandarte o insignia ante la tropa como signo de victoria y también como muestra de dolor, tristeza y respeto; de este modo, la muerte de Cristo, entendido como "Capitán y Salvador", se escenificaba con la bandera antes descrita. Por cierto, aunque se trate de otra esfera, en Granada se conserva aún la tradición de la tremolación del pendón de los Reyes Católicos cada 2 de enero en recuerdo de la conquista de la ciudad por estos.


 Nuestro buen presbítero Juan Rodríguez al terminar de relatar el ceremonial de la bandera, aprovechaba para darle un sentido eminentemente penitencial y ejemplarizante:

"Y así cuando asistas a esta ceremonia de la santísima seña, dale gracias a este soberano Capitán de que te llamó a su bandera, y con su santísimo ejemplo te animó a que le siguieses, y determínate a a hacer de nuevo penitencia de tus culpas, y aborrecer el regalo, y frecuentar los Santos Sacramentos para recibir los frutos de la Cruz, considerando a menudo lo mucho que este Señor padeció, y el premio que te aguarda, y la pena del infierno, o del Purgatorio, por los regalos y gustos mundanos".

La ceremonia de la Ostensión de la Seña pasó incluso desde Sevilla a las nuevas diócesis americanas, de hecho en la catedral de Quito aún se mantiene el Miércoles Santo con un ritual muy similar al hispalense, pero cayó en el olvido con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, pero su uso se mantuvo en las cofradías, que tomaron el símbolo para añadirlo a sus procesiones, de ahí el empleo de banderas con cruces en colores diversos, muchas veces coincidentes con los de las túnicas de los nazarenos de cada corporación. 

Como curiosidad, el "revoleo" de la bandera se ha conservado, pero en distintas circunstancias y en las calles de Alcalá de Guadaira, promovido por la Hermandad de Jesús, en un acto lleno de simbolismo y tradición; durante el mismo, será la "Judea", conformada por cuatro soldados, un abanderado, dos músicos, un niño (el Paje de Jineta o "pagineta") y el capitán, la encargada de protagonizar la tremolación de la bandera en puntos concretos durante el Jueves Santo y la antigua ceremonia del prendimiento ya en la madrugada del Viernes Santo, ritos que han sido premiados recientemente con el premio "Demófilo" de la Fundación Machado.


Por último, y ya que hablamos de banderas, en algunas cofradías andaluzas, como el Descendimiento de Málaga, mantienen el uso de las llamadas "banderas quitasangres", arrastradas por nazarenos tras los Pasos para enjugar simbólicamente, la sangre derramada por Cristo. Su uso fue muy antiguo, pues al parecer en 1535 la sevillana Hermandad del Santo Entierro sacó seis de estas banderas realizadas en tafetán negro aunque, por desgracia, hay pocos datos sobre cuándo desaparecieron del cortejo de la Hermandad del Sábado Santo y además, esa, esa ya es otra historia.