El recio estampido de la pólvora nos hizo por un momento temer que se había producido alguna revuelta o motín, o que éramos invadidos por gentes de naciones extranjeras. Sin embargo, recordamos que tal estruendo respondía a la salida de las hermandades que rinden culto a Santa María de las Rocinas, que en estos días celebra su famosísima Romería.
Muchos anhelarán en estas fechas el trajín que suponía en preparar vituallas, adecentar carromato, limpiar enseres o aprestar ropajes y sombreros, de modo que todo quedaba dispuesto para emprender camino y cambiar asfalto por arenales, abandonar rutina de trabajos por sonar de gaita y tamboril, perder por unos días frenético ritmo diario y sustituirlo por el cansino paso de bueyes mientras repiquetean campanillas en carreta de plata.
Para aquellos que por ventura poseen oficio, o para quienes por causa de fuerza mayor no pueden este año participar en tan señeros cultos y regocijos, reconfortémonos, pues, con saber que tan excelsa Señora nos aguarda todo el año, al fin, en su ermita rodeada de marismas, y confiemos en que Ella nos proporcione la enorme dicha de venerarla para contarle penas y alegrías.
Desde 2011. Venturas y aflicciones de Don Alonso de Escalona, un sevillano del siglo XVII en la Hispalis del XXI.
15 mayo, 2013
07 mayo, 2013
A las puertas.-
Era frecuente en mis tiempos decorar las puertas de las
mansiones y palacios con innumerables detalles que engrandecían a sus
propietarios y de ello ya hemos dado cuenta en alguna ocasión: http://alonsodeescalona.blogspot.com.es/2012/01/como-hablarle-la-pared.html
Sin embargo, en estos actuales tiempos, hemos comprobado
como las dichas puertas ahora sirven para que de ellas salgan y entren personas
o sorprendentes vehículos y que además, se vean decoradas con curiosas escenas
que rememoran sucesos o escenas, siendo de destacar el arte con que algunas se
ven pintadas…
Aunque quizás nos halla llamado poderosamente la atención dos representaciones pictóricas de singular apariencia por la temática y por poner de manifiesto, a las claras, las devociones del propietario de la vivienda en cuestión:
Aunque quizás nos halla llamado poderosamente la atención dos representaciones pictóricas de singular apariencia por la temática y por poner de manifiesto, a las claras, las devociones del propietario de la vivienda en cuestión:
24 abril, 2013
Valladares
Entre las trianeras calles de San Jacinto y Fabié, se encuentra un callejón poco transitado, y durante mucho tiempo sin salida, que alberga en su interior una entrañable muestra de devoción a la Reina de las Marismas; pero como siempre, vayamos por partes.
Desde el Altozano, y tomando por la antes referida San Jacinto, bastará con tomar la primera calle a la izquierda, encontrarnos con la calle Valladares. En 1665, ya aparecía con el nombre de Balladares, al parecer en honor a un vecino de Aznalcóllar que en el siglo XVI se estableció como ollero en esa zona. Hay que tener en cuenta que el gremio de olleros y ceramistas tuvo carta de naturaleza en Triana
Tuvo este antiguo callejón
nombres tan curiosos como “Del Turco” o “Pastelería”, hasta que por los años de
1868 (siguiendo siempre a trianeros cronistas como Manuel Macías) tomó el
nombre por Juan de Valladares, natural de Aznalcázar y que vivió entre los años
de 1533-1615; personaje dedicado al oficio de ollero (hogaño, ceramista) y cuya fama al parecer radicó en su labor artesana, proseguida por su hijo Hernando, autor, por ejemplo de azulejos que decoraron no pocos cenobios y templos hispalenses y hasta peruanos.
Sin embargo, y con todo, lo que
más nos ha llamado la atención es la presencia de monumento a la imagen de la Virgen del Rocío en tan
recoleto lugar (ahora que se acerca su fervorosa Romería en almonteñas tierras),
costeado el dicho por grupo de fieles devotos en 1997, aunque la escultura
fuera ejecutada antes, en 1973, por el catedrático Francisco Maireles, piadoso
rociero y cofrade de quien se guarda gran memoria en esta ciudad y en otras
como Sanlúcar de Barrameda.
Quede constancia de tan recóndita
calleja en pleno corazón trianero, invitando a quien desee descubrirla que lo
haga sin demora.
12 abril, 2013
En Portada
Como en aquesta bendita tierra
trócanse con celeridad túnicas por volantes y capirotes por mantoncillos, no
vendría mal recordar a los habituales lectores de estos pliegos cómo
transcurrió aquella primera Feria que tuvo lugar allá por 1847. Quizás sepan vuesas
mercedes, fue creación de vasco y catalán (curiosa amalgama, vive Dios) pues de
tal condición eran José María Ibarra y Narciso Bonaplata quienes lograron del
Municipio licencia para solicitar a la Corona una Feria de Ganados pues a su decir esa
feria llevaba aparejado doble objetivo: promover mercantiles transacciones y
dar aliciente a labradores y criadores de ganado para mejorar sus productos.
Quedó autorizada, pues, dicha
Feria para los días 18, 19 y 20 de abril de aquel año. Aquella Semana Santa habría
sido familiar para actuales tiempos, pues no en balde de quince cofradías anunciadas sólo
salieron las del Domingo de Ramos y Miércoles Santo, quedándose en sus templos
las restantes merced al fuerte temporal de agua y viento que azotó la ciudad.
Fue el llamado Prado de San
Sebastián lugar escogido para la
Feria, y en ella al decir de las crónicas, se movieron 9.684
ovejas, 4.289 carneros o 4.111 cerdos, y para amantes de cifras, baste decir
que el monto de negocio ascendió a nada desdeñable cifra de 316.000 reales.
Mas no todo fueron cuestiones
económicas, que habíase entoldado la calle San Fernando en ella se situaron
tiendas de paños, peinetas, joyas e incluso curioso bazar marroquí, por no
hablar de cómo en otra zona cercana se colocaron puestos de quincalla, juguetes
de barro y latón, abanicos, y desde la Alcantarilla del Tagarete hasta la Enramadilla asentaron
sus reales gitanas que freían buñuelos, y feriantes que ofrecían menudo,
pescado frito y caracoles regados por vinos de Sanlúcar y el Aljarafe.
Como no podía ser menos, en el
coso de la Maestranza
se lidiaron toros para la ocasión, alternando Juan Lucas Blanco, de Sevilla con
Manuel Díaz “Lavi”, de Cádiz, lidiando reses de acreditadas ganaderías.
Al decir de las crónicas, y
echamos mano del erudito hispalense Manuel Chaves Rey, fueron jornadas de gran actividad
en el real, huérfano aún de farolillos y gallardetes por ser vez primera, que
concluía a las once de la noche según Bando de la Alcaldía, aunque la
lluvia hizo acto de presencia y deslució algo la Feria.
Baste, para concluir, cómo el
Diario El Independiente resumía esos días: “No nos detendremos en pintar la
vida y animación que notamos en ese feliz ensayo de lo que llegará a ser la
feria de Sevilla, ni los atractivos que le prestaron la brillantez de la
concurrencia que había establecido su paseo en este lado de la capital, porque
sería imposible hacerlo comprender para los no hayan tenido el gusto de verlo.”
Tal fue la génesis de los días
que nos aprestamos a vivir, y pese a transcurrir malos tiempos no por ello
habrá que hacer menoscabo de tal Feria, aunque sea para pisar su albero de modo
breve…
04 abril, 2013
Sin cera (mente)
Como bien sabrán vuesas mercedes, tocaron a su fin celebraciones semanasanteras, dejándonos agridulce sabor en paladar. Mucha cera por quemar, mucho por sentir, mucho por disfrutar quedó en el "debe" de estos días de marzo.
Y justo resulta rememorar inclemencias meteorológicas que frustraron no pocas estaciones de cofradías, de modo que de poco sirvieron nuestras plegarias y rogativas.
Habrá también que recordar cómo en aquestas jornadas se vivieron momentos de profundidad religiosa, de emocionante espiritualidad o simplemente de alegre vivencia, pues sin duda hablamos de días de Fiesta en su más correcto sentido.
Dejemos para otros cronistas, mucho más avezados que quien escribe estos pliegos, aspectos alusivos a horarios, incidentes varios, sillitas en cruces de calles y hasta reserva de lugares en aceras, como nos ocurrió presenciando cierta cofradía, en la que cierta dama nos inquirió a que no la ocuparamos por hallarse aguardando a sus ocupantes, cosa que si decimos nos dejó estupefactos no faltaríamos a la verdad.
Decía el poeta que al ser Primavera el sol borra penas y preguntas, esperemos que al menos el astro rey se deje ver con más frecuencia que hasta ahora y dispongámonos a disfrutar de la más bella ciudad del orbe.
19 marzo, 2013
En posición.-
Si pasan por esta plaza, no lo duden, disipen temores y
remonten la rampa (aunque preferimos el término “tablao” con que la denominan
los Mendoza, sus montadores y custodios), escálenla y contemplen, como no hace
mucho hicimos en inmejorable compañía, la visión de la Plaza desde ese privilegiado
otero de madera.
Desciéndanla despacio, sin premuras, ojo avizor con
inoportunos resbalones, saboreando cada zancada como hacen quienes la pasan
Domingo de Ramos y Jueves Santo, asumiendo que esa bajada es desnivel o declive
que conduce a inicio de recorrido ansiado durante semanas, y que cuando se
alcanzan los adoquines de la plaza parece como si cada nazareno o penitente se
sumergiera en mar de multitudes.
Muchos aqueste año cruzaránla por vez primera, va para ellos
nuestro recuerdo y para quienes inculcan amores y cariños a devotos Titulares a
los que orar en toda ocasión.
12 marzo, 2013
Balcones.-
Era público y notorio, antaño,
cómo altos estamentos sociales, gentes de acomodado vivir y pueblo llano rivlizaban por
lograr privilegiados lugares desde donde participar o cotemplar desfiles,
cortejos o procesiones, gozando para ello de plateas en balaustradas, triforios
o tribunas, bien fuera en templos, teatros o plazas.
Para mi sorpresa, observamos que
mantiénese dicha costumbre, pues no menos curioso resulta comprobar en aquestos
cuaresmales días que numerosos vecinos ponen en renta sus balconadas, bien en
casas próximas a carrera oficial, bien en edificios por las que ésta pasa, con
fin crematístico para que gentes ajenas accedan, previo abono de unos
maravedís, a tales alturas y puedan disfrutar de preferente visión en las
estaciones penitenciales que en breve, si el tiempo no lo impide, acaecerán en
esta Hispalis nuestra.
Empero, no es menos curioso
comprobar como no hace mucho, visitando cierto lugar, muy cartujano por otra parte, encontramos solución de
lo más acertada y compuesta para quienes posean exigua faltriquera, y a fe que
aunque sea cubículo reducido y hasta incómodo, debidamente instalado podría
suponer extraordinaria atalaya desde la que disfrutar de tránsito de cofradías,
y que a buen seguro en cierto comercio de impronunciable nombre y nórdica
procedencia venderíanse como rosquillas de Santa Inés.
Todo ello sin menoscabo de la baratura que supondría hacer acopio de colgaduras y reposteros con que ornar tales balcones.
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