Aprovechando que el 4 de mayo se cumple la efemérides del bautismo del gran pintor Juan de Valdés Leal, permítasenos que añadamos notas curiosas acerca de su femenina descendencia, que siguió los pasos artísticos de su progenitor:
Desde 2011. Venturas y aflicciones de Don Alonso de Escalona, un sevillano del siglo XVII en la Hispalis del XXI.
04 mayo, 2020
Las hijas de Valdés Leal
Aprovechando que el 4 de mayo se cumple la efemérides del bautismo del gran pintor Juan de Valdés Leal, permítasenos que añadamos notas curiosas acerca de su femenina descendencia, que siguió los pasos artísticos de su progenitor:
28 abril, 2020
Calles para recordar en confinamiento (IV)
Merced a Maese Francisco Jiménez, sagaz divulgador de sonidos por las redes, insertamos en este pliego lo que platicamos el pasado lunes en el programa "Estilo Sevilla" bajo los auspicios de Antonio Bejarano. En dicha plática nos centramos en adarves, callejones y callejas sin salida, que a buen seguro tienen derecho a su momento de explicación:
Cuídense, cuiden y que les cuiden, que a poco que nos demos cuenta todo esto finaliza...
15 abril, 2020
Calles para recordar en confinamiento (III)
VÍRGENES.-
Mientras prosigue esta pertinaz pandemia que amenaza con diezmar a gentes de toda condición, aprovecharemos, empero, para proseguir con nuestros recorridos imaginados por vías de nuestra ciudad por las que ahora no podemos pasar pero que, bien por su insignificancia, bien por poco transcurridas, son desapercibidas por viandantes.
Es éste el caso de la antigua calle del Corral de los Tromperos, en las inmediaciones de la parroquial de San Nicolás, y que hogaño llámase de Vírgenes en recuerdo del convento de concepcionistas que con el nombre de Santas Justas y Rufina permaneció en pie allá hasta bien entrado el siglo XIX, pues luego la piqueta desamortizadora hizo lo propio en aquel cenobio.
Era el de Tromperos llamado así, dicen, porque en él, en el siglo XIV se fabricaban trompas o trompetas, aunque a fuer de ser sinceros, debió ser corral harto ruidoso y poco favorecedor para el descanso si tan honrado gremio probaba y afinaba allí sus instrumentos. Con hasta cuatro patios, galería y hasta devoto retablo, podía asemejarse al no menos célebre Corral del Conde, siendo reseñable su famosa Cruz de Mayo o cómo por delante suya el Cristo de San Agustín llegó a pasar en varias ocasiones con motivos de sus traslados a la Catedral en tiempos de rogativas. Fue definitivamente demolido en 1971 y sobre su solar se construyeron modernas edificaciones al modernos gusto, aunque eso sí, manteniendo vivos los mencionados patios.
Que no se nos quede en el tintero cómo al parecer hubo curtidores en el corral de los Tromperos y cómo ello, unido al quehacer de los dichos tromperos, debió hacer de aquel lugar sin duda un espacio muy agradable por los exquisitos olores producidos por las pieles mientras eran despellejadas y desprovistas de pelos y demás elementos, todo ello, como comprobarán los pacientes lectores, de agradable vista y no menos excelente ambiente.
Por último, no resta sino recordar el sucedido relatado por Álvarez Benavides, allá por 1868, cuando al final de la calle, ya casi en San Nicolás, dos compadres hubieron de vérselas con manada de bueyes desmandados y procedentes de las cercanas huertas de San Bernardo. Se cuenta que uno de los individuos, y que se presumía de experto en el arte de Cúchares, optó sin embargo por esconderse tras las espaldas del otro, quien se lo reprochó duramente una vez que los bovinos pasaron de largo sin dañarles:
- ¡José! ¿No habias dicho en la taberna del Matadero que eras más torero que Pepe-Hillo?
A lo que el aludido, sin duda no falto de gracia, contestó vivazmente:
- Pues mira, te voy a decir y que no se te "orvíe" la lección; me coloqué detrás de tí con el objeto de que el buey no te dejara caer y guardarte de paso las "espardas" por si acudía su compañero por el otro "lao".
25 marzo, 2020
Calles para recordar en confinamiento (II)
Aunque ya en cierta ocasión relatábamos pormenores sobre esta vía que nos ocupa, no lo es menos que en aquel momento dejamos en el tintero narrar detalles sobre uno de los edificios más preclaros que adornaron la antigua calle del Carmen, actual de Baños: El Convento Casa Grande del Carmen. Al decir del cronista:
“Tiene
Sevilla y toda su comarca a este real convento en gran aprecio y estimación
tanto por la virtud y religiosa observancia que en él han reconocido cuanto por
la grande literatura que en sus hijos han admirado, los que en todo tiempo han
servido de gran consuelo y alivio al pueblo cristiano”.
Erigido en 1358, gozó de merecida fama por la santidad y bien hacer de sus monjes, carmelitas descalzos, y por ocupar casi una completa manzada dentro del caserío de la collación de San Vicente, por no hablar de los innumerables bienes que atesoró a lo largo de su historia, con obras artísticas singulares y sin igual biblioteca con cuantiosos volúmenes. Obras de Murillo, Alonso Cano y otros artistas ornaban sus muros.
Baste decir que poseyó huerto propio, dos claustros, espaciosa iglesia, presidida por devota Virgen del Carmen ejecutada en alabastro (ahora en la parroquial de San Lorenzo) y que es tenida por la más antigua imagen de tal advocación que se conserva en nuestra ciudad; con adecuada sacristía, así como amplios dormitorios y celdas, por no hablar del refectorio, que daba a la calle Hondonada, actual de Pascual de Gayangos.
Tampoco podríamos olvidar que en ese Convento tuvieron su sede insignes cofradías, labrando capillas propias corporaciones como la Quinta Angustia o las Siete Palabras, ésta última fruto de la unión de varias hermandades que radicaron en este enclave y que gozó de adornada capilla junto a la cabecera del templo, cerca de la aludida sacristía.
Otro tanto sucedió a la Hermandad de la Soledad, considerada entonces como la más rica y devota de todas las hispalenses, tanto por lo fervoroso de sus cultos o las ingentes alhajas de plata, como por la elevada condición social de muchos de sus integrantes, pues formaban parte de la aristocracia local, como Miguel de Mañara o los Bucarelli, y además formar parte de la Soledad era marchamo de limpieza de sangre y de pertenencia a superior estamento social (quede constancia que en nuestros tiempos intentamos pertenecer como cofrades, pero envidias y celos de otros hidalgos dieron al traste con nuestras pretensiones, decidiendo ingresar en otra Cofradía de Viernes Santo, imaginarán vuesas mercedes cuál...)
La Capilla de la Soledad, estudiada por los doctores Pastor y Cañizares, era de lo mejor de la Ciudad, labrada con más de cuarenta metros de largo ycon magnificente retablo dorado y tallado y ensamblado por Bernardo Simón de Pineda y el no menos insigne Pedró Roldán. Capilla que ocupaba todo un testero del convento y de la que ahora no queda sino un triste solar y una placa de mármolo colacada por su cofradia como recuerdo de su glorioso pasado en tal lugar.
Mas arribaron los invasores franceses y la Desamortización de Mendizábal en el malhadado siglo XIX, cebándose con los muros carmelitanos, despojándolo de sus bienes y repartiéndolos por pinacotecas de medio mundo como Los Desposorios de la Virgen de Murillo, procedente del
Carmen, hoy en The Wallace Collection de Londres.
A partir de 1841, y hasta 1878, el convento pasó a cuartel, la tropa de infantería sustituyó a la comunidad carmelitana, ocurriéndole lo mismo a la Iglesia y a la casa rectoral. Alojóse allí el Regimiento Granada número XXXIV, de cuya afamada Banda de Música fue director Manuel López Farfán, (autor de marchas cofradieras como "Pasan los campanilleros" o "Estrella Sublime") antes de serlo del Soria 9.
A partir de 1841, y hasta 1878, el convento pasó a cuartel, la tropa de infantería sustituyó a la comunidad carmelitana, ocurriéndole lo mismo a la Iglesia y a la casa rectoral. Alojóse allí el Regimiento Granada número XXXIV, de cuya afamada Banda de Música fue director Manuel López Farfán, (autor de marchas cofradieras como "Pasan los campanilleros" o "Estrella Sublime") antes de serlo del Soria 9.
La presencia del
cuartel provocaba también lógicas pendencias y ruidos, entre las quejas de unos vecinos que además soportaban afligidos
también los humos de bodegas y freidurías y en general las molestias del comercio
popular allí ubicado, por no mencionar establecimientos de mala nota frecuentes cerca de acuartelamientos...
Curioso
suceso, fruto quizá de las habladurías locales, fue que una madre tenía
la siniestra costumbre de decapitar a sus hijos al nacer, arrojando las
cabezas al husillo que transcurría por la calle Baños, y así
llegó a matar a siete de ellos. Un día desapareció la madre y
posteriormente
se pudo ver en la noche cómo los siete niños sin cabezas -las "terneras
descabezadas"- la buscaban con denuedo maldiciéndola.
Allá por 1984 el edificio fue adquirido por el Cabildo de la ciudad, con la intención de en él la
Gerencia de Urbanismo, idea desechada al poco; al fin, en 1990, el conjunto fue comprado por la Junta
de Andalucía, que lo rehabilitó. En 2002 pasó a ser la sede del
Conservatorio Superior de Música y de la Escuela Superior de Arte Dramático, donde hogaño músicos y actores se forman para deleitarnos con sus interpretaciones.
De no hace muchas fechas son estas imágenes que tomamos antes del pertinaz confinamiento en el que nos hallamos sometidos, lleven con paciencia el enclaustramiento y oren al Creador por el restablecimiento de los enfermos y la salud de todos, en buenas manos de sanitarios.
De no hace muchas fechas son estas imágenes que tomamos antes del pertinaz confinamiento en el que nos hallamos sometidos, lleven con paciencia el enclaustramiento y oren al Creador por el restablecimiento de los enfermos y la salud de todos, en buenas manos de sanitarios.
17 marzo, 2020
Calles para recordar en confinamiento (I)
En estos tiempos recios (como decía la Santa de Ávila), no está de más pasear imaginariamente por nuestra urbe y descubrir algo acerca de calles, plazas y adarves. Por tanto, ahí llevan vuesas mercedes reseña sobre una vía por la que a buen seguro habrán deambulado no pocas ocasiones:
Tengan paciencia, amables lectores, en estos días de enclaustramiento, que nosotros, por la parte que nos toca, proseguiremos en nuestro empeño de difundir retazos de nuestra Historia.
#Yomequedoencasa
14 marzo, 2020
1526: una real boda
Audio emitido en la segunda semana de marzo en «Estilo Sevilla»
Disfrútenlo vuesas mercedes desde sus moradas en estos tiempos recios de cuarentenas y enfermedades, pero sobre todo, tiempos para compartir...
Salud.
Disfrútenlo vuesas mercedes desde sus moradas en estos tiempos recios de cuarentenas y enfermedades, pero sobre todo, tiempos para compartir...
Salud.
03 marzo, 2020
Vía Dolorosa.
Con motivo de la celebración del Via Crucis que anualmente organiza el Consejo de Cofradías, presidido este año por la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud de la Hermandad de los Gitanos, aprovechamos el lance para disertar breve y modestamente acerca del origen e historia de esta práctica cuaresmal por excelencia.
24 febrero, 2020
Mercado, Cárcel, Convento...
En esta ocasión, y como está
próximo a celebrarse el via crucis cuaresmal del consejo de cofradías, este año
presidido por el Señor de la Salud de la hermandad de los Gitanos, vamos a
centrarnos en un convento desaparecido y que albergó a esta corporación durante
ochenta años. Poco, muy poco ha llegado hasta nosotros de este convento
masculino, pues sus bienes fueron incautados, como veremos, y el edificio en
parte derribado y en parte transformado, como veremos también. Sin embargo, si
cualquier día accedemos al Museo de Bellas Artes de nuestra ciudad, como por
ejemplo, para admirar la gran exposición sobre Martínez Montañés, comprobaremos
que en dicho museo se cobijan elementos que provienen de este cenobio
masculino, nos referimos, en concreto, a los azulejos que adornan su vestíbulo
o algún otro elemento que comentaremos.
Algún avispado oyente ya
sabrá por dónde van en esta ocasión las pesquisas de nuestro numerosísimo
equipo de archiveros, documentalistas y bibliotecarios; efectivamente, se trata
del antiguo Convento del Pópulo, fundado en 1625 en pleno barrio del Arenal.
Por un momento, viajemos en el tiempo y acerquémonos a aquel lugar, por aquel
entonces bastante peligroso y nada recomendable, extramuros, y que al decir de
las crónicas estaba necesitado de “saneamiento” en tres órdenes, urbanístico,
humano y espiritual, por estar “sujeto a muchas inquietudes, y asistir de
ordinario por el comercio del río mucha gente vagabunda y del mal vivir como se
ha experimentado”, donde de ordinario se producían “pendencias y no pocas
muertes violentas”.
Como suponíamos, esta zona de
Sevilla, fuera de las murallas, entre las Puertas de Triana y del Arenal, lo
que ahora sería más o menos el Paseo de Colón, estaba casi desierta, alejada
del bullicio del centro histórico. En este sector, tres padres agustinos
recoletos o descalzos serán los fundadores de un convento, en principio modesto
y humilde, erigido en honor a Santa Mónica, la madre de San Agustín.
El nombre del Pópulo será agregado por culpa de un cuadro
flotante, una pintura con vocación “marinera”, por así decirlo. No, no te
extrañes, Antonio, lo explicamos con más precisión: en una vivienda de la
cercana calle Harinas vivía Antonio Pérez, barcelonés de nacimiento por más
señas, casado con la sevillana Antonia de Villafañe, ambos fervorosos devotos
de la Virgen María en su advocación romana del Pópulo, de ahí que en el portal
de su casa estuviera colocado un lienzo con dicha imagen mariana y sus
correspondientes candelas que era encendidas puntualmente cada noche para
iluminar con fervor dicha pintura y también, por qué no, alumbrar esa zona de
la calle.
Justo
un año después de la fundación del convento, llegó el llamado “año del diluvio”.
Furiosos temporales asolaron la ciudad. Las aguas se desbordaron en el
Guadalquivir. Las inundaciones, gravísimas, anegaron todo el Arenal, alcanzando
a la propia calle Harinas y amenazando con rebasar el nivel donde estaba la
Virgen del Pópulo, cosa que efectivamente sucedió y, oh prodigio, el cuadro se
mantuvo flotando sobre las aguas con las dos lamparillas que lo iluminaban
encendidas, sin que nunca se agotasen. Así estuvo durante tres días, casi nada,
siendo testigos muchos vecinos quienes presenciaron este hecho y lo juzgaron como
milagroso.
Cuadro de la Virgen del Pópulo en la Parroquia de la Magdalena y restaurado en 2014 |
Cuando
el peligro pasó y las aguas descendieron, el cuadro fue recogido y se decidió
que éste debería estar en una iglesia y no en una casa particular. De este
modo, se acordó que la suerte elegiría el lugar sagrado donde debería ubicarse,
se prepararon papelitos con nombres de todos los conventos sevillanos y la mano
inocente de un niño extrajo tres veces la papeleta con el nombre del convento
de los Agustinos Recoletos. Una vez ubicado allí continuaron los milagros que
atraerían a muchos devotos al convento y que extenderían su devoción.
Con gran alegría y “gozo
espiritual” recibió la comunidad agustiniana la imagen del Pópulo, colocándola
en el altar mayor, donde comenzó a ser venerada y a “resplandecer con muchos
milagros”. No solo los religiosos sino los devotos de la Virgen María, patrona
y protectora del convento y de los sevillanos, plantearon la conveniencia de
levantar un nuevo cenobio e iglesia donde pudiese ser venerado el milagroso
icono.
En 1637 el cabildo aprobó la
ubicación del lugar, frente al río Guadalquivir, en su margen izquierda, y
entre la Puerta del Arenal y la de Triana, denominado “de las eneas”, porque
allí crecían con abundancia, extramuros de la ciudad, en lugar semidespoblado y
vinculado “a gentes de mal vivir”. En torno a la fundación agustina, crecerá,
no es de extrañar, el llamado arrabal de la Cestería.
La construcción no tardó en
ponerse en marcha, pues, constando de acceso a través de un porche, con su
portería, varios patios o claustros, celdas ubicadas en dos plantas con mayor o
menor luminosidad según la zona, enfermería, huerta, en fin, las diferentes
dependencias habituales en este tipo de conventos, sin olvidar la amplia
sacristía, cocinas, refectorio y demás estancias. De este modo, con el tiempo,
el convento del Pópulo llegó a sobresalir por su tamaño entre el caserío de la
zona y quedó convertido en noviciado y punto de salida para no pocos misioneros
que embarcaban en el cercano puerto rumbo a Indias o el Pacífico, llegando a
convivir entre sus muros más de cincuenta religiosos.
La llegada de la Peste de 1649
afectará profundamente a la comunidad agustina, que se volcará en el socorro
espiritual de los contagiados, falleciendo treinta religiosos y cinco sirvientes
y dará lugar a un nuevo hecho milagroso, centrado en Fray Luis de San Agustín,
natural de Guadalajara, gran devoto de la Virgen del Pópulo y que cuando
enfermó dos veces por la epidemia, fue pagado por esta “Divina Señora” con una
curación milagrosa, “en premio de su devoción”.
Construida en ladrillo, la
iglesia constaba de planta rectangular, tres naves, crucero con media naranja,
techumbre de bovedilla en cuyo encabezado estaba el retablo mayor, y dos
capillas laterales. Su piso estaba baldosado de losetas de Génova azules y
blancas. Ni que decir tiene que en el altar mayor recibía culto la famosa
imagen de la Virgen que daba nombre al convento. La iglesia se dotaba también
de una airosa espadaña con campanario.
Área ocupada por el Convento del Pópulo según el Plano de Olavide de 1771. |
Hemos dejado para el final la
fachada de la iglesia. ¿recuerdan los oyentes el aspecto de la fachada de la
iglesia del Señor San Jorge o, lo que es lo mismo, la Santa Caridad? En efecto,
se trata de una fachada decorada con paneles de azulejería y este sería el
aspecto que presentaría la del Pópulo, dato contrastado gracias a crónicas de
la época y a un grabado de Pedro Tortolero de 1729 que muestra el Arenal
durante la triunfal entrada en sevilla del monarca Felipe V.
La ubicación del convento
desde luego no facilitaba las cosas, porque las frecuentes crecidas del río
obligaban a realizar constantes obras de reparación, en algunos casos el agua
alcanzaba cotas elevadas y la comunidad tenía que tomar la decisión de
abandonar momentáneamente los muros del Pópulo, mientras los vecinos acudían a
implorar de la Virgen del Pópulo para que las aguas bajasen.
La
Desamortización de Mendizábal terminó con la vida monástica y con los bienes
del Pópulo repartidos por diversas iglesias, como el órgano, que se halla en
San Bartolomé o el retablo de Santa Rita o el mismo lienzo de la Virgen del
Pópulo, ambos en la parroquial de la Magdalena. El 3 de julio de 1837, 500
presos abandonaban la ruinosa Cárcel Real de la calle Sierpes y eran internados
en la nueva Prisión del Pópulo.
En 1843 la iglesia fue
derribada, “dejándola hecha solar”, y consultando la necesidad de realizar en
despoblado las ejecuciones capitales, se resolvió labrar en el muro zaguero del
edificio una espaciosa azotea, en donde se cumplieran las sentencias de muerte
en garrote; librando a los reos de ese doloroso tránsito de la cárcel al
patíbulo por entre la curiosa multitud, y evitando con esto escenas repugnantes
y propias a muchos desórdenes”.
Los paneles de azulejos de la
mencionada fachada, por fortuna, han sobrevivido. San Agustín, Santa Clara
Montefalco, Santa Mónica o San Gelasio, nos dan la bienvenida al entrar en el
Museo de Bellas Artes, ya que terminaron colocados allí tras la Desamortización
de Mendizábal, y la Virgen del Pópulo, en azulejos polícromos, preside el
llamado patio de los bojes de la mencionada pinacoteca.
Al convento, como vemos, le
aguardaba un destino como prisión provincial hasta al menos 1933. Tras sus
muros los presos aguardaban cada mañana de Viernes Santo el momento del paso de
la Esperanza de Triana tras los barrotes, cuando las saetas y las súplicas
llenaban el aire e incluso inspiraron una marcha: “Soleá dame la mano”. Finalmente,
la Prisión del Pópulo será historia desde el 14 de septiembre de 1935, cuando
todo el edificio quede convertido en un solar y posteriormente en Mercado de
Entradores. Pero esa, esa, esa ya es otra historia…
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