20 diciembre, 2021

Secundarios de cuatro patas y una reliquia.

No cabe la menor duda de que en cualquier Belén o Nacimiento montado en el hogar o en aquellos instalados en asociaciones, hermandades o conjuntos monumentales (como por ejemplo, en San Luis de los Franceses), los pilares fundamentales son, por casi imperativo legal, el Niño, la Virgen y San José, las demás figuras aparecerán o no, serán de mayor o menor tamaño y, en definitiva, complementaran la Sagrada Escena representada. En esta ocasión, vamos a dar algunos detalles sobre elementos o seres que suelen estar presentes en estas representaciones, y, como siempre, vayamos por partes. 

La tradición establece que fue San Francisco de Asís, allá por el siglo XIII, quien decidió escenificar, incluso con animales reales, el Nacimiento del Niño Dios, celebrando así la Misa de Nochebuena y dando carta de naturaleza a una práctica que poco a poco se iría extendiendo por Italia en primer lugar y por toda Europa en lo sucesivo. Como sabrán los lectores, hay belenes prácticamente de todo tipo, desde los de estilo napolitano, traídos a España en el siglo XVIII por el rey Carlos III, a los realizados en barro, madera y ¡hasta hielo!.

 


Como decíamos, la Sagrada Familia sería el epicentro de este tipo de conjuntos, pero paulatinamente se irán añadiendo otras escenas como la Anunciación a los Pastores, la Adoración de los Reyes Magos o incluso decorados como el castillo de Herodes, el río (opcional), el pueblo con sus tiendas y viviendas, en fin, todo un entramado casi urbanístico que muchas veces será más fruto de la buena voluntad que del criterio histórico, pero, ¡qué bonito resulta!. 

 


¿Y la mula y el buey? Sabemos que desde el siglo IV aparecen escoltando al Niño Jesús y que su presencia en el Portal de Belén ha tenido varios significados a lo largo de los siglos; por ejemplo, para algunos autores suponen el cumplimiento de la profecía de Isaías: "El buey conoció a su amo, y el asno del pesebre de su señor", para otros, siguiendo el evangelio apócrifo del Pseudo Mateo, serían fruto del carácter previsor del bueno de San José, quien habría usado a la mula como animal de carga para hacer más llevadero el camino de Nazaret a Belén a María, entonces ya casi cumplida de cuentas en su estado de buena esperanza y al buey como posible pago del impuesto reclamado por los romanos, ya que su venta le haría poseedor de una suma de dinero más que suficiente. 
 
San Jerónimo, considera a ambos animales como hecho histórico incuestionable, e incluso (como ha recogido el profesor Juan Manuel Martín García) Jacobo de la Vorágine, allá por el siglo XIII, afirmaba que "fuese que José preparara un pesebre para dar de comer a su asno y a un buey que había llevado consigo... dice la historia escolástica que el buey y el asno respetaron el heno en que el Hijo de Dios estuvo reclinado, que se abstuvieron de comerlo". 


 

Por todo ello, hemos de entender que desde luego la presencia de ambos animales estaría más que justificada, de ahí su abundante representación en no pocas obras artísticas de todos los tiempos. 

Otro elemento poco destacado será ese mismo pobre pesebre. El ya citado de la Vorágine, autor de la Leyenda Dorada o recopilación de textos sobre santos y acontecimientos sagrados, afirmará que José y María se alojaron en:

"Un cobertizo público, situado, según la Historia Eclesiástica, entre dos casas. Tratábase de un albergue que había a las afueras del pueblo en un sitio al que acudían los habitantes de Belén en los días de fiesta, y si hacía mal tiempo se refugiaban bajo su techumbre para merendar o charla. Bien fuese que José prepara allí un pesebre para dar de comer a su asno y a un buey que había llevado consigo, o bien, como opinan otros, que estuviese allí antes, a disposición de los campesinos de la comarca para dar pienso a su ganado cuando acudían a Belén con ellos los días de mercado, el caso es que en dicho cobertizo había un pesebre".


Por su parte, el pintor y tratadista sanluqueño Francisco Pacheco, suegro de Velázquez, al relatar cómo debía un artista retratar ese espacio afirmaba que se trataría de:

"una cueva cavada en la muralla, lugar común donde solían acudir los pastores... la cual servía de establo donde se amparaban las bestias y, para este efecto, estaba su una parte de ella un pesebre cavado en la piedra, como afirma Brocardo. Aquí parió aquella dichosa noche la Santísima Virgen a Cristo nuestro Señor, Dios y hombre verdadero". 

Lo curioso del caso es que se conserva una reliquia del pesebre en la misma Roma, ¿Cómo es posible? Allá por el año 432, el Papa Sixto III decidió construir una gruta a semejanza de la de Belén para honrar tanto el nacimiento de Cristo como la maternidad de su Madre, sobre todo como respuesta frente a la herejía nestoriana que negaba esa maternidad divina de María. Esa gruta fue erigida bajo la primitiva Basílica de Santa María la Mayor y allí, enmedio de gran devoción, fue depositada una reliquia de madera del pesebre, que tras muchas vicisitudes, e incluso un robo por tropas francesas en el siglo XVIII, se conserva en un precioso relicario o "Cunabulum" ejecutado por el arquitecto, arqueólogo y orfebre romano Giuseppe Valadier, que alberga en su interior ese fragmento enviado al Papa Teodoro I de Roma por el Patriarca de Jerusalén San Sofronio en el siglo VII tras la invasión islámica de Tierra Santa. 

En noviembre de 2019, el Papa Francisco I obsequió con un fragmento de esa reliquia a la Basílica de Belén en Tierra Santa, siendo recibida con gran emoción por el Custodio de los Santos Lugares, el franciscano Fray Francesco Patton.

Como detalle anedótico, y ya que hablamos de reliquias, la Hermandad del Silencio conserva desde hace años un pequeño fragmento del velo de la propia Virgen María, en concreto un hilo. El relicario, realizado en 1944 es colocado anualmente en la delantera del Paso de la Virgen de la Concepción en su Estación de Penitencia de la Madrugá, siendo además venerado en los cultos anuales y solemnes del mes de diciembre.

Llegado este punto, y antes de finalizar, aprovechamos para desear a los pacientes lectores de este humilde blog unas Felices Pascuas y que el Niño Dios nazca en nuestros corazones.

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