En esta ocasión, y aprovechando que se acerca la solemnidad de Pentecostés y con ella la anual romería en honor a la Virgen del Rocío, vamos a dedicar este post a la curiosa descripción realizó de esta festividad rociera un interesante y culto personaje hace más de ciento setenta años, descripción que, además, quedó puesta por escrito en un monumental diccionario; pero como siempre, vayamos por partes.
En mayo de 1806 nacía en Pamplona Pascual Madoz, quien a lo largo de su vida desempeñó un importante papel en la política de su tiempo, siempre bajo el signo del Partido Progresista. Ministro de Hacienda, presidió el Consejo de Ministros y la Junta Provisional que siguió a la caída de Isabel II, será protagonista principal de la llamada Desamortización de 1855, a la que dio su nombre y se hará también muy conocido por ser el responsable del denominado "Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar".
Este tipo de diccionarios estuvo muy de moda durante los siglos XVIII y XIX, y buscaba acumular y clasificar datos sobre territorios y sus habitantes, en un intento de sistematizar, estructurar y entender mejor la realidad socioeconómica de España y sus propiedades de ultramar. Sobresalen los ejemplos del Diccionario Geográfico de la Real Academia de la Historia, obra de Juan de la Serna de 1750, editado en tres tomos o el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal, obra de Sebastián Miñano y Bedoya, publicado entre 1826-1829, entre otros.
Editado entre 1845 y 1850, el diccionario de Madoz, por su parte, se compone de dieciséis volúmenes, y requirió la colaboración de veinte corresponsales y más de mil colaboradores, quienes con sus averiguaciones, aportaciones y pesquisas fueron engrosando esta magna obra, fuente de consulta para muchos investigadores, ya que en ella aparecen datos sobre cada población y sobre sus monumentos y restos arqueológicos, sin olvidar aspectos puramente económicos, administrativos, educativos, folklóricos o estadísticos a nivel local, aunque se cree, a título anecdótico, que los propios ayuntamientos proporcionaban datos más bajos de los reales a fin de evitar tener que pagar más impuestos o disminuir el reclutamiento militar obligatorio de sus habitantes.
Gracias al equipo de archiveros, bibliotecarios y documentalistas de Hispalensia, capitaneados por Don Alonso de Escalona, hemos descubierto que en el tomo II, publicado en 1845, dicho Diccionario incluye al término municipal de Almonte, dentro del partido judicial de Moguer, ocupando un área de 40 leguas cuadradas, o lo que es lo mismo, más de 93.000 hectáreas, destacando la abundancia de fuentes y abrevaderos, lagunas y pantanos. A tres leguas del municipio, Madoz destaca la ermita dedicada a Nuestra Señora del Rocío, que ocupa "sitio pintoresco y delicioso" en una llanura, camino a Sanlúcar de Barrameda y al margen de la llamada Marisma. Curiosamente, ya en el diccionario de Sebastián Miñano aparece la mención al "célebre santuario"; la descripción de la romería por parte de Madoz, aunque breve, no elude detalles que a buen seguro recordarán a la actual, desde la presencia de las hermandades filiales y su presentación hasta aspectos relativos a la fiesta, tanto popular, como religiosa. Pero, será mucho mejor quizá que permitamos al propio Diccionario referir cómo era el Rocío de aquellos años, mucho antes de la llegada de la multitudes:
Todos los años en las pascuas de Pentecostés se hace a ella una romería, que es de las mas célebres de Andalucía, pues que en ella se reúnen mas de seis mil almas de distintos pueblos muy distantes algunos de ellos. De muy antiguo hay establecidas hermandades en La Palma, Moguer, Pilas, Villamanrique, Triana, Rota y Almonte, que salían de sus respectivos pueblos para encontrarse en la víspera del día de la Pascua en el Real de la fiesta; iban formalizando la entrada por orden de antigüedad, precedidos de dulzainas y atambores, pasando por frente de la puerta principal de la ermita, y llevando cada uno su pendón, al que siguen el hermano mayor y demás hermanos y hermanas sobre los vistosos carros o enjaezadas caballerías en que habían hecho su viaje. No se ha entibiado, sin embargo, la devoción de estos habitantes a la Virgen, y continúan con igual fervor, prestándole este tributo de adoración y de respeto, siendo de admirar el que a pesar de la concurrencia, que después se entrega a toda clase de diversiones, rara vez tiene que mediar la autoridad para cortar las desavenencias que indispensablemente deben promoverse, pues que todas cesan al grito de "¡Viva la Virgen del Rocío!"; y aunque todos dejan en libertad sus caballerías para que pasten en las inmediaciones, sin que nadie las custodie, no se ha dado caso de un robo. Cerca de esta ermita hay una fuente de aguas frescas, ricas e inagotables.
Dejando a un lado el cálculo de las personas que acudían a venerar a la Virgen del Rocío en su anual peregrinación y el uso del término "pendón" para aludir a los Simpecados, no deja de ser curioso el pequeño listado de hermandades filiales; figuran en él, aparte de la Hermandad Matriz de Almonte, las de Villamanrique, Pilas, La Palma del Condado (fundadas en el siglo XVII), Moguer (siglo XVIII) y Triana (año 1814), mientras que se echan en falta, por olvido o desconocimiento, las hermandades de Sanlúcar de Barrameda (que data como mínimo del siglo XVII) o la más moderna por aquel entonces, Umbrete, constituida en 1829. Por otra parte, precisamente entre los años en los que se publicó este Diccionario de Madoz, en 1849, tomó carta de naturaleza también otra hermandad que goza ahora de gran solera, la de Coria del Río, amadrinada por la Hermandad Matriz de Almonte y que actualmente ocupa el octavo lugar en el listado de hermandades filiales por antigüedad. Detalle interesante, destaca la presencia de la Hermandad de Rota, una corporación que ya en el siglo XVIII peregrinaba hasta el Rocío subiendo en barcazas por el arroyo de la Canaliega, siendo sus cofrades gentes dedicadas al pastoreo o a la fabricación de carbón y que lamentablemente, dejó de acudir a la romería perdiendo por ello su antigüedad, siendo creada de nuevo en 1978 y ocupando actualmente el puesto número 52 en el listado de filiales de la Matriz Almonteña.
La mención a la existencia de una fuente de agua cercana a la Ermita quizá sea una alusión al Pocito del Rocío, o lo que es lo mismo, un manantial en forma de lo que, técnicamente, se denomina rezume u "ojo de marisma", fruto del acuífero existente bajo las arenas, y que a la postre quedó conformado como pozo tras las obras realizadas en la propia Ermita tras el terremoto de Lisboa de 1755 con el fin de paliar la escasez de agua potable, sobre todo durante la romería. El pozo, como sabemos, forma parte de la simbología de la Romería e incluso un viejo conocido de estas páginas, el sevillano canónigo de Hinojos Juan Francisco Muñoz y Pabón le dedicó una famosa copla en 1919 y que ha quedado plasmada en azulejería en el brocal de dicho lugar:
"Pocito del Rocío,
¡Siempre manando!
¡Lo mismo que la Virgen:
siempre escuchando!
¡Rocío hermoso!
Cuando la Virgen sale,
rebosa el Pozo."
Por último, la publicación de este Diccionario de Madoz coincide casi temporalmente con la primera visita al Santuario del Rocío, en el Pentecostés de 1851, de unos personajes que influirán decisivamente en la difusión y crecimiento de la devoción a la Virgen del Rocío: Antonio de Orleans y María Luisa de Borbón, los Duques de Montpensier, recién llegados a Andalucía procedentes de Francia, aunque, todo hay que decirlo, y como ha investigado el historiador Julio Mayo, en esta primera visita sólo acudió el duque, dado el avanzado estado de gestación de su esposa, que esperaba a su segunda hija, pero esa, esa ya es otra historia.
Foto: Reyes de Escalona. |