Funesta jornada fue aquella, como cuentan cronistas. Aquel día de San Abundio, 11 de julio por más señas, del año del Señor de 1857, mismo en que erigióse Feria de Abril, fueron arcabuceados ochenta y dos mozos por mor de defender su credo en pro de libertades.
Alzados contra su soberana Isabel e inmersos, cuentan, en ideas liberales, habíanse constituido en singular y modesto ejército, comandados por veterano militar, quien pensaba compensar con su saber inexperiencia juvenil. Partieron hacia sierras de Ronda, provocando algún que otro desmán, y allí fueron derrotados por tropas gubernamentales, sin haber gastado una onza de pólvora, siendo apresados supervivientes y llevados con presteza a Sevilla, quedando recluidos en San Laureano, cabe la Puerta Real.
Trató el Consistorio sin éxito lograr indulto, tanto por la mocedad de los encausados como por su pertenencia a familias nobiliarias, mas dictóse sentencia severa a manera de escarmiento, siendo condenados a máxima pena haciendo sordos oídos a toda posibilidad de gracia. Apesadumbrado, derramando copiosas lágrimas por tamaña desgracia, el edil García de Vinuesa (que tal era su nombre) sentóse en vasto pedrusco situado cabe dónde prodújose ajusticiamiento, lamentándose por tal deplorable pérdida de vidas y pronunciando frase que quedó para posteridad: “Pobre ciudad, pobre cuidad...”, tomando antedicho pedrusco apelativo de “Piedra Llorosa”.
Consérvase aún dicha llorosa piedra, y paseante investigador podrá contemplarla al final de Puerta Real, próxima a San Laureano y no lejos de barrio de los Humeros; resulta asaz curioso pensar cómo en aquestos ásperos tiempos que corren bien podría ser dicha Piedra Llorosa utilizada por no pocos que ven truncadas esperanzas o inútiles intentos por conseguir tan simple cosa como oficio con que lograr sustento diario, amén de servir, item más, como escabel en que descansar de penurias actuales que cercan sobre manera a muchos.
Empero, afirmánnos que será cuestión de mantener viva esperanza de mejores tiempos, que como suele decirse sufrimos mucho por lo que nos falta y disfrutamos poco de lo mucho que tenemos.