Si retornar a aquesta época supuso notable trastorno en general para quien estas líneas escribe, mayor desengaño supuso tomar razón de cómo las Españas carecían ya de dominios en Ultramar, y que del Imperio que en su momento no veía ponerse sol no quedan sino cenizas.
De las Indias cuéntannos hubo emancipación va ya para dos centurias e incluso hemos comprobado cómo a generales insurrectos, rebeldes en toda regla a corona hispana, ríndióseles honores en fastos de 1992, con estatuas como la que hallamos no hace mucho en calle de Torneo, no lejos de Plaza de las Armas.
Honra tal simulacro al General José de San Martín, nacido en 1778, muerto en 1850, y considerado padre de la Patria en nación Argentina, sin que hayamos acertado a dar con nombre de autor de tal imagen broncínea, no muy afortunada, dicho sea de paso, sino que, afirman, fue obsequio de dicha nación a la ciudad, y ya sabe que a caballo regalado...
Con horrendo edificio tras de sí, antójasenos que dicho General, que luchó del lado español contra franceses en batalla de Bailén, vigila tal esbozo de edificio como si fuera poco de su agrado, en que al menos en eso asentimos vivamente.
Post scriptum.- Vayan aquestas torpes líneas en pro de mílite refulgente que libra singular contienda. Sepa que en tamaño combate muchos somos los que albergamos sincera Esperanza de victoria cierta.