27 marzo, 2014

Navegando.-

 Que aquesta ciudad fue Puerto de Indias es cosa sabida y común; que de ella partieron naos, galeras y galeones surcando mares y océanos, también; que a esta tierra nuestra arribaron tras duras singladuras pilotos, marinos y grumetes trayendo consigo riquezas incontables tras penalidades espantosas es algo que cualquier vecino avezado en Historia sabrá sin que seamos nosotros los que añadamos mucho más.


Poco recuerdo queda, salvo Archivo que llaman de Indias, de aquel glorioso y sufrido pasado, aunque no es menos cierto que esta mañana, como si de restos de un naufragio se tratara, hallamos curiosos aparejos para navegar salidos de Dios sabe qué navío.


Pocos rumbos marcará o pocos nudos establecerán estos elementos, pero si por arte de nigromancia lográsemos hacerlos hablar nos narrarían, a buen seguro, todo tipo de andanzas y peripecias...

NOTA: ha querido la Providencia que este sea el pliego que hace número cien desde que comenzamos a publicarlos. Gracias a los que nos han leído, a los que nos leen, y a los que nos leerán. 

05 marzo, 2014

La primera en la Campana.-


 Peculiar estampa la de estas minúsculas andas, labradas con singular pericia y rodeadas de correspondiente cortejo de nazarenos de luz, pues echamos en falta los disciplinantes; sin embargo, no menos importante y dulce es el otro cortejo compuesto por exquisiteces en forma de pestiños y torrijas, donde la miel es dueña y señora, y que nos hará paladear lo mejor de estas fechas cuaresmales que ahora comienzan. 

Disfrutemos de ellas, tanto de las fechas, como de las exquisiteces.


01 marzo, 2014

Al Norte.-





Si en anterior ocasión tuvimos privilegio de disfrutar de senderos y caminos allá por tierras de Aracena, no ha mucho cambiamos de lugar y en inmejorable compañía (pues contamos con incluso escolta canina) acudimos con presteza a Cazalla de la Sierra, a orillas del Huéznar, patria chica de nuestro tocayo Alonso de Cabrera, uno de los felices supervivientes de la expedición de Orellana al Amazonas. 


 Caminar entre encinas, quejigos, alcornoques y disfrutar de magníficos y agrestes paisajes fue todo uno nada más iniciar recorrido por estrechos vericuetos y alejados de mundanal ruido, acompañando a ello la jornada, que si bien principió con nieblas, concluyó con sol espléndido que hasta nos dio colores en rostro. 


Quede para otra ocasión alabar belleza de animales de raza porcina que campaban a sus anchas por aquellos predios, ejemplares sin duda de gran porte y trapío, y que a buen seguro, cuando les llegue su San Martín, serán exquisito bocado para quien pueda saborearlos.


Y quede, así mismo, constancia, de cómo cigüeñas en aquellas tierra han de ser sin duda peligrosa especie, sobre todo por azulejo que a continuación reproducimos y que pone de manifiesto cuán prevenido ha de ir el viandante en cierto sitio.