Calle Feria |
Si en mis tiempos resultaba frecuente la presencia de retablos callejeros en los que se daba culto a imágenes de singular devoción, con lamparillas, candelas e incluso flores en días señalados, comprobamos, hogaño (que viene a significar lo opuesto a antaño), que rara es la parroquia, capilla, convento o iglesia en que no haya hermosos y muy elaborados retablos donde aparecen, fielmente reflejados Cristos, Vírgenes o Santos.
De ese modo, cuando el templo tenga cerradas sus puertas (algo quizá demasiado frecuente excepto para sacramentos y liturgias), los fieles pueden orar a sus devociones aunque sea desde la misma calle.
Sin embargo, la otra mañana, deambulando por collación de San Julián, comprobamos cómo ambas cuestiones allí no se tenían en cuenta para satisfacción nuestra: la parroquia abría sus puertas toda la mañana y además, en cierta taberna de la zona se habían animado a decorar uno de sus portones con la efigie de la cofradía que tiene su sede en el antedicho templo, con lo que parece ser Domingo de Ramos allá todo el año.