Con el paso de los siglos, en Tablada llegó a ubicarse el llamado "Quemadero" de la Inquisición (casi no hace falta decir su utilidad), un hipódromo, la sede del Club de Tiro de Pichón (frecuentado por Alfonso XIII), el primer partido de fútbol (marzo de 1890) o el escenario de las correrías nocturnas de los "maletillas", toreros en ciernes, como las protagonizadas por un entonces desconocido Juan Belmonte. Por supuesto, en 1920 comienza a gestarse la construcción del Aeródromo de Tablada, tan importante por su valor histórico, ya que fue base de operaciones militares durante varios conflictos bélicos y lugar de despegue de vuelos como los del "Jesús del Gran Poder".
"Tarde espléndida, como puede soñarla la fantasía del inglés más esplinado de las nieblas de Londres. En las tribunas, regular concurrencia, y en la entarda general algo mayor. En las localidades gratis, en cambio, un gran lleno. Las inmediaciones del aeródromo, los paseos próximos y la orilla opuesta del río cuajadas de gente, en coche y a pie, dispuestas a presenciar, con el menor dispendio posible, las pruebas de esta tarde.
Es ésta una consecuencia de la naturaleza del espectáculo. Su escenario no puede acotarse.
Inició las pruebas el aviador Kuling, que hizo un vuelo bajo de dos minutos. Siguió Tick que se elevó unos 50 metros dando vuelta y media a la pista, tomando tierra magistralmente. Este aviador, que había quedado vencedor en las pruebas de ayer, ha quedado hoy batiendo el "record" por habérsele inutilizado el aparato a Oleislagers en un vuelo que hizo a continuación.
A causa del calor que se dejaba sentir hoy, se calentaba pronto, según nos dijeron, el motor, haciendo los vuelos difíciles y peligrosos." Un apunte, "esplinado" alude a melancólico.
Maniobras previas al despegue del Blériot |
Sin embargo, será en 1912 cuando el piloto francés afincado en Sevilla Henry Tixier sorprenda a los sevillanos y a las autoridades sin previo aviso: en la mañana del sábado día 26 de octubre, sobre las once, sobrevolará los tejados de la ciudad tras despegar con su aeroplano modelo Blériot desde los terrenos de El Empalme (zona de San Jerónimo), en un hangar constuido junto a la fábrica "La Lucilina". Tal como contaba el periódico Sevilla, diario político de la mañana,
"Mr. Tixier se elevó a una altura considerable, haciendo lucidas evoluciones con el aeroplano, sobre los campos que rodean a la población, llegando a recorrer toda ella a una altura de 850 metros, según comprobó por el aparato medidor de alturas. Recorrió las inmediaciones del pueblo de Gelves, llamando la atención de los vecinos. Después dirigió su marcha hacia el hipódromo de Tablada, dando varias vueltas sobre el mismo, prosiguiendo el viaje sobre la ciudad realizando evoluciones sobre la catedral. El aeroplano pasó por la plaza de la Constitución, Calle Sierpes, Cerrajería, Sagasta, Tetuán y la Campana. En las azoteas subieron muchas familias para ver al aviador provistos de gemelos y catalejos. Luego, Mr. Tixier evolucionó sobre el mercado de la Encarnación y el barrio de San Roque, emprendiendo el regreso hacia el Empalme donde aterrizó felizmente.
Mr. Tixier invirtió en su recorrido 20 minutos y frecuentemente arrojaba desde el aparato hojas de papel de diversos colores en las que se leía: "el aviador Tixier saluda a los sevillanos desde las alturas". Ha sido un hermoso espectáculo el que presenciamos ayer mañana"
Pero, ¿quién era este valiente piloto para aquellos tiempos? Henry Tixier, como ha investigado el doctor e investigador Almarza Madrera, tenía entonces 26 años y una prometedora carrera como afamado piloto por toda Francia y España. Autodidacta y emprendedor, él mismo era el encargado de girar la hélice ayudado por el mecánico sevillano Antonio López, poniendo en marcha un motor perfeccionado también por él y que le llevó a surcar los cielos de numerosas ciudades andaluzas como Granada, Écija, Jaén, La Carolina o Córdoba. Muy bien acogido en la Sevilla de la época, era muy metódico en los protocolos de montaje y arranque de su avión, declarando en una ocasión:
"Con la práctica se llega a manejar el aeroplano lo mismo que un automóvil en carrera, con agilidad en las manos, mucha intuición y, sobre todo, una absoluta sangre fría. La minuciosidad, golpe de vista y decisión rápida son esenciales para la aviación. Muchos descuidan la primera”.
Henry Tixier en 1913 |
Supersticioso a la hora de volar y realizar acrobacias, llevaba consigo en la carlinga estampas de imágenes religiosas, medallas e incluso una pata de pollo como amuleto.
Recorte de prensa sobre una de las exhibiciones aéreas sevillanas de Tixier en 1913 |
Uno de sus mayores logros, aparte de su frecuente participación en concursos aéreos muy de moda entonces, fue el intento de raid Sevilla-Madrid con una única escala en Ciudad Real; para ello, despegó desde el Empalme en la mañana del lunes 21 de abril de 1913 enmedio de una gran expectación, llevando pintadas en las alas las palabras "Tixier" y "Sevilla", mas hubo de realizar un aterrizaje forzoso en un cortijo próximo a Córdoba por una avería. La ruta estuvo marcada por el frío y las continuas incidencias, de modo que no llegaría, agotado, a Madrid hasta la mañana del 26 de abril, con gran expectación y con la prensa local dando notas casi heroicas de la proeza nunca hecha hasta entonces.
Tampoco eludía el contacto con sus numerosos admiradores, para los que siempre estaba disponible a la hora de explicar el funcionamiento de su aeroplano o dar detalles de su funcionamiento, lo que hizo que adquiriese mayor popularidad. El modelo Blériot que pilotaba tenía una longitud de 7.85 metros y una envergadura de 9,90 metros, alcanzando una velocidad máxima de 65 km/h., indudablemente se trataba de un modelo muy alejado los diseños posteriores, con la potencia y manejabilidad lógica de las aeronaves primigenias.
El estallido de la Primera Guerra Mundial le obligó a regresar a su país e ingresar en una escuadrilla de aeroplanos del ejército, dejando de lado su idea de crear una escuela de vuelo en Sevilla. Por desgracia, con tan solo 30 años de edad Tixier se estrellará con su aparato el 5 de septiembre de 1917 en circunstancias no aclaradas del todo, ya que parece que realizaba un vuelo de prueba llevando como copiloto a su propio padre. La aviación perdía pues a uno de sus mejores exponentes, a quien aguardaba quizá un prometedor futuro.
Para saber más: Henri Tixier, un aviador francés en Andalucía.