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29 julio, 2024

Culebras.

Desconocido su nombre por muchos, en detrimento a la Cuesta que la sucede, lugar de paso de procesiones, espacio para acceder al Centro o calle para recorrer sin prisa pese a su corto trayecto, esta semana nos vamos a descubrir una vía que no tiene apenas números pero encierra varios detalles dignos de tener en cuenta, entre ellos una lápida de mármol que alberga una severa advertencia con fuerte castigo económico; pero como siempre, vayamos por partes.

Navegaba Colón hacia tierras ignotas cruzando el Océano Atlántico allá por 1492 cuando ya esta calle era  conocida como la de Culebras, sin que nadie haya aún acertado a decir el por qué de tal nombre; aunque puede aludir, naturalmente, al reptil ofidio inofensivo para el hombre, el término también alude al serpentín de vidrio de los alambiques usados en destilación; como mención peculiar, traemos a colación un párrafo de uno de los famosos sermones del Loco Amaro, quien en torno a 1684 sacaba a relucir esta calle al hilo de unas oposiciones a canónigos de la Colegial del Salvador:

"Crió Dios a nuestro padre Adán en el Paraíso, y le dijo: no hables con las fruteras. Llegó Eva, que nunca falta una alcahueta, que si no las hubiera no habría tantas putas, y le dijo: ¡mira que lucida tienda de manzanas! Estaba vendiéndolas, no a la postura sino bien caras, y por eso se le volvieron culebras. Llegó Eva y dióle a su marido una manzana, y como no le costó nada a la taimada, zampóse otra, y le dijo al inocente: Come hombre, que son de la Palma; come: serás canónigo de san Salvador; come y gobernarás a las fruteras de la calle de las Culebras". Comiólas el desventurado del canónigo de san Salvador, que siempre anda a la que salta, y al punto se vio zapatero de viejo. ¡Echarlo del Paraíso!, dijo el Niño de la Bola; que quien no entiende más que de manzanas no ha de entrar en la Iglesia Mayor, no ha de entrar en aquel Sagrario; no puede ser canónigo de oposición. Y yo les juro a Cristo, que a no haberse metido San Juan de Dios de por medio, que era el padre de la Paz, no había de entrar en el paraíso ninguno de la calle de las Culebras". 

Como puede apreciarse, Amaro Rodríguez, misógino hasta los tuétanos y anticlerical de tomo y lomo, ni superó el adulterio de su mujer ni el que éste hubiera tenido lugar con un fraile, de ahí que no dejase títere sin cabeza en relación al sexo femenino,  ni tuviera pelos en la lengua a la hora de atacar al clero hispalense, especialmente al del Salvador, tan lleno de ínfulas como escaso de rentas, de ahí el dicho popular de "Canónigos del Salvador y Abad de Olivares, todo es aire".

En 1888 se le cambió el nombre y de Culebras pasó a denominarse Villegas, en honor al pintor sevillano José Villegas Cordero (1844-1921), perdiendo entonces también otro de sus nombres, correspondiente a la desembocadura en la Plaza del Salvador y que tuvo mucho que ver con un gremio del que ya hablamos en cierto momento: Cereros. Detalle interesante, Villegas mantendrá buena amistad con el músico y compositor Joaquín Turina, nacido no lejos, en la calle Buiza y Mensaque (en la trasera de Vilima, para entendernos) y éste por su parte vivirá en la propia desembocadura de Villegas al Salvador e incluso contraerá matrimonio con su novia Obdulia Garzón, que vivía en el número 10 de la plaza del Salvador, en la propia Parroquia de mismo nombre. Aficionado a la fotografía, Joaquín Turina retrató muchos momentos familiares en la azotea de aquel edificio, derribado en torno a 1925 para ensanchar la desembocadura de la calle Blanca de los Ríos.  

Casi toda la acera de los números pares, o lo que es lo mismo, la de la izquierda si venimos del Salvador, está ocupada por los muros de la antigua Colegial, levantada sobre los restos de la primitiva mezquita mayor de Sevilla, la de Ibn Adabbás, inaugurada en el año 829 y que, curiosamente, fue incendiada por los normandos en el 844 tras intentar infructuosamente su saqueo por la aparición de un joven de vestiduras blancas y luminosas que les ordenó marchar de allí y que la comunidad musulmana creyó era el propio Profeta Mahoma. Con el paso de los años, la ciudad fue recreciéndose, y prueba de ello es que el acceso a dicha mezquita, cristianizada en 1248 y derribada en 1671 se hacía mediante la bajada de veintidós escalones, dándose la circunstancia de que desde la propia calle Culebras podían tocarse los tejados del edificio, algo que siempre ha llamado mucho la atención.

Muy cercana a la calle Galindo, la de las Culebras destacó por su intensa actividad comercial a lo largo de la historia, con tiendas dedicadas a la venta de tejidos o otros artículos; incluso no hace mucho reseñábamos cómo precisamente en la tienda de un mercader asentado en esta vía fue secuestrada una niña que al cabo de los años fue rescatada de su captora en la calle Clavellinas. Además, como prueba de su importancia era cubierta con toldos desde el Corpus hasta el fin del verano formando parte de los más importantes recorridos procesionales y también de esa especie de "centro comercial" al aire libre que formaban las plazas de la Pescadería, la Alfalfa (con sus Carnicerías), la del Pan o el propio Salvador, a las que habría que sumar la calle de los Alcuceros (actual Córdoba).

Dos elementos perviven aún para marcar el territorio, en primer lugar la antigua cruz del propio cementerio parroquial, en otro tiempo colocada en el centro de la plaza del Salvador y ahora en el chaflán que forma la esquina de la Colegial con Villegas y en segundo lugar el magnífico azulejo del Cristo del Amor, restaurado recientemente y que fue bendecido en noviembre de 1930, interviniendo en su realización el ceramista Enrique Mármol y el ebanista Manuel Casana, destacado cofrade del Amor que colaboró también con otras hermandades como la Macarena o la Sagrada Mortaja. Curiosamente, fue Casana quien regaló el azulejo a la corporación del Domingo de Ramos, quien se lo agradeció cumplidamente con un hermoso panel de azulejería en homenaje a su persona, situado en la casa hermandad, que precisamente tiene salida a la calle que estamos comentando.

Además, es casi de obligado cumplimiento reseñar la colocación de una lápida de mármol por la Hermandad Sacramental del Salvador dos años después de la inauguración del nuevo templo colegial, en 1714, una lápida cuyo texto no deja indiferente y que da idea de cómo eran los comportamientos sociales muy influidos por la religión: 

EL REY D. JUAN, LEY 11. EL REY, I TODA PERSONA, 
QUE TOPARE EL SANTÍSIMO SACRAMENTO, 
SE APEE, AUNQUE SEA EN EL LODO, 
SOPENA DE 600 MARAVEDIS DE AQUEL TIEMPO, 
SEGÚN LA LOABLE COSTUMBRE DE ESTA 
CIUDAD, O QUE PIERDA LA CABALGADURA, 
Y SI FUERE MORO DE 14 AÑOS ARRIBA 
QUE HINQUE LAS RODILLAS, O QUE PIERDA, 
TODO LO QUE LLEVARE VESTIDO, 
Y SEA DE EL QUE LO ACUSARE.
SE PUSO ESTA LOZA POR LA ARCHICOFRADÍA 
DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO, DE ESTA 
IGLESIA COLEGIAL AÑO DE 1714.

Nos dejábamos en el tintero que la muy reverenciada entonces imagen de la Virgen de las Aguas podía  ser venerada a deshoras gracias al hecho de que podía ser girada hacia la calle en la plataforma de su barroco camarín, siendo visible desde un ventanal, algo que todavía hoy puede contemplarse con motivo de la procesión del Corpus Christi de la Catedral. 

En cuanto a edificios reseñables, merecen la pena los emplazados en la acera de los números impares, como el realizado por el arquitecto Juan Talavera entre 1926-1928 en los número 1-3 para Manuel Pérez Salvador, del que destaca el airoso torreón central en la fachada de Villegas, conjugando los mismos materiales, ladrillo y cerámica, que aparecen en la cercana cúpula del Salvador, con diseño de Leonardo de Figueroa en torno a 1712 y consiguiendo la integración estética del nuevo edificio junto al antiguo.  

En cuanto a comercios o tiendas, en julio de 1758 curiosamente allí radicaba una mercería, dato éste extraído de la edición del Hebdomadario Útil Sevillano donde puede leerse:

"Calle Culebras, en la tienda de Mercería de la tía Ana darán razón de dos mujeres solas, madre e hija, que para un todo buscan casa, la una 50 años la otra 26; sus habilidades informan ser a satisfacción, por el mucho primor en coser, planchar y aseo".

Hay referencias a una Botica, la de Juan de Álava, cerrada en torno a 1865 y a finales del XIX en la prensa local aparecen anuncios de un Depósito de Aguas Minerales en el número 5 de la calle y que por aquel entonces compraba botellas vacías de marcas como Marmolejo, Mondariz (procedente de tierras gallegas), Villaharta (de Córdoba) o Insalus (Guipúzcoa), al igual que existían los Almacenes de Tejidos Serrano y Miralles, éstos en el número 3. Por otra parte, en esta calle hubo tiendas dedicadas al vestuario nupcial, especialmente al femenino, acaparando junto con la Plaza del Pan o las calles Cuna y Lineros casi todo el sector del comercio de trajes de novia, ¿Quizá por la cercanía con la Iglesia del Salvador? Por último, siempre estará en nuestro recuerdo al estrecha fachada de la Librería Internacional Lorenzo Blanco, especializada en temas relativos al Derecho o las Letras y que cerró a principio de los años 90, pero esa, esa ya es otra historia.

GLOSARIO:

Ignota.

No conocida ni descubierta.

Taimado.

Astuto, disimulado y pronto en advertirlo todo. 

Ofidio.

Dicho de un reptil, sin extremidades, con boca dilatable y cuerpo largo y estrecho revestido de una epidermis escamosa que muda todos lo años y puede ser venenoso para los humanos.