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01 julio, 2024

Leones hispalenses.

Animal de noble belleza, temido y admirado, Rey del Mundo Animal y especie ahora protegida, en esta ocasión vamos a centrarnos en un hermoso felino y su presencia, nada menos que en Sevilla, porque ¿Hubo leones en nuestra ciudad? Como siempre, vayamos por partes. 

 

Dejando a un lado su nombre científico, "Panthera Leo", nos referimos concretamente a un mamífero carnívoro de las familia de los félidos, una especie que hace miles de años pobló gran parte del planeta, y que era la segunda más numerosa, con permiso de la especie humana. Animal sociable, vive en manadas, en las que las hembras, que  pueden llegar a vivir hasta catorce años, mantienen una relación familiar con sus crías y un grupo reducido de machos. Como buen depredador, el león es cazador por naturaleza, capturando sus presas mediante trabajo coordinado de varios miembros de la manada, dedicando la mayor parte del día al descanso.

San Jerónimo en su gabinete. Alberto Durero. 1471-1528.

Históricamente, depositario de fuerza y fiereza, ha servido como símbolo y encarnación de dioses diversos en muchas civilizaciones, siendo considerado animal sagrado para griegos y romanos, quienes honran en sus textos míticos al León de Nemea, derrotado por el semidiós Hércules (el de nuestra Alameda, donde en dos columnas aparecen sendos leones también) quien se quedará con la piel de dicho animal como trofeo. En el Antiguo Testamento, personajes bíblicos como Sansón, David o Daniel habrán de vérselas con leones, mientras que en el Cristianismo, Jesucristo será considerado "León de la tribu de Judá", por no hablar que se convertirá en el símbolo de uno de los cuatro evangelistas: San Marcos, emblema también de la ciudad de Venecia, y en compañero inseparable de San Jerónimo en su conocido episodio del desierto. 


Como detalle curioso, en aquellos rudimentarios y primeros mapas realizados por cartógrafos en la Europa medieval aparecía la expresión "Hic sunt leones" ("Aquí hay leones") para referirse a las vastas e inexploradas extensiones de África y como advertencia a futuros viajeros que pretendiesen aventurarse por aquellas tierras vírgenes.

Alejados de la Sabana Africana como estamos, aunque no en lo referente a temperaturas, no obstante, hemos tenido presencia de leones por estas nuestras tierras sevillanas, tal como descubrió José Gestoso; en concreto, durante los años de estancia de los Reyes Católicos en Sevilla, durante los cuales nació el Príncipe Juan en 1478, los monarcas crearon unas "leoneras" en los Reales Alcázares, lugar donde alojar a estos espléndidos felinos. Sin embargo, un año después, y tras la marcha de los reyes de la ciudad, los animales quedaron depositados en el trianero castillo de San Jorge, como prueba un documento reseñado por el mismo Gestoso, dirigido por el preocupado alcaide de dicho castillo al cabildo de la Ciudad allá por marzo de 1479: 

"Muy honorables señores: 

Juan de Merlo, alcaide del castillo de Triana me encomiendo en vuestra merced a la cual gustará saber: quiero que sepan que la Aljama de los Judíos de esta ciudad "acostumbraron siempre" dar para mantenimiento de los leones que los Reyes, nuestros señores, en esta ciudad tenían 5.000 maravedíes cada año. Y porque ahora el Rey y Reina nuestros señores tienen y dejaron en el dicho castillo dos leones que ha de menester los dichos cinco mil maravedíes y mucho más para que sean mantenidos, suplico a vuestra merced mande que los dichos judíos me den y paguen  los dichos cinco mil maravedíes de cada año para ayuda al mantenimiento de los dichos leones en lo cual al Rey y Reina nuestros señores haréis servicio y a mí haréis merced".

Los señores regidores de la ciudad debatieron sobre el asunto y acordaron investigar sobre los pormenores de Juan de Merlo, sin que sepamos por documentos qué ocurrió finalmente, si los "leones reales" fueron alimentados o si, a la postre, perecieron de inanición entre los húmedos muros del castillo de San Jorge, luego sede de la Inquisición. 

Fray Diego de Deza, por Zurbarán.

Años después, fue popular en Sevilla un león "de misa diaria"; durante el mandato del arzobispo e inquisidor Fray Diego de Deza, dominico y preceptor precisamente del príncipe Juan, quien morirá en sus brazos en Salamanca en 1497. El aludido prelado, que pasará a la historia por su seriedad, su carácter caritativo, su interés en engrandecer la Diócesis Hispalense y por favorecer a Cristóbal Colón durante sus viajes a Indias. Sufrirá desde joven de los achaques de la enfermedad de la Gota, para la que, tradicionalmente existía la cura de colocar una piel de león a los pies del enfermo, de ahí que el hidalgo, militar  y escritor Gonzalo Fernández de Oviedo, fuera testigo de cómo el Arzobispo Deza poseyó su "remedio" propio para dicha dolencia:

"Un león le dieron, muy pequeño, e hízole quitar e arrancar las uñas y los dientes y colmillos y caparlo y desarmarlo como habéis oído, para que no pudiese hacer mal a nadie, y criólo y holgábase de darle de comer en su mano; y lo que comía era cocido y no asado, porque no fuese tan recio y furioso como le tornara la carne asada y cruda. Pero se hízose tan grande y poderoso que, no obstante su mansedumbre, era espantable en su vista y aspecto. Y como el Arzobispo salía a misa a la iglesia mayor, íbase el león a la par con él, como se dice que hacía aquel de San Jerónimo, y echábase a los pies de su silla sin ofender a nadie".

Pese a todo, la corpulencia y fuerza del propio felino, provocó que matase a una mula llevada al Palacio Arzobispal como cabalgadura del Duque de Arcos durante una visita de cortesía o que atacase en cierta ocasión a un mozo del servicio, que hubo de huir con las ropas rasgadas. Fallecido el arzobispo, en su tumba de alabastro, ubicada en la capilla de San Pedro de la Catedral tras ser llevada allí desde el desaparecido Colegio de Santo Tomás, puede contemplarse un león echado a los pies del prelado, quizá como recuerdo de aquel noble animal que le acompañó durante tanto tiempo. 

Para terminar, hubo otros leones, pero éstos, más recientes. Por un lado, el que aparece en el azulejo sobre la llamada antigua Puerta de la Montería, ahora del León, de los Reales Alcázares, pieza bastante conocida y no tan antigua como parece, pues fue realizada en 1892 en los talleres cerámicos de Mensaque bajo diseño de José Gestoso, destacando la presencia del lema "Ad Utrumque Paratus", o lo que es lo mismo "Preparado para cualquier cosa". Por cierto, este león cobra vida cada Sábado Santo, pues es protagonista del llamador o "martillo" del Paso de la Urna de la Hermandad del Santo Entierro, estrenado en 1997.  

Foto Reyes de Escalona.

 Por otro lado, no podemos dejarnos en el tintero el hecho de que los famosos Leones que custodian el madrileño edificio del Congreso de los Diputados (apodados "Daoiz" y "Velarde"), son del sevillano barrio de San Bernardo, ya que fueron fundidos con el bronce procedente de cañones tomados al enemigo en 1872 en los hornos de la Real Fundición de Artillería de Sevilla, conservándose aún sendas esculturas en yeso pintado en el edificio de la Capitanía General en la Plaza de España, esculturas que sirvieron como modelo para los de bronce de la Carrera de San Jerónimo. 

Fotos Reyes de Escalona.

Para finalizar, sendos leones de piedra custodian, medio agazapados, el frontispicio de la portada de la Iglesia de San Luis de los Franceses, según diseño de Leonardo de Figueroa allá por el siglo XVIII, colocados casi como cancerberos del antiguo noviciado jesuita, pero esa, esa ya es otra historia.