Sea bienvenida un año más vuesa
merced, que a fe que anhelábamos vuestra arribada. Esperamos acudáis como cada
año con vuestro secular cortejo de ceniza, incienso y cera, con naranjos a
punto de estallar en blanco, con templos en que venérase a Dios y su Santa
Madre merced a devotas imágenes de singular fervor, con gentes entregadas en
cuerpo y alma a un legado que han recibido cual preciosa herencia de sus
mayores y que materialízase en forma de ritos, liturgias y costumbres ligadas a
cultos solemnes, ayunos y abstinencias de carne en viernes, trompeterías en
descampado, retiros espirituales o nocturnos ensayos de mozos bajo andas.
Muchos circunstancias y
peripecias han acontecido desde año pasado, unas inolvidables y otras que mejor
resulta dejar en olvido, fíjese que incluso en vuestro discurrir celebraremos
singular e inusual Via Crucis y, para más inri, hasta puede que tengamos nuevo
Sumo Pontífice al timón de la
Barca del Pescador, pero no es menos cierto que supone
siempre ocasión para sereno regocijo aprestarnos a viviros sabiendo, item más,
que a vuestra conclusión todo estará consumado y nos dispondremos a disfrutar,
en mejor sentido de su palabra, de Fiesta Santa.
De modo y manera que recibiremos
contritos ceniza y os daremos digna salutación, noble Cuaresma, pues bien sabe
vuesa merced que si siempre es bien acogida en esta su ciudad, no lo es menos
en nuestro corazón
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