20 junio, 2012

Palmar.-

Acaeció reinando el Segundo de los Felipes, Dios téngalo en su Gloria. Tiempos de herejía y heterodoxia, abundaban ideas protestantes por doquier en Europa y nuestra amada ciudad no fue exenta dello.
Predicaba en una ocasión cierto franciscano en la parroquial de San Juan Bautista (cabe la Heria, o Feria) y durante su homilía, amén de ensalzar la preclara memoria de la Siempre Virgen María, exhortó a feligreses sobre trato con individuos que profesaban nuevas y erróneas creencias y doctrinas ciertamente alejadas de los precetos de la Santa Madre e Iglesia, animando a denunciar al Santo Oficio a criptoluteranos, seguidores de Molinos o discípulos de Calvino, persuadiendo a todos que “paredes han oídos y ojos, y mucho madruga el Santo Tribunal de la Fe”.

Acabados sermón y misa, anochecida la jornada, un sujeto poco o nada católico (prosélito del error) y que había escuchado la prédica entre divertido y distraído, aprovechando oscuridades nocturnas, decidió comprobar “motu propio” si todo aquello era veraz.

Rodeada de tumbas y sepulcros, en el centro de plaza parroquial, alzábase esbelta palmera presidiendo camposanto, y a ella, tras franquear tapias del cementerio, dirigióse tal sujeto con malas intenciones, afirmándole en voz queda como si persona fuera: “Palma, la Madre de Dios no quedó virgen después del parto”, y abandonando el recinto con sumo sigilo, convencido de que ningún hijo de vecino escuchara su blasfemia reformista, encaminóse a su morada con absoluto sosiego.


Mas poco podría adivinar tal impío sujeto que no bien amanecido sería preso (y ajusticiado tras tormento) por Inquisición tras ser denunciado por anciano de luenga barba y escuálido aspecto, como tampoco podría colegir que tal anciano, cuando fue requerido por antedicho Tribunal, dijeron sus nietos había fallecido años atrás y dando todos por milagroso el suceso, de todo lo cual la parroquia y la plaza diéronse en llamar como desde entonces es conoscida:



Viene aquesta hermosa leyenda a colación por triste desaparición, no hace escasas fechas, de palmera que ornaban la antedicha plazuela, la cual ha quedado huérfana dellas sin que sepamos, a ciencia cierta, si ha sido víctima de cierta epidemia que afecta a otras de su misma especie, pese a que se ha tomado remedio mediante extrañas pócimas administradas a su tronco.


Ignoramos si nuestros regidores (ocupados en graves negocios y sesudos discursos) están dispuestos a reponerla o si finalmente aquel malhadado sujeto ha logrado cobrarse venganza destruyendo la causa de su mal. Sin dudarlo, hacemos votos fervientes por lo primeramente expuesto, pues digno de lástima sería que San Juan quedara sin Palma, cercana como está agora fecha de su celebración…

 

13 junio, 2012

Continental.-

Andan revueltas y agitadas las europeas naciones. En aquesta ocasión hay querellas y disputas, mas no paresce que sean por mor de religión o causa de lesa majestad, ni hay tronos vacantes o dinastías extintas; tampoco alianzas o tratados que haya que cumplir en pro de aliados lejanos, ni tan siquiera vengar afrentas o limpiar honor tras ofensas inferidas.


Teutones y galos pugnan por abrir brecha entre repúblicas y monarquías; lombardos, lusos y grecos no logran en principio alzarse con victorias, mientras que en Flandes, Balcanes o el Báltico escúchanse clamores y tambores.

Háblase incluso de recurrir a Padres Mercedarios por aquello de su demostrada capacidad para rescate (que bien que lo supo Maese Cervantes y Saavedra) o para mediar entre querellantes sin que prodúzcase cruento derramamiento.


Abundan debates en dietas y concilios, juntas y consejos, todos ellos buscando bien común y necesidad de solventar graves negocios que atañen a mercaderías y lonjas, a rentas y beneficios, a quiebras y bancarrotas, sin que súbdito pueda más que contemplar cariacontecido como su opinión cuenta menos que un ardite, o cómo barájanse gruesas cifras cual si se tratara de chícharos o altramuces.

Cosa asaz curiosa resulta cómo agora en tierras polonesas y ucranias celébrase singular disputa en pos de balón y a su final dirimir qué europea nación goza de mayor predicamento en cuestiones balompédicas, elucubrando quien suscribe por qué en estos torneos no dirímense litigios y pleitos entre estados y así evitar pléyade de parásitos y consejeros que hacen de política su medio de vida, quedando todo al albur de juego, azar y fortuna.


Mas como maliciamos no caerá esa breva, encenderemos par de codales a devota imagen que venérase en San Martín, no en balde advócase de la Europa. Que Ella nos proteja…

05 junio, 2012

A ojo.-


Viviendo estado de mocedad, uno de nuestras más placenteras ocupaciones constituía  concurrir puntualmente a muelles del río. Contemplar navíos, observar descarga de fletes y percibir olores a mar e Indias era todo uno, mas si algo agradábanos sobre manera era escuchar patrañas de marineros o historietas navales, en que abundaban monstruos y criaturas fantásticas que engullían galeones y tripulantes como si tratárase de chicharrones de la Feria.



Exaltada nuestra imaginación por relatos tales, no bien tuvimos edad adulta proseguimos recabando relatos de este tenor, no tanto sucedidos en alta mar (pues confesémonos de secano) como en aquesta ciudad que amamos, cultivando amistad con quienes conocían no poco sobre antedichos seres e incluso solazándonos en pos de búsqueda de sierpes, tritones, arpías y demás, comprobando cómo siempre estaban vigilantes o atentos, observándonos.  


Tornados a questa vigésimo primera centuria, cuando pensábamos que sin duda aquellos entes maléficos habrían perecido, hemos acertado a comprobar como aún perduran restos de aquellos, más convertidos en férrea certeza y sin causar ya más que, todo hay que decirlo, desasosiego cierto.


Afirmábase antaño que hasta tabiques poseían orejas, por que era cosa asaz frecuente que chismes y habladurías tomaran calles no bien surgiera suceso de casa, palacio, templo o navío (en caso del río), y que fueren de público dominio querellas familiares, chismorreos de sacristía, reyertas por cuernos, lanzes de espada por un quítame allá esas pajas y hasta cruentas pendencias con muertes, todo era conoscido a poco de suceder por mor de lenguaraces de triple filo, mordaces comentarios e incluso algún que otro pliego de cordel que narraba sucedidos.


Si extraordinario es cómo esta caterva de aparatos, descendiente de célebre Polifemo,  ha asentado sus reales en fachadas y esquinas, mayor es conocer su utilidad, pues afírmannos que son agora a modo de ojos avizores sin necesidad de centinela ni guardián, y que en sus entreñas poseen don de no sólo ver, sino de guardar en sus retinas metálicas cuánto a su alrededor sucede, siendo cosa digna de prodigio (o de maleficio, según algunos) cómo engranajes tales gozan de antedicha habilidad sin que haya mano humana en ello.



27 mayo, 2012

Suplicios.-

Es cosa sabida por común de mortales cómo antaño era asaz acostumbrado emplear expeditivos métodos para hacer confesar crímenes y fechorías a delincuentes y facinerosos, abundando burdas maneras o refinadas formas con las que, a fuerza de dolor y quebranto, conseguir confesión del reo. Estremecidos, aún recordamos algún relato estremecedor sobre crueles e inhumanos sucedidos en Cárcel Real o en subterráneos de Castillo de San Jorge, de infeliz memoria.


Usábanse potros, sogas, carruchas, y demás útiles con que astillar huesos, descoyuntar miembros y quebrar articulaciones, haciendo sufrir tremendos padecimientos a quien, culpable o no, cayera en manos de refinados y diestros verdugos poco dados a piedad o compasión.

No faltan aún quienes abogan por retomar aquellos maléficos usos para soltar lengua de recalcitrantes a confesar verdad, incluso quienes, llegando más lejos, propugnan pena máxima (no confundir con balompédico deporte) con objetivo ejemplarizante, y aunque Nuestro Señor azotara a mercaderes del Templo, no vemos en todo lo antedicho sino barbarie, dicho sea de paso y a título de personal opinión.


Mas cuándo aún pensábamos que hogaño habíanse suprimido tormentos y suplicios para delincuentes y malhechores, que en nuestros días habíase prescindido de tales aparatos, hemos comprobado, con desconcertante asombro, cómo son muchos que abonan sus buenos maravedís para padecer sufrimientos (o sufrir padecimientos) en salas repletas de tales máquinas, armadas con contrapesos, carruchas y demás a fin de conservar forma física en menoscabo de extenuantes ejercicios que agotan con su sola contemplación.


Item más, en colmo de abundamiento, hete aquí, afirman, que mantiénese cierto comercio de grilletes, flagelos y demás, en ciertos establecimientos que tengan por seguro jamás hemos hollado con nuestros pies, desconociéndose a ciencia cierta su fin y utilidad, como la de otros extraños artículos que sobrepasan impudicia, pues en duda ponemos que tales utensilios sirvan de provecho a nadie salvo para cuaresmales penitencias lejanas ahora en almanaque. 

Empleando expresión más propia de vulgo que de quien pergeña aquestas letras, preferiremos “latigazos” de otro tipo, sin duda, con buena y competente reunión y si es acompañado de viandas “ad hoc”, miel sobre hojuelas…  

22 mayo, 2012

Al final de la escalera.-

Pavorosa y diabólica aventura hubimos de padecer no hace pocas fechas, desfallecemos incluso al recordarla; necesitando adquirir ciertos artículos, aconsejados por buen amigo, resolvimos concurrir a enorme comercio, mas no indicaremos nada sobre su inglesa denominación por mor de evitar funesta publicidad. Franquear sus puertas constituyó enorme confusión, tanto por ser de transparente vidrio como por abrirse “motu propio”, sin que necesario fuere empujarlas, bastó acercarnos a ellas para que, como movidas por invisibles resortes, se nos dejara libre paso al interior.

Ello supuso pasmo y admiración, pues no alcanzamos a colegir qué fuerzas prodigiosas movían tales batientes, ni que oculto portero era quien daba órdenes de cerrar o separar dichos portones. Ingentes cantidades de individuos accedían o salían del dicho comercio, los más ayunos de bolsas, que parecía acudían más por gozar de grata temperatura en su interior que por avituallarse de artículos allí expuestos.

Mas no seremos nosotros quienes alabemos o denigremos tal comercio, sino que yendo a meollo del asunto, habremos de decir, sin menoscabo de nuestra hombría, probada en mil lances, cien sucesos y peripecias a docenas, que en pocas ocasiones habremos sentido mayor y aterradora conmoción cuando hubimos de tomar cierta escalinata que a la sazón resultó causa de nuestro más colosal sobresalto.



No bien tomamos pie en ella, carecimos de oportunidad de adelantar zancada para de esta manera seguir elevándonos, sino que aquellos malignos peldaños, ligeros y raudos, cobraron vida propia y determinaron subir por sí mismos, sin que a nuestra vista distinguiéramos aparejo, engranaje o mecanismo que accionara tales, ni esforzados mozos que girasen manivelas, antes bien, todo era silencioso transitar hacia piso de arriba. Asidos fuertemente a pasamanos (que movíase también por sí solo), estuvimos a punto de caer finalmente, perdimos equilibro y compostura, cuando al rematar la escalera los peldaños eran devorados uno a uno, temiéndonos ser igualmente pasto de tan maligna maquinaria.


Concluyó ascensión sin más resultado que corazón acelerado, formidable sofoco y firme resolución de denunciar tales escalinatas a Santo Oficio, pues no vemos en ellas sino obra del Maligno, amén de decidir descender por cristiana y normal escalera, que no estaba nuestro ánimo para probar de nuevo tamaño engendro.

12 mayo, 2012

Feria.-

Pensará malpensado leyente que aún permanecemos merodeando por feriante real, con rostro demudado, trasegando caldos sanluqueños, resistiendo numantinamente todavía clausura de última caseta, afónicos tras excesivo uso de cuerdas vocales. Poco o nada hay de cierto en lo que antecede, pues a mayor abundamiento, aunque acudimos como es menester a predios en Los Remedios, fue en justa medida, agradable compañía y escaso consumo de viandas y demás, dicho sea de paso.  

Hablamos en esta ocasión de otra Feria, ésta sin paseo ecuestre o hermosas damas ataviadas a la egipcíaca manera, que celébrase en aquestos días en solar del antiguo Convento de San Francisco y que descubrimos casualmente cierta mañana en que deambulábamos plácidamente en molicie, anhelando sombra y huyendo de tórridas y bochornosas temperaturas que hacen subir no poco el mercurio.

Seguidores de gentes preclaras como Diego Sánchez de Cantalapiedra o Alonso de Porras, pioneros tipográficos en siglo XV o de aquel legendario Jacobo Cromberger, que en 1512 envió a Indias “doscientas cartyllas de enseñar a leer” con destino a freires franciscanos que allí hacían misión evangelizadora, fue el de Impresores (en que conservamos fieles amigos) gremio asaz destacado, pues de sus prensas, siempre “con las debidas licencias” salían breviarios, devocionarios, y demás, sin que entre sus ediciones faltasen sesudos tratados de ciencia o ligeras comedias, pliegos de cordel o conocidas  “relaciones de sucesos”, papeles o menudencias, ávidamente seguidas por copiosos lectores tanto por su contenido como por su escasa valía, apenas un cuarto de real y que agora bien podríanse comparar con esotras gacetillas que véndense en kioskos a modo de genero cardíaco.


Aunque no ha mucho que relatábamos virtudes del libro, en esta ocasión ensalzaremos, sin que en ello nos vaya un ardite, figura de mercader de libro, oficio ingrato que escasea y que en estas calendas pone su pica en Flandes en forma de Feria, como antes aludíamos.




Item más, en ella encontrará vuesa merced novela, teatro y poesía, libros raros o comunes, barata literatura o sesudos memoriales, cuentecillos para infantes o espesos mamotretos, historias del pasado o del futuro, y todo ello en tenderetes o garitas en que en vez de correr vino y cante, corren papel y palabras.


Item más, hasta háblannos de existencia de ciertos mágicos libros ayunos de encuadernación, a manera de espejuelo, que portan en su vientre ciento y millar de volúmenes sin que su peso agravie a su dueño, y que en futuro podrán trocar a actuales textos impresos, siendo algo por ver y digno de contemplar.  
 
Fieles amantes de letras (incluso de las de cambio) como nos declaramos, aunque ande escasa la faltriquera, será ocasión propicia para adquirir algún volumen, que dicen que lectura ensancha entendimiento, aviva el seso y constituye riqueza para ser humano.

06 mayo, 2012

Lágrimas.-

Funesta jornada fue aquella, como cuentan cronistas. Aquel día de San Abundio, 11 de julio por más señas, del año del Señor de 1857, mismo en que erigióse Feria de Abril, fueron arcabuceados ochenta y dos mozos por mor de defender su credo en pro de libertades.

Alzados contra su soberana Isabel e inmersos, cuentan, en ideas liberales, habíanse constituido en singular y modesto ejército, comandados por veterano militar, quien pensaba compensar con su saber inexperiencia juvenil. Partieron hacia sierras de Ronda, provocando algún que otro desmán, y allí fueron derrotados por tropas gubernamentales, sin haber gastado una onza de pólvora, siendo apresados supervivientes y llevados con presteza a Sevilla, quedando recluidos en San Laureano, cabe la Puerta Real.


Trató el Consistorio sin éxito lograr indulto, tanto por la mocedad de los encausados como por su pertenencia a familias nobiliarias, mas dictóse sentencia severa a manera de escarmiento, siendo condenados a máxima pena haciendo sordos oídos a toda posibilidad de gracia. Apesadumbrado, derramando copiosas lágrimas por tamaña desgracia, el edil García de Vinuesa (que tal era su nombre) sentóse en vasto pedrusco situado cabe dónde prodújose ajusticiamiento, lamentándose por tal deplorable pérdida de vidas y pronunciando frase que quedó para posteridad: “Pobre ciudad, pobre cuidad...”, tomando antedicho pedrusco apelativo de “Piedra Llorosa”.


Consérvase aún dicha llorosa piedra, y paseante investigador podrá contemplarla al final de Puerta Real, próxima a San Laureano y no lejos de barrio de los Humeros; resulta asaz  curioso pensar cómo en aquestos ásperos tiempos que corren bien podría ser dicha Piedra Llorosa utilizada por no pocos que ven truncadas esperanzas o inútiles intentos por conseguir tan simple cosa como oficio con que lograr sustento diario, amén de servir, item más, como escabel en que descansar de penurias actuales que cercan sobre manera a muchos.

Empero, afirmánnos que será cuestión de mantener viva esperanza de mejores tiempos, que como suele decirse sufrimos mucho por lo que nos falta y disfrutamos poco de lo mucho que tenemos.