Cerca del río, en un arrabal alejado del centro histórico, una calle destaca como vertebradora de un barrio con orígenes humildes que ya ha aparecido por estos lares en alguna ocasión. Ya que vamos a recorrerla sin prisa, aprovecharemos para hacer un poco de historia sobre su ubicación. Pero, para variar, vamos a lo que vamos.
Foto Reyes de Escalona. |
Aunque siempre se ha pensado que durante siglos la ciudad se concentró tras el perímetro amurallado de origen almohade, no es menos cierto que algunos núcleos poblacionales se crearon de manera improvisada en el exterior de la primitiva cerca; un caso concreto bien podría ser el producido a comienzos del siglo XVI por todo un barrio de pescadores edificado entre muladares y lavaderos de lana, como bien se indica en el conocido Diccionario de las Calles de Sevilla: Los Humeros, nombre ligado ahora muy mucho a una querida hermandad de gloria que da culto a una devota imagen de la Virgen del Rosario con el Niño Jesús en sus brazos.
Y, ¿Por qué "Humeros"? Justino Matute, allá por el año 1761 indica que era el barrio de los Humeros de las sardinas, esto es, el lugar donde se ahumaban estos pescados, para así garantizar que fueran comestibles, ya que el humo (en lo que es una técnica de la que se tiene constancia desde el período Neolítico) elimina microbios y retarda el proceso de oxidación de las grasas y la aparición de malos olores, de ahí que las sardinas ahumadas fueran producto de primera necesidad muy demandado. Los primeros permisos concedidos a estos hornos de ahumados datan de fines del siglo XV y en 1504 el cabildo de la ciudad recoge tres peticiones para "levantar casas" de ahumar sardinas, cantidad que se multiplica por dos al año siguiente.
Por supuesto, al sur de las llamadas "Huertas de Colón", como arrabal estaba encorsetado por dos frentes: el río y la muralla, ésta con la Puerta Real como único acceso y con unos horarios que limitaban bastante el tránsito entre el barrio y la ciudad. La zona, con el paso del tiempo quedó muy degradada por la presencia de diversas actividades, unas "legales", como la fabricación de pequeñas embarcaciones y otras no tan "legales" como la concentración de gentes de mal vivir y como amenaza constante las riadas de un Guadalquivir que encontraba en este sector un lugar donde campar a sus anchas cuando se crecía.
Foto Reyes de Escalona. |
Entre 1747 y 1761 y gracias al empeño de su Mayordomo, el maestro botinero Miguel Liñán, se construye (sobre lo había sido el taller de alfarería del genovés de Tomás Pesaro) la antes mencionada capilla dedicada a la Virgen del Rosario, es la época del auge de los rosarios rezados por las calles. El siglo XIX marcará un primer cambio en la omnipresente calle Torneo: la construcción de la estación de Plaza de Armas (que se llevó por delante tres manzanas de calles y algunos corrales de vecinos asentados en ese sector), la llegada de las vías del ferrocarril, que impedirá que el barrio acceda a las orillas del río (era zona de baños en verano), más el derribo de la Puerta Real en 1859, a la que seguirá la progresiva desaparición de la actividad pesquera o "humera" (en relación a los hornos, que conste), dando paso a obreros y trabajadores, muchos de ellos vinculados a la fábrica de cerámica de Pickman en la extinta y cercana Cartuja de las Cuevas. Pese a todo, siguió siendo un barrio popular y lleno de vida, que celebraba Veladas a la Virgen del Rosario y vivía en regulares condiciones de vida, como puede imaginarse.
Foto Reyes de Escalona. |
La Guía de Sevilla y su Provincia de Gómez Zarzuela del año 1865 proporcionaba estos datos sobre el barrio, aparte de nombrar el Estanco de Antonio Caro:
"Los Humeros. Está situado este barrio junto al sitio donde se alzaba la Puerta Real. En él existía el arsenal de los árabes; tiene dos plazas y cinco calles con 130 edificios. En sus inmediaciones se encuentran la estación de la línea férrea de Córdoba, el campo de Marte, la fábrica de gas y la fundición de los señores Portilla".
De ese callejero en el antiguo arrabal destacan nombres de calles muy vinculados a los oficios de la marinería: Dársena, Barca o la misma Bajeles, ésta última uno de los ejes del barrio. Curiosamente, desde al menos 1665 se ha documentado que se llamaba calle de Enmedio o del Medio, así aparece en el conocido plano del Asistente Olavide de 1771, hasta que en 1859 se le da su nombre actual, en alusión a un tipo de buque o navío con casco de madera y uno o varios palos, relacionado todo ello con la teoría (muy cuestionada) de que en tiempos de la Sevilla musulmana en esta zona habrían estado las atarazanas o astilleros para la fabricación de navíos, algo de lo que no hay constancia documental o arqueológica pero que fue muy del gusto de los cronistas de siglos pasados, como Fermín Arana de Varflora.
Situada entre la Plaza Blasco de Garay y la calle Locomotora y paralela a la antigua calle de Abajo de los Humeros, actual calle Dársena, la calle Bajeles apenas conserva edificios de cierta antigüedad, sobresaliendo gran parte de viviendas de pisos y alguna que otra casa unifamiliar reformada.
Foto Reyes de Escalona. |
Por cierto, mención especial merece un barrio casi desconocido y casi pegado a los Humeros: el de La Gallega o de Los Gallegos, que habría estado situado entre la desembocadura de la calle San Laureano (extensión de Alfonso XII hacia Torneo) y Marqués de Paradas; como recuerdo, o quizá casualidad, aún pervive en esa esquina un veterano Bar, llamado La Gallega, bastante conocido entre vecinos y punto de reunión para muchos. No lejos de allí, todavía en 1896 se mantenía en pie un enorme árbol de origen americano, un Ombú o Zapote, plantado allí según la tradición por el propio Hernando Colón, recuerdo de tiempos pasados, cuando el hijo del Almirante y Descubridor estableció su residencia en lo que es ahora San Laureano, casi al lado de la Piedra Llorosa. Desgraciadamente, pese a la campaña encabezada por el historiador Joaquín Guichot y otros eruditos, el Zapote u Ombú fue talado en 1902, pero eso, eso ya es harina de otro costal.